Nora
–¿Cuándo iremos a ver a mamá? –le pregunto a mi padre, dejando unas bolsas sobre la encimera. Hemos salido a comprar hace un rato y acabamos de llegar a su casa.
–Llamé para avisar de que iríamos, pero me dijeron que tendríamos que esperar una semana, más o menos –me explica, sacando las cosas de las bolsas al igual que yo–. Están realizando unos cursos e iban a hacer un viaje para algunos internos, así que tenemos que esperar unos días.
–Vale –asiento con la cabeza–. Tú me avisarás, entonces.
–Por supuesto. ¿Tienes ganas de verla?
–Sí. La verdad es que sí.
–Me alegra oír eso.
Aparto la mirada de las bolsas y le miro a él, correspondiéndole la sonrisa que me dedica en estos momentos.
He pasado toda la mañana, literalmente, con él y con mi hermana; aunque Olivia se hace un par de horas con Emori y es cuando decidimos mi padre y yo ir a hacer unas compras.
Terminamos de ordenar la compra y me sirvo un vaso de agua después de ello, bebiéndolo lentamente mientras observo a mi padre.
–¿Olivia viene a comer? –le pregunto.
–No, se quedará con Emori.
–Está feliz con ella, ¿eh? –sonrío.
–Y tanto –él ríe–. ¿Por qué lo preguntas?
–¿Te apetece que vayamos a comer los dos juntos? Hace mucho que no pasamos tiempo los dos juntos, y con esto del viaje…
–Claro –acepta al instante–. ¿Vamos ya?
Asiento con la cabeza y los dos salimos de la cocina. Nos volvemos a montar en su coche, del que hemos salido hace menos de media hora, y conduce hasta Santa Mónica directamente, donde deja el coche en un hueco libre y caminamos en busca de un restaurante.
Hace mucho tiempo que no paso tiempo con mi padre. Entre las prácticas, el viaje y, en general, todo lo que ha pasado estos últimos meses, apenas he pasado tiempo con él. Y lo echaba de menos. Ya quería pasar un día con él, sin necesidad de una cena en la que acabe yéndome por mi mala relación con mi madre o sin tener por qué ser un cumpleaños para salir juntos.
Elegimos un restaurante un poco alejado del coche y, tras pedir una mesa, nos sentamos uno frente al otro.
–Apenas me has hablado del viaje –comenta él cuando pedimos nuestros platos.
–Bueno, lo que te he contado cuando te llamaba es lo único que puedo contarte, la verdad –me encojo de hombros–. No hay nada más importante.
Sí, claro.
–¿Seguro? –insiste y asiento rápidamente con la cabeza–. Nora, ¿te puedo decir algo?
–Claro, eres mi padre –sonrío de lado, divertida–. Dime.
–Tú lo has dicho, soy tu padre y sabía que algo iba mal. Con Tyler –comienza a decir. Mierda. Va a sacar el tema–. Le pregunté a Olivia si ella sabía algo, pero, obviamente, no quiso contarme nada que tú no querías decir. Pero sé que algo va mal entre vosotros, ¿verdad?
–Sí, bueno… ya te lo conté, papá. No fue bien.
–Pero, ¿qué fue lo que pasó realmente? No ha podido ser una simple discusión cuando te he visto peor que cuando lo dejaste con Austin. Y ayer me di cuenta de que lo evitabas todo el rato –se inclina un poco sobre la mesa–. ¿Qué pasó, Nora?
Le miro un momento, mordiéndome el interior de la mejilla. Él me mira atento, con cierta pizca de preocupación en su mirada. Y lo entiendo. Apenas le conté nada de lo que pasó; simplemente le dije que discutimos y que no salió bien. No quise entrar más en el tema. Pero él es mi padre y se ha dado cuenta de que algo no va bien.
Mi padre espera una respuesta y yo dudo en si debo dársela. Volver a hablar de todo…
Es tu padre, te ayudará.
Sí, pero… no sé.
Qué respuesta tan detallada.
Cojo aire y lo suelto lentamente antes de hablar de una vez:
–No sé qué relación teníamos. Nunca hablamos de eso, pero yo estaba bastante bien con él. Le quería. Bueno, le quiero –murmuro–. Yo se lo dije, pero él no aunque me daba a entender que sentía lo mismo que yo.
–¿Entonces…?
–Él tenía una ex, Jessica. Le dejó hace unos años y se fue de la ciudad. Tyler me contó la historia y me demostró el rencor que tenía hacia ella después de que le dejase, pero apareció. Y él… bueno, se acostó con ella –me aclaro la garganta–. La noche que pasó lo de mamá, él estaba con ella y cuando vino a casa discutimos. Obviamente, le dije que no quería saber nada de él porque me engañó con esa noche. Luego él me dijo que nunca dijo que me quisiese y… –suspiro– eso es todo.
–¿Eso es todo?
En realidad, no.
–Lo he intentado olvidar, pero no he podido. Sobre todo, después de este viaje.
–¿Qué ha pasado en el viaje?
–Papá, hablar de este tema contigo…
–Venga ya, como si no tuvieses confianza –hace un gesto con la mano sin importancia–. ¿Qué quieres decirme? ¿Que os habéis acostado?
Mi rostro enrojecido le deja clara la respuesta.
Vale, hablar de esto con él no es algo que esperaba hacer hoy. De hecho, nunca he hablado de estos temas con él.
–Sí –murmuro–. Después de eso, me dijo que se equivocó en la decisión de estar con Jessica, que realmente quería estar conmigo. Pero volvió a mentirme. Jessica se presentó en Argentina de sorpresa y es como si se hubiese olvidado de mí –me encojo de hombros–. Además, seguramente ya los viste ayer en el preestreno. Tan bien juntos, agarrados de la mano… felices.
–¿No has vuelto a hablar con él?
–No, y no sé si quiero hacerlo. Es decir… intenté evitarlo y no podía. De nuevo, confié en sus palabras, en lo que me dijo, y quería creer que realmente quería estar conmigo, pero volví a equivocarme en mi decisión de confiar en él.
–Pero parecía sincero, ¿no?
–Sí, pero es actor. Igual estaba actuando.
Joder, incluso a mí me ha dolido eso.
Pues imagínate a mí.
–No sé, papá. Yo le quiero, pero él no tiene clara su decisión. Me dice una cosa, pero luego hace otra y ya no sé qué pensar. Creo que debería olvidarme de él de una vez, aunque… joder, no sabía que costase tanto. Con Austin no me pasó.