Te amo

Capítulo 3

Mason

Ayudo a Aura a subir al coche de sus padres, Stella ya está subida en el asiento junto a ella. Mi hija sonríe cuando Aura le abrocha el cinturón, luego Aura me sonríe a mí y se despide para verme en su casa, sino fuese porque le han dado el alta por la tarde, no podría haber venido. Para mala suerte, Marie tenía una reunión importante y no ha podido venir pero cenará con ella.

Al llegar a la mansión de Aura saludo a los empleados de la casa y subo rápido hasta su cuarto donde ya deben de estar mi hija y ella. Aura es como mi hermana, necesito protegerla a toda costa pero a veces también es un poco insoportable, como cualquier hermano pequeño. Es una pena no poder tener este tipo de relación con Killian.

– ¿Ya estás jugando a vestirte como Aura?

– Cuando sea mayor quiero tener tantos vestidos como la tita.

– Seguro que los tendrás.- sonrío, y Aura me sonríe.

Mucha gente del circulo de Aura se escandalizó al saber que era amiga de un padre soltero casi sin recursos, acababa de empezar a trabajar cuando conocí a Aura y me despidieron después del accidente podríamos decir que por culpa de los padres de Aura, pero ¿quién no estaría cabreado por lo que le pasó a Aura? Yo mismo estaba cabreado por lo que le pasó y por lo injusta que fue su vida.

– ¿En qué piensas Mason?

– Estaba pensando en si no conseguí mi actual trabajo por ti.

– No, estoy segura de que no es gracias a mí.

– ¿Entonces de quién? Nadie quería contratarme Aura.

– No me corresponde a mí decirte quien te ayudó a conseguir el puesto en la editorial, pero te aseguro que no fui yo.

– Te creo.- ella sonríe antes de pasarse a la cama.- Haberme dicho que te ayudase.

– Mason, no necesito ayuda para esto.- ríe.- Déjame un poco de independencia.

– Te la dejo.- me acerco a ella y beso su mejilla.- Stella tiene que hacer deberes y yo tengo que terminar unos trabajos de la editorial.

– Te sobrecargas Mason, me preocupas.

– Tú y tu madre son unas exageradas, estoy bien.- ruedo los ojos.- Stella, despídete de la tita y de la abuela Luciana.- digo al ver a la madre de Aura en la puerta.

Mi pequeña deja los vestidos de Aura, se sube a la cama y le da un enorme abrazo a Aura, le da un beso y luego se baja de la cama para repetir el proceso con Luciana. Ella me sonríe como despedida y con la promesa no dicha de ser siempre la abuela de mi hija.

En un principio me sentía inseguro, los propios padres de Jo rechazaron a su nieta después de su muerte, así que me costaba mucho entender que los padres de Aura, o que Aura misma aceptaran a mi hija como un miembro más de su familia como si nada.

Al llegar a casa Stella hace lo poco que le han mandado de clase, la ayudo a leer y cuando termino le pongo la cena mientras yo hago mi trabajo. Hago una pausa una hora después cuando empiezo a sentirme mal, fatigado.

Stella ve la televisión, me alejo un poco de la sala de estar y me preparo un café bien cargado para aguantar lo que me queda de trabajo.

– Stella es hora de ir a la cama.

– Papá también debería ir, te ves feo.- me señala.

– También me iré a dormir dentro de poco.

Ella va rápido a su cuarto, ya lleva el pijama y se ha lavado los dientes por lo que solo tengo que taparla y darle un beso de buenas noches. Me encantaría que Stella fuese una niña pequeña toda su vida, que nunca cambiase su forma de verme como si fuese su héroe, quiero serlo toda la vida.

– Papi, ¿Marie puede comer con nosotros mañana?

– Se lo preguntaré cielo.- ella sonríe y me da un beso en la mejilla.

Cierro la puerta y apago la luz, le mando un mensaje a Marie para saber si puedes comer con nosotros. Ella me manda un breve sí y después sigo trabajando. Son cerca de las dos de la madrugada cuando al fin termino de corregir los textos y me acuesto rendido en la cama. Me duermo casi al instante de tocar la almohada.

 

 

Concentro toda mi energía, la poca que me queda en terminar de corregir el nuevo texto que me han pasado. Las últimas letras se ven un poco borrosas, debe ser por el cansancio. Me rasco los ojos para intentar clarear la vista y lo consigo por lo que sigo con lo que estaba haciendo.

– Mason.- me asusto cuando veo entrar a unos de mis compañeros.- ¿Sigues trabajando?¿Por qué pides tanto trabajo?

– Tengo una niña de seis años que mantener, quiero tener dinero.- resoplo.

– Bueno, pero no trabajes tanto.- se sienta en la silla que hay enfrente a mi escritorio.- No viene a decirte que te relajes, vine a avisarte que una hermosa mujer te busca.

– ¿Una mujer?- lo miro confundido.

– Yo.

Marie entra con su cabello rubio recogido en una coleta, con su radiante sonrisa y sus ojos claros observando todo mi despacho que está muy desorganizado. Ojalá me hubiese avisado de que pretendía venir, hubiese ordenado un poco.

– Ella.

– Marie, ¿no quedamos que te recogería en tu trabajo?

– Si, pero terminé antes de trabajar y decidí venir yo.

– ¿En coche?

– No, en bus, aunque soy rica sé utilizarlo.- rueda los ojos.

– No dije que no supieses pero tienes un coche muy cómodo.- ella se ríe y se sienta en la otra silla que queda libre.- Me quedan veinte minutos, termino y vamos a por Stella.

– Genial, puedo esperar.

– Yo…

– Tú, Ismael, te largas.- él se levanta y se va.

Me cuesta volver a ponerme a trabajar teniéndola a ella aquí, no es que me distraiga es que me pone muy nervioso. Marie es la única mujer que me ha puesto nervioso desde Josephine y no es bueno porque sé que no comparte mis sentimientos, solo le gusta pasar tiempo con mi hija y eso supone pasar tiempo conmigo.

– Terminé.

– Tu compañero dijo que te sobrecargas.

– No lo hago, solo hago un par de trabajos extra para tener un poco más de dinero, así le doy más caprichos a Stella.- sonrío con inocencia.




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