Tyler
No puede ser.
¿Qué hace Jessica aquí?
–¡He venido a darte una sorpresa! –exclama ella, sonriendo ampliamente y dándome un beso. Beso del cual… no me separo. Al separarnos, mira a Nora, quien sigue a mi lado–. Oh, hola. ¿Ibais a algún lado?
–Bueno, yo… nosotros… –genial, ¿y ahora qué digo? Miro de reojo a Nora antes de mirar a Jessica–. No. No íbamos a ningún lado, sólo…
Pero, ¿qué haces? ¿Estás tonto?
¿Y qué quieres que haga?
¡Dijiste que querías estar con ella!
¡Pero no puedo dejar a Jessica justo ahora! ¿No?
–Me voy yo, me he cruzado con él en el ascensor –dice Nora de repente–. Ya me voy. Adiós, pareja –y percibo el énfasis que pone en esa última palabra. En cambio, Jessica parece que no.
Me quedo mirando la espalda de Nora, quien sale del hotel apresuradamente y, en pocos segundos, dejo de verla. Ya se ha ido. Tengo la tentación de ir tras ella, pero Jessica sigue frente a mí y agarra mi mano.
Vuelvo la mirada a ella cuando percibo que me mira fijamente.
–¿Esa chica no es…? –me pregunta.
–Sí, es ella –respondo, sabiendo a lo que se refiere.
–¿Y de qué hablabais?
–Ah, eh… de nada –me aclaro la garganta. Pero sigue mirándome, esperando una respuesta más clara–. Nos hemos cruzado en el ascensor y hablábamos de la película y de los eventos de estos días. Nada en especial.
Nada en especial. Confirmado, eres tonto.
¡No sé qué hacer!
Fácil. Dile: Jessica, tenemos que hablar. Hay algo importante que tengo que decirte. ¡Y la dejas como le prometiste a Nora!
–Ah vale –vuelve a sonreír ampliamente y a pasar sus brazos por mi cuello, abrazándome con fuerza–. Tenía muchas ganas de verte.
–Sí, eh… quiero decirte una cosa, Jessica.
Muy bien. Sigue.
–¿El qué? –se separa un poco, mirándome inquisitiva.
Venga, dilo.
–Bueno, yo… –me aclaro la garganta–. Yo…
–¿Te pasa algo?
Díselo de una vez, imbécil.
Pero ¡no puedo dejarla cuando ha venido hasta aquí a darme una sorpresa!
Confirmado, cada día estás peor.
–Nada –niego con la cabeza–. Yo también tenía ganas de verte –me limito a decir, aunque rápidamente añado–: ¿Cómo…? ¿Por qué estás aquí?
–Tenía un pase aquí; de hecho, lo he tenido hoy. Y sabía que hoy llegarías, así que le hablé a Bonnie y le pedí que me mandase la dirección del hotel donde os ibais a quedar. Así que… ¡sorpresa!
–Genial –murmuro, obligándome a sonreír un poco.
Bonnie, me caes mal.
Tú también me caes mal.
Contigo no estoy hablando.
¡Es que la estás volviendo a cagar!
Sí, lo sé. Sé que la estoy volviendo a cagar. Que realmente ahora debería hablar con Jessica de todo lo que le prometí a Nora e ir a buscarla. Pero estamos aquí, en Argentina, se ha quedado para darme una sorpresa, ¿debería dejarla justo aquí? ¿No debería esperar a volver a Los Ángeles?
Mejor voy a callarme todo lo que estoy pensando de ti ahora mismo.
Sí, mejor. Creo que yo también lo pienso.
–¿Mañana estarás aquí? –le pregunto.
–Sí, iré al preestreno con vosotros. Después me voy a Los Ángeles y te esperaré allí –vuelve a agarrar mi mano–. ¿Vamos a cenar algo juntos? Ya estás preparado. Y ayer fui a un sitio con mi agente que creo que te gustará.
–Sí, vale –acepto–. Vamos.
Salimos del hotel y, por inercia, miro a mi alrededor esperando ver a Nora cerca de aquí. Pero, por supuesto, no está. Se ha ido. No sé dónde, pero sí sé cómo. Se ha ido bastante cabreada y la entiendo. Le dije que cuando viese a Jessica hablaría con ella y, en lugar de eso, me voy a cenar con ella.
–¿Sabes? Te noto un poco raro, ¿estás bien? –me pregunta.
–Cansado por el viaje. Demasiadas horas en el avión.
–Cenemos y vayamos a tu habitación, entonces –sonríe–. Venga, ven. El restaurante no está muy lejos de aquí.
Sigo sus pasos hasta un restaurante que, efectivamente, no está muy lejos del hotel. Al sentarnos en una mesa, vuelvo a mirar a mi alrededor con la esperanza de ver a Nora justo aquí, pero, ¿a quién pretendo engañar? Claro que no va a estar aquí. Pero ¿dónde habrá ido?
Desvío mi atención a Jessica, quien está hablándome de algo que no logro ubicar al principio, hasta que me doy cuenta de que me habla del pase que tuvo ayer y de que logró cambiar su billete para irse mañana por la noche. Según ella, tuvo suerte de que su agencia no pusiese ningún tipo de problema en que se quedase un día más. Yo no lo veo tan claro.
¿Te estás dando cuenta de que te estás comportando como un capullo?
Sí.
¡Habla con ella si no quieres seguir con ella!
¿Cómo voy a hacer eso cuando, repito, se ha quedado para darme esta sorpresa?
Muy directo para unas cosas, pero para otras…
Suspiro y, aunque me gustaría hablarlo justo aquí y ahora con ella, decido evadir ese pensamiento –al menos, de momento– y prestar más atención en lo que me cuenta. O, al menos, intentarlo.
Las siguientes dos horas las pasa hablando ella de su pase y yo un poco de los preestrenos, pero la excusa de que me siento cansado del viaje tan largo sirve para que, nada más terminar, volvamos al hotel. Ella viene conmigo, ni siquiera sé si se quedará a dormir aquí, pero a mí me gustaría hablar con Nora en cuanto pise el hotel.
Con quién deberías hablar es con Jessica.
Sí, esto también.
Llegamos al hotel y estoy a punto de preguntarle que dónde va a pasar la noche, pero la voz de otra persona nos interrumpe. Nuestra querida y gran amada Bonnie se sitúa frente a nosotros, con una gran sonrisa.
–Chicos, vamos a ir al pub del hotel todos juntos a tomar algo, ¿venís?