Tal vez es siempre

Capítulo 19

Tyler

Me paso las manos por la cara y me levantó del sofá con un suspiro, bajo la atenta mirada de Otis.

–No insistas en que a ti no te pasa nada –me dice–. Antes podías disimularlo mejor, ahora no tanto. Me doy cuenta de las cosas.

–No fuiste a revisarte el radar, ¿verdad? Porque no deja de fallarte.

–Venga ya, Tyler.

Me giro hacia él y veo que me mira con una ceja enarcada. Le aguanto la mirada unos segundos. Por supuesto que sabe que pasa algo; si hasta el cartero se ha tenido que dar cuenta.

¿Acaso no era yo una persona totalmente diferente y de la que nadie sabía apenas nada porque yo no dejaba que eso ocurriese? ¿Acaso no era yo una persona más fría y borde con los demás?

Lo eras. Pero cambió cuando conociste a Nora.

Ya. Yo también me he dado cuenta.

–Hace dos días que llegaste de la gira, y lo único que me has dicho ha sido: todo guay, como las otras veces –añade él–. ¿De verdad me vas a decir sólo eso?

–Me acosté con Nora –suelto finalmente.

Él abre los ojos como platos, sorprendido.

–¿Cómo?

–Que me acosté en Nora –repito, sentándome de nuevo en el sofá–. Estábamos en Londres y… surgió.

–Joder, Tyler. Explícame algo más.

–Quise hablar con ella en más de una ocasión y una noche la encontré en la azotea del hotel de Roma; estaba borracha. Ahí nos besamos, pero no fue a más. Al separarse, dijo que lo sentía, que yo estaba con Jessica y se fue –hago una pausa–. En Londres, no aguanté más y fui a su habitación; quería hablar con ella y que no me evitase. Y esa noche… nos acabamos acostando.

–Vale, sigue.

Pongo los ojos en blanco.

–Sé que quiero estar con ella –confieso finalmente–. Se lo dije. Le dije que me equivoqué en mi decisión de estar con Jessica que realmente era ella con quien quería estar, y que hablaría con Jess para acabar con nuestra relación.

–Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Ella te dijo que no?

–No –niego con la cabeza–. El problema fue que Jessica se presentó en Argentina y yo me quedé con ella. No le dije nada de lo que le dije a Nora que haría.

–Y se enfadó.

–Obviamente –suspiro.

Hay un momento de silencio en el salón de mi casa. Hace un rato que vino Otis y, por supuesto, no ha dejado de insistir en que le contase lo que realmente pasaba. Y por mucho que haya intentado evitarlo… es mi mejor amigo, seguro que me podrá aconsejar algo, ¿no?

¿Tyler pidiendo consejos? Que el mundo se pare.

Me ayudará más que tú.

Eres demasiado cruel.

–Pero tú sigues con Jessica, ¿verdad? –pregunta de nuevo y yo asiento con la cabeza–. ¿Por qué? ¿No le dijiste a Nora…?

–Sé lo que le he dicho, pero joder, Otis, ¿por qué me cuesta tanto hacerlo? –me paso las manos por la cara, negando con la cabeza–. Da igual. No paro de cagarla con Nora, es imposible que…

–¿Sabes por qué, Tyler? –me interrumpe y alzo la cabeza para mirarle–. Te voy a dar mi punto de vista y espero que te sirva de algo. Lo que tienes con Jessica no es comparable con lo que realmente sientes por Nora; y no te lo digo porque Jessica no sea especialmente de mi agrado sino porque me di cuenta cuando te he visto con Nora. Con Jessica realmente estás… enganchando, y por eso piensas que debes estar con ella porque es la primera chica a la que quisiste y la primera de quien te enamoraste. Pero realmente, a quien de verdad quieres… es a Nora.

Me quedo mirándole un momento sin decir nada, pero tiene razón. Yo, que nunca he pedido los consejos de nadie, los pido por una vez y tiene toda la razón. Es la frase que me hacía falta escuchar –con Jessica realmente estás enganchado, pero a quien realmente quieres es a Nora– para poder abrir los ojos. O, al menos, abrirlos un poco más.

Otis también me mira esperando una respuesta y, finalmente, acabo sonriendo de lado, divertido.

–Como se nota que has estudiado filosofía, eh –bromeo.

–Calla, capullo –me tira un cojín–. Encima que te estoy aconsejando. Podrías darme las gracias aunque nunca lo hagas.

–Gracias –le digo sinceramente–. De verdad, gracias.

–Ahora sólo te falta aplicarlo –enarca una ceja–. ¿Lo harás?

–Jessica dijo que iba a venir esta tarde y… –me interrumpe el sonido del timbre. Debe ser ella–. Es ella. Y sí, lo haré.

–Ya me contarás, entonces –se levanta del sofá y se encamina a la puerta. Al abrirla, veo al instante a Jessica–. Hola, Jessica. Pasa. Yo me voy ya.

–Adiós, Otis. Que tengas buena tarde –dice ella.

Murmura un igualmente y me lanza una última mirada. Yo asiento con la cabeza, demostrándole que sí, que hablaré con ella justo ahora, y acaba marchándose.

Me quedo mirando el lugar por el que se ha marchado hasta que me percato de que Jessica está aquí. Ella sonríe ampliamente, acercándose a mí, y deja un beso rápido en mis labios. Yo intento sonreír también, pero, ¿de qué me sirve? Voy a dejarla, lo tengo claro, no voy a engañar a nadie más; sobre todo, a mí mismo.

–¿Sabes? Pensaba que no llegaba. Había un atasco enorme porque ha habido un pequeño accidente a unos kilómetros de aquí, cerca de donde estaba haciendo la sesión de fotos. He estado a punto de llamarte, pero conseguía desviarme y he llegado a tiempo, así que… –se detiene al ver mi expresión seria–. ¿Pasa algo?

–Eh… –me aclaro la garganta–. Quiero hablar contigo de algo, Jessica.

Bien, vas bien. Sigue así.

–Claro, dime. ¿Qué pasa?

Vale, ha llegado la hora.

Dilo directamente.

¿Sí?

Sí, será lo mejor.

–Yo… no quiero seguir con esto –digo finalmente.

–¿Con esto? ¿A qué te refieres? –frunce el ceño.

–A nosotros. No quiero seguir contigo.

¡Bien! ¡Por fin lo has dicho!

Jessica me mira con el ceño fruncido, asimilando lo que le acabo de decir, hasta que por fin parece reaccionar.



#4496 en Novela romántica
#312 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 15.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.