Marie
Recojo de clase a Stella, ayer se despidió de Aura, fue triste porque su padre está en coma y la única otra persona que le importa se tenía que ir pero Aura tiene ciertos compromisos que como jefa no puede declinar a otros. Más teniendo en cuenta que el hotel de Colombia es idea suya. Estoy segura que Aura hubiese deseado quedarse aquí, pero tiene responsabilidades mucho mayores que las mías, yo puedo dejárselas a alguien, ella no.
– Marie. – miro a Stella cuando me detengo en un semáforo. – ¿Puedes ser mi mamá?
– Stella. – intento no ser muy dura con ella. – No puedo serlo.
– Pero yo quiero que seas mi mamá. – dice con voz lastimera. Me encantaría serlo pero no puedo, no hoy y no dentro de poco.
– Por el momento no puedo serlo, más adelante quizás.
– ¿Cuando papá despierte?
– Más Stella. – ella asiente poco convencida.
Conduzco hasta el aparcamiento del hospital, aparco cuando encuentro un sitio y bajo a Stella del coche después. Ella me toma de la mano y va contándome todo lo que ha hecho en el día. Habla animada y me dice que le va a contar todo esto a su papá. Kristal también le ha dicho a la pequeña que si le habla a su padre despertará antes. Ella está loca, pero es una buena loca, alguien divertida y preciosa con la que se puede tener una buena conversación pero que a veces dice cosas sin sentido o bueno, lo tienen pero es muy rebuscado. Igual la quiero.
Al abrir la puerta de la habitación de Mason, encuentro no solo a Benjamin sino también a su hermano pequeño, a su cuñada y a Asher. Este último me dedica una pequeña mirada de saludo y luego mira a Stella que grita un maravilloso “abuelo” en dirección del padre de Aura.
– ¿Cómo está la niña más hermosa del mundo? – le pregunta Benjamin con esa sonrisa que tanto me recuerda a mi mejor amiga.
– Súper bien.- sonríe.- Pero Marie me ha reñido. – me acusa, no la reñí.
– ¿Por qué te ha reñido Marie? – me mira confuso Benjamin y yo sigo con mi seriedad.
– Le he dicho que sea mi nueva mamá porque la antigua está en el cielo.- Benjamin abre mucho los ojos y me mira con tristeza. Él sabe algo de lo que ocurrió.
Sabe que mi hijo murió, no sabe las circunstancias en que lo hizo, por supuesto. Solo una persona fuera de mi familia y de mi abogados sabe lo que ocurrió aquel desgraciado día, y es Aura.
– Ya te he dicho que no puedo ser tu mamá.- le digo con una media sonrisa para que no se sienta mal. No quiero que crea que estoy enfadada con ella.
– ¿Pero por qué?- se cruza de brazos haciendo una pequeña mueca con su boca.
– Son cosas de adultos.- le sonrío.- Iré a la cafetería. – digo intentando salir no solo de esta conversación sino también del agobio que me provoca ver en este estado a Mason.
– Yo me encargo de ella, no te preocupes.- me tranquiliza el señor Trumman.
– ¿Qué cosas de adultos?- se cruza de brazos Stella, molesta.
– Cosas que no entenderías Stella, cuando seas mayor te lo explicaré.- digo antes de salir.
Me apresuro a la cafetería, me tomo un café bien cargado junto con un donut. Miro mi teléfono y respondo algunos mensajes que me ha mandado Liam. Tengo un buen amigo, y creo que él debería saber la verdad sobre que tipo de personas son su hermano y su cuñada, pero a la única persona que le corresponde decir la verdad es a Aura así que yo no tengo nada que decir y no voy a decir nada.
– Marie. – miro al hermano pequeño de Mason. – ¿Puedo sentarme?
– Adelante.
– Dijiste que mi hermano no siempre fue de tu agrado.
– No lo fue al principio, Mason fue quien dejó a Aura en silla de ruedas. – me detengo un momento. – Y se sentía mal, para intentar sentirse mejor apoyaba a Aura en cirugías muy peligrosas y eso me hacía rabiar, con el tiempo y varias discusiones tu hermano entendió y dejó de apoyar a Aura en ciertas cosas.
– ¿La dejó de apoyar en las cirugías?
– Si Killian, Aura buscaba una forma aceptada de morir. Ella sabía que no recuperaría su movilidad y aún así se sometía a cirugías muy arriesgadas.
– Ya entendí.
– Me alegro. – digo sin un mínimo de emoción. – ¿Qué quieres?
– Podríamos mañana salir con Stella.
– Solo porque Aura me lo pidió.
Me levanto de mi asiento, pago y salgo de la cafetería para ir a la habitación de Mason. Cuando llego su hermano ya está ahí con él. Stella corre a mis brazos y yo la tomo sin esfuerzo, me acerco hasta Mason y le dejo un beso en lo alto de la cabeza.
– Despierta cabezota. – le pido. – Tu hija te necesita, yo también lo hago. – le digo antes de separarme y sentarme en la silla que queda libre.
Al llegar a mi apartamento le doy de cenar a Stella y luego la ducho, cae rendida casi al instante que toca la almohada, la tapo bien con las mantas y voy a trabajar un rato con unas fotos que hice algunas semanas atrás. No es que sean un encargo pero ayudan a mi mente a no centrarme en que Mason está en coma y yo estoy cuidando de su pequeña hija que ahora insiste en llamarme mamá. Pude tolerarlo una vez para que los niños dejasen de burlarse de ella pero no creo poder seguir tolerándolo.
Nathaniel corre de mi hasta llegar a mi padre, sonríe cuando llega a los brazos de su abuelo. Su cabello rebelde que siempre intento peinar y domar sin ningún éxito, tapa sus ojos azules iguales a los de papá y a los míos. Papá le hace cosquillas, su risa llena mis oídos y sonrío de forma inconsciente. Nunca creí que se pudiese amar tanto a un ser humano, no hasta que él llegó a mi vida. Debo reconocer que no fue para nada fácil, fue madre adolescente y para colmo soltera hasta que su padre decidió que también quería ser parte de su vida y pidió una prueba de paternidad. Después tuve que compartir a mi hijo con el hombre que hizo trizas mi corazón, pero Nate lo adora. Es buen padre, y si mi hijo es feliz con él, yo soy feliz.