Tal vez no es sólo una casualidad

I

Sabía desde el principio que no era el mejor momento para dejar mi empleo, después de todo y por muy bien que se me diera conseguir uno nuevo, estaba en un momento difícil en mi vida, y principalmente, estaba sola, sin nadie a quien recurrir en caso de que las cosas no salieran tal y como las venía planeando.  Pero ese día todo paso muy precitadamente, vi la caída como quien observa un halcón bajar precipitadamente sobre su presa y sabía que ya había comenzado el cambio, ya nada que pensara o dijera iba a detenerlo, tenía que comenzar de nuevo y tenía que hacerlo rápido.

Eran las siete de la noche, venía regresando de lo que fue en definitiva mi último día de trabajo en esa empresa.  Estaba ansiosa, furiosa, decepcionada y nostálgica, toda una bomba emocional caminando por las solitarias calles aledañas a mi hogar, o al menos aquel lugar al que solía llamar hogar luego de que mis padres murieron y mi hermana gemela desapareció sin dejar rastro alguno 6 años atrás.  Había renunciado, finalmente lo había hecho, cuando me jefe decidió que debía quedarme toda la noche terminando un proyecto que le había dicho tantas veces que fue mal estimado sin consultar si quiera con quienes deberíamos hacerlo.  Tantas veces lo escuché gritarme y acusarme de fallas que estaban lejos de ser mías, que me podía ver a mi misma conteniendo una y otra vez la rabia y la impotencia detrás de aquella aparente fachada de indiferencia que ya me salía naturalmente. 

Lo cierto es, que desde hace años me venía sintiendo frustrada, en un empleo que ya no llenaba mis expectativas ni me permitía soñar con mejorarlas, sólo por el instinto de sobrevivir, de tener algo seguro que me permitiera continuar buscando a mi hermana en ese laberinto sin salida en el que se convirtió mi vida durante ese último viaje de vacaciones.

Éramos una familia de inmigrantes, mis padres, mi hermana y yo, habíamos llegado a Madrid persiguiendo el ascenso y nuevo puesto de trabajo de mi padre.  Al principio todo había sido lo soñado, su buen salario nos permitió arrendar una cómoda casa en la mejor zona de las afueras de Madrid y adquirir poco a poco las comodidades de una familia de clase media, pero todo ello se volvió una pesadilla cuando decidimos viajar por carretera a tomar las vacaciones de aquel año en Barcelona.   Ninguno de nosotros logró imaginar que tan de pronto estaríamos envueltos en un fatal accidente que arrojo nuestro auto al mar y nos separó definitivamente para siempre.  Teníamos 15 años mi hermana gemela y yo, y acabábamos de desabrochar nuestro cinturón para sacar nuestros portátiles de las maletas que venían justo detrás de nosotras.  Queríamos colocar música y leer un rato, pero no alcanzamos a sacarlas cuando el giro brusco del auto nos trajo a otra realidad mucho menos relajante, después de aquel giro brusco sentimos un fuerte impacto en la parte de atrás del coche, aún no se como salí disparada del auto y rodé unos metros sobre la vegetación aledaña al camino, pues en algún momento perdí el conocimiento y cuando desperté sólo supe que mis padres murieron, mi hermana desapareció y mi realidad cambió exactamente en el mismo instante.

Era algo que en definitiva no quería recordar y mucho menos ahora, así que me concentré en ver todo a mi alrededor y en llegar lo más pronto posible a mi pequeña habitación.

Fue tan repentino que tuve tiempo de analizarlo, la vi llorar, la vi correr, la vi esconderse detrás del muro del edificio, ella mi miró directamente, estaba aterrorizada pero aún no entendía el porqué.

  • ¿Te puedo ayudar en algo? - Le pregunté, aún y cuando no era mi estilo meterme dónde no me habían llamado.
  • Necesito salir de aquí. – Me contestó viéndome como su único medio para lograrlo.
  • Pero qué… - No alcance a terminar la pregunta cuando los vi correr hacia nosotras.

Eran dos hombres altos y de muy mal aspecto, era evidente que si nos alcanzaban no la pasaríamos muy bien que digamos, así que sin ponernos de acuerdo, hicimos lo que cualquier persona con algo de lógica haría: correr!

Corrimos por cuadras, volteando de vez en cuando para verificar que tan lejos estaban de nosotras, la empuje a la calle que daba con la pequeña habitación en la cuál desde hace un tiempo me quedaba y nos ocultamos detrás del muro de mis vecinos.  La oscuridad nos ayudó a que ellos no notarán que nos habíamos detenido, pasaron frente a nosotras con prisa, y apenas los vi alejarse la empujé escaleras arriba a la habitación que arrendaba. 

Entramos las dos, cerré la puerta y pasaron unos minutos hasta que pudimos calmarnos, estábamos las dos exhaustas y asustadas. Cuando recuperé el aliento le pregunté directamente:

  • ¿Pero qué ha sido todo esto?, ¿quién eres?
  • Soy Nathalie Escotti.
  • ¿Y por qué te buscan?
  • Vinieron detrás de mi muy rápido, iba a tomar un taxi y me agarraron, querían subirme al auto, la gente alrededor me ayudo a escapar de ellos y he corrido por cuadras con dos de ellos detrás de mí.
  • ¿Es que son más?
  • Son 4 incluyendo el conductor del auto.  Me metí por los callejones para que no pudiesen seguirme en auto.
  • ¿En qué centro comercial estabas?
  • En el mall Costa que queda cercano acá.
  • ¿Por qué te siguen?
  • Creo que me quieren secuestrar.
  • ¿Secuestrar?, ¿es que acaso tienes una familia que pueda pagar el rescate?
  • Lamentablemente así es.
  • Y entonces, ¿qué hacías en ese centro comercial?
  • Es una historia larga, lo cierto es que me equivoqué y me di cuenta de ello muy tarde.
  • Bueno, nunca nos damos cuenta de las equivocaciones hasta cuando ya es tarde, si no fuese así, no nos equivocaríamos, ¿no?
  • Gracias por ayudarme, te prometo que haré que se te recompense por ello.
  • Sólo tratemos de averiguar como sacarte de aquí y llevarte con tu familia nuevamente.
  • Estoy segura de que me matará.
  • ¿Quién te matará? – Le pregunté ya evidentemente alterada.
  • Mi hermano.
  • ¿Tu hermano?
  • Me escapé por unas horas, pero llevo afuera cerca de dos días ya.
  • ¡Yo realmente te mataría!
  • Sólo quería conocer a alguien con quien hablaba por internet y todo, bueno, todo se salió de control.
  • ¿Dónde vives?, podemos pedir un taxi que te lleve a casa, tu familia debe estar preocupada.
  • Sólo somos él y yo.
  • Oh – pensé de inmediato que era otra huérfana igual que yo, pero no estaba de ánimos de preguntar la respecto.  – Entonces más aún, tu hermano debe estar realmente preocupado.
  • Igualmente, no puedo tomar precisamente un taxi.
  • ¿Porqué?
  • Vivimos en Barcelona. – Wow era lo que me faltaba para que la ironía me sonriera de espaldas!
  • ¿Y cómo rayos llegaste de Barcelona a Madrid en una escapada?
  • Pensé que lo conocería y regresaría, pero todo se descontroló cuando llegué aquí.  Vine con una compañera de clases y su familia, al llegar a Madrid yo lo llamé y con mi amiga planee salir del hotel en el que nos estábamos alojando para vernos en una cafetería cercana, le pedí a mi amiga que me dejara ir sola, y que luego nos encontráramos en el lobby del hotel al anochecer, pero no fue así.   Al principio lo conocí y el fue muy amable conmigo, se suponía que sería la primera vez de tal vez un par en la que podríamos quedar en encontrarnos, pero todo empezó a cambiar cuando le conté quien era mi hermano y el me propuso llevarme a su departamento, se que no debí aceptar, pero era realmente tan bello y yo, pues, tan inocente, que terminé finalmente accediendo.
  • ¿Y cómo llegaste a estar en esta situación?, ¿por qué cambiaron las cosas? – le pregunté.
  • Pues, llamo a unos amigos e hicieron una fiesta, cuando quise volver al hotel llamé a mi amiga y le pedí esperarme en el lobby como habíamos acordado, al colgar la llamada me dijo que no quería que me fuera, le expliqué que debía hacerlo, pero el simplemente se negó a que me fuera.  En cierto momento ya no era un deseo sino una imposición y yo no sabía que hacer, traté de irme y me lo impidió, discutimos, el me encerró en una habitación y allí estuve toda la noche y casi todo el siguiente día.  Finalmente, abrió cuando abrió la puerta, me pidió comer y me dijo que al siguiente día me iba a llevar al hotel y yo aliviada le creí.  Hoy subimos al auto con sus amigos, y después de varios minutos llegamos hasta el centro comercial cercano aquí, me dijeron que iban a hacer una parada allí para comer, les dije que yo comería en el hotel, pero ellos estaban muy extraños y simplemente me dijeron que comería con ellos, les dije que necesitaba entrar al baño, y estando en el caí en cuenta de que aquella zona era muy distinta a las zonas en las que anduve los días anteriores, y desde el baño escuché hablar a dos de ellos, acerca de que al llegar a la villa el saldría a encargarse de mi hermano, me busqué el celular y me di cuenta de que ya no lo tenía, tampoco tenía mi identificación ni el dinero que traía conmigo, no se en qué momento me quitaron todo, me sentí atemorizada y desesperada, sabía que me estaban esperando en la puerta del baño y no había nadie más allí, entró una muchacha y le conté lo que me estaba pasando, le pedí que me prestará su sweater para poder salir antes que ella, y ella aceptó ayudarme, escondida salí del baño y salí del centro comercial, pero cuando estaba intentando agarrar un taxi, uno de ellos me vio y me agarraron.  Fue algo muy desesperante, lo demás ya lo imaginarás, corrí y llegué hasta aquí.
  • ¿Sabes el número de tu amiga de memoria o de algún familiar o conocido que pueda ayudarnos?
  • No.
  • Entonces debemos llamar o ir al hotel – pero al apenas terminar de decirlo los escuchamos regresar sobre sus pasos estaban buscando en todos los patios y detrás de todos los muros, y ahora eran 3.
  • No quiero salir de aquí – me dijo casi susurrando.
  • ¿Cuál es el nombre del hotel y el número de habitación? – le pregunté.
  • Hotel Riot, habitación 602 – me contestó.




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