Me senté en la parte de afuera de la pequeña cafetería donde iba todos los días luego del a universidad para terminar trabajos pendientes.
Ya me faltaba un año de carrera, eso era bueno.
Lo vi salir del local de tatuajes, se había hecho otro.
Tenía un papel trasparente en la parte delantera de su cuello, justo por debajo de su mentón.
Creo que era una flor, no estoy segura.
El solo paso por al lado de mi mesa y siguió su camino.
Ni siquiera me miro.
Había sido así desde que teníamos 16, ahora teníamos 23.
No sé cuál era su problema, y supongo que no lo sabría.