Mason
Mi pequeña me llena la cara de besos mientras Aura me mira sentada desde su silla de ruedas. Da igual que quiera negarme, ya ha dictado sentencia. Estaré en su casa hasta que ella lo crea pertinente. Incluso sus padres ya han hecho que preparen una habitación para mí. Adoro a los padres de Aura como unos segundos padres. A su madre la quiero más de lo que quiero a la mujer que me dio a luz. Mucho más.
Mi madre, es doloroso decirlo, pero hizo las cosas mal desde el principio poniéndole los cuernos a mi padre y como no estuve de su lado me desechó como basura he inventó tantos rumores como quiso porque yo estaba muy lejos para defenderme de sus venenosas afirmaciones, por desgracia. Y eso envenenó la mente de mi hermano pequeño.
Killian estuvo hace un rato aquí, pero no podía soportar verlo, no cuando ya se ha enterado de que nuestra madre le ha mentido y él quiere tener una conversación. En estos momentos no me siento con fuerzas para una conversación sincera, solo quiero descansar y recuperarme de este mal trago que le he hecho sentir a todos mis amigos.
— Aura. – llamo su atención. – ¿En serio no te molesta…?
— Mason, voy a cuidar de ti y no hay más que hablar. – aunque me lo dice con una sonrisa, está algo molesta. Si vuelvo a preguntar no será tan amable. – ¿Tienes hambre? Puedo ir a por algo a la cafetería, sin azúcar.
— Estoy bien. – la calmo. – Mañana me dan el alta.
— Killian me ha pedido ser él quien te lleve a mi casa. – suspira, incómoda. – Quise decirle que no, pero todos estamos ocupados y yo tengo que ir a por Stella al colegio mañana.
— No tienes que preocuparte. – sonrío como puedo. – Será bueno para ambos, supongo.
— Deben hablar las cosas y eso no significa que tengas que perdonarlo Mason. – se acerca a mí y Stella se sienta en su regazo, sin saber muy bien de lo que hablamos. – Esta conversación debería haber sucedido mucho antes, pero Killian…
— Era un niño y luego un adolescente manipulado Aura, sé que no todo es su culpa pero tienes razón, puedo no quererlo en mi vida. – asiente y sonrío.
Alguien llama a la puerta cortando nuestra conversación. Marie asoma su cabeza y mi hija se olvida de que estaba conmigo y Aura. Stella sale corriendo gritando el nombre de Marie que la toma al vuelo y le llena la cara de besos. Mi hija ama y adora a Marie.
— ¿Viste, Marie? Papá está derpierto.
— Tu tita y yo te prometimos que despertaría. – ella sonríe radiante y Marie replica esa sonrisa.
— ¿Cómo fue el día? – le pregunta Aura cuando se sienta en el sillón que hay al lado de mi camilla.
— Cansado. – resopla. – El bebé de la sesión no dejaba de llorar, y la madre estaba más desesperada que el pobre niño. Al final ambos consiguieron calmarse pero aún tengo el llanto de ambos metido en la cabeza. – se queja con una media sonrisa. – ¿Y a ti cómo te fue?
— Mi padre se fue de viaje así que hoy todo su trabajo me tocó a mí, pero también fue bien. – le sonríe. – Y te alegrará saber que le he dado una oportunidad de Asher.
— Lo hace, porque mereces ser feliz.
— Y tú también. – le sonríe, pero no me pasa desapercibida su pequeño guiño hacía mi. – Marie, te quiero.
— Yo también. – sonríe. – Ve con Stella a la cafetería, tiene que merendar.
Aura y Stella salen de mi habitación, que por supuesto pagan los padres de Aura. De haber podido negarme lo hubiese hecho, ya hacen mucho por mí, en especial al pagar la rehabilitación de mi padre. No es su responsabilidad que aún así, ahí están siempre para hacerse cargo de mi pequeña y desastrosa familia. No sé de que forma agradecerles que siempre estén al pendiente de mí.
— ¿Agobiado por tanta atención? – medio sonríe Marie.
— No suelo ser el centro de atención y lo agradezco. Prefiero ser el personaje secundario en la vida de todo el mundo antes que el protagonista.
— Eres el protagonista en la vida de tu pequeña.
— De forma transitoria, crecerá tendrá una pareja y se olvidará de mí como un personaje principal para ser uno secundario.
— Los padres buenos nunca se olvidan. – se ríe. – Stella jamás te olvidará.
— Espero que tengas razón Marie. – le devuelvo una sonrisa perezosa.
El médico me informa de todo lo que necesito comprar ahora que voy a salir de aquí y no voy a seguir bajo el cuidado de enfermeras y doctores. Tomo nota con mi teléfono mientras Killian espera fuera. Le pedí que fuese así, no deseo pasar más tiempo del necesario con él. Sé que suena cruel pero aún nuestra relación es demasiado tensa y complicada y no quiero emociones que me sobresalten más de lo necesario.
Una vez que el doctor termina de hablar y me da el alta salgo de la habitación donde Killian me espera. No cruzamos palabra, tan solo una mirada y lo sigo hasta donde quiera que haya aparcado el coche. Y mientras conduce, al menos en parte del recorrido, permanecemos en el mismo silencio tenso.
— Lo siento. – de la sorpresa no sé que responderle. – Sé que viene tarde y que deberíamos haber hablado cuando fue tu abogado en el caso de Aura.
— Si, deberíamos haberlo hecho, pero decidiste ser solo abogado y no hermano. Aún me pregunto porque te elegí como abogado, si llevábamos tanto tiempo sin hablar y porque tú decidiste defenderme si me odiabas.
— Nunca te he odiado, solo…
— No querías tener algún tipo de relación con un drogadicto. – él evita mirarme. – Intuyo entonces que tus disculpas son solo para mí y no para nuestro padre.
— Él si es un drogadicto.
— Lo es, cayó en depresión tras el divorcio y no lo justifico pero en las drogas halló paz. – me encojo de hombros. – Y sin embargo fue y es buen padre y abuelo, me ayudó con Stella cuando pensé que nadie me ayudaría.
— Yo…
— Piensa bien que quieres decir, de qué quieres hablar y cuando lo sepas bien hablas conmigo. – él asiente. – Ahora conduce, quiero llegar la casa de los padres de Aura y ver a mi pequeña.