La noche es larga y silenciosa. Afuera, la ciudad duerme, pero él permanece despierto, sentado en el borde de la cama con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas. No sabe bien si está pensando o si simplemente se ha quedado atrapado en un vacío extraño donde solo existe el eco de lo que fue.
Sus ojos, cansados, buscan su reflejo en el espejo del armario. La imagen que recibe de vuelta es la de un hombre que ya no recuerda cómo llegó a ser así. Tiene el rostro más duro, las ojeras más profundas, los hombros caídos como si llevara encima un peso que nadie más ve. Hay algo en su mirada que le resulta ajeno: un cansancio que no es solo físico, una tristeza que parece haberse instalado ahí hace años.
Se pregunta, con un nudo en el pecho, si fue él quien cambió o si el mundo lo moldeó a golpes hasta borrarle la esencia. Recuerda momentos fugaces: las primeras veces que la vio sonreír, cómo su voz parecía llenar cada rincón, la forma en que ella lo miraba como si él fuera suficiente. Aquellos días en los que su presencia bastaba para encender la luz en sus ojos. Se pregunta en qué instante dejó de ser ese hombre, cuándo empezó a fallar, a guardar silencio en lugar de hablar, a pasar de largo en lugar de quedarse.
En su mente desfilan los pequeños detalles que dejaron de suceder: las manos que ya no se buscaban bajo la mesa, las conversaciones que se fueron reduciendo a lo esencial, las miradas que ya no se encontraban al azar. La rutina, implacable, fue cerrando puertas sin que él lo notara, hasta que un día el pasillo quedó vacío.
Hay una parte de sí mismo que aún grita, atrapada en algún rincón de su memoria, reclamando volver a ser. Ese hombre que reía sin miedo, que tocaba sin medir distancias, que hablaba sin temor a no ser escuchado. Pero teme que ya sea demasiado tarde, que ese yo se haya marchado para siempre, dejando en su lugar una sombra más callada, más dura y más distante.
Se pregunta si ella lo recuerda como él se recuerda a sí mismo. Si alguna vez piensa en el hombre que fue, o si ya solo ve al que queda ahora: alguien que tal vez quiere amar, pero que no sabe cómo volver a hacerlo como antes. Tal vez no es solo que cambió… tal vez se perdió. Y lo peor no es no encontrar el camino de regreso, sino no saber si todavía quiere volver.
Editado: 10.08.2025