Mason
Nunca pensé que la persona que me había ayudado a encontrar trabajo me odiase cuando lo hizo peor confío ciegamente en mi mejor amiga. En Aura confías con los ojos cerrados, siempre, por eso confío cuando me dice que luche por el amor que siento, que luche por Marie, por conquistar el herido corazón de la mujer que me tiene loco desde hace años.
No sé me ocurrió nada más inteligente para pasar tiempo con ella que pedirle una sesión de fotos para mi hermosa niña. Pensé que la rechazaría ya que ella suele trabajar con niños mucho más pequeños que mi hija, pero ella ama a Stella. Me alegró mucho que Marie aceptase. Pero me siento mal por utilizar a mi hija. Aunque yo sé que Stella ama pasar tiempo con ella, y Marie ama estar con mi hija, no sé si conmigo. Pero sé que al menos se preocupa por mí, algo que hace tan solo un par de años era impensable. Discutíamos de una forma casi animal, nunca habían buenas palabras de por medio. Hasta que nos sentamos y hablamos de todo lo que nos molestaba de otro. Y al fin pudimos comenzar a tener esta bonita relación.
— Señor Taylor, llame cuando quiera irse. – me sonríe el conductor que los padres de Aura me han dejado.
Quise negarme mil veces, me siento bien y no necesito que me estén llevando de un sitio a otro, y sus padres parecían estar de acuerdo, ella no. Gritó y ordenó al pobre conductor sacar el coche y bloquear la salida de mi coche y al final tuve que venir aquí. Está siendo un poco sobre protectora pero lo entiendo. Lo peor de esto es que llamó a Marie y hasta ella me gritó por no querer aceptar el conductor. Pero dijo que de vuelta a la mansión me llevaba ella y que bajase la sillita de Stella.
— No es necesario, Marie nos llevará de vuelta. – él me sonríe en agradecimiento, creo que tiene miedo de que Aura vuelva a gritarle.
Miro el enorme y muy caro edificio en el que se encuentra el estudio de Marie. Ella se encuentra apoyada en la puerta principal esperando a que Stella y yo dejemos de estar parados en medio de la acera. Mi hija es mucho más rápida que yo y sale corriendo a los brazos de Marie que la toma como si nada. Sé que entrena de vez en cuando con su padre.
— ¿Te quedarás ahí toda la mañana? – me mira con una sonrisa ladina.
— No.
— Pues vamos. – se ríe.
Marie es la mujer más atractiva que he conocido, lo tiene todo, inteligencia y belleza, seriedad y alegría, es amable, cariñosa y amigable. Pero hay algo que opaca siempre sus ojos, un dolor que no creo yo alguna vez pueda comprender. Aura lo hace, la apoya tanto como Marie la apoya a ella, hay un vínculo entre ellas que da miedo. Aura es Marie y Marie es Aura, una no existe sin la otra, es una amistad impresionante.
Al entrar hago una mueca, Liam intenta evitar la suya pero no lo logra por completo. Marie rueda los ojos mientras dejo la silla para el coche de Stella en una esquina. Ellas hablan como si yo no estuviese con ella, sino, muy muy lejos. Tengo un poco de envidia.
— Liam.
— Mason. – me mira igual que yo lo miro a él. – Estoy por irme, no te preocupes, no molestaré. – se ríe. – Quería pedir disculpas por mi último comentario, fue de lo más desafortunado. – se escusa, veo la sinceridad en sus ojos.
— No vuelvas a meterte con la madre de mi hija.
— Yo… desconocía que ella estuviese muerta, de verdad lo siento. – se ve muy arrepentido. – De verdad, Stella es una niña maravillosa, sé que está bien educada, no debí hacer ese comentario, no tenía ningún derecho.
— Está bien, no te golpearé.
— Ahora me voy. – se encoje de hombros. – Nos vemos Marie.
Antes de irse él se acerca mucho a mí, somos casi de la misma estatura por lo que no le cuesta mucho hablarme en el oído.
— Hazle daño a Marie y juro que no vivirás para contarlo. – me mira a los ojos. – Ella es lo más importante que tengo. – asiento.
Sé que Liam es parte vital en la vida de Marie, lo sé, porque aunque le ha dicho a Aura muchas veces que puede dejar de ser amiga de él, por ella. Aura se niega, no sé que hay, pero sé que se apoyan el uno en el otro, no de la misma forma que las dos chicas, pero son importantes y si Aura puede tolerarlo, no me queda de otra que tolerarlo yo también.
— ¿Estás emocionada Stella?
— Lleva todo el día dando saltos porque ibas a hacerle fotos. – ella nos sonríe.
Me quedo a un lado mientras mi hija y Marie se divierten y pasan un maravilloso rato. Yo soy feliz viéndolas a ambas riendo y divirtiéndose. Aún no me siento con todas mis fuerzas y tengo que llamar a mi padre. Las chicas de la clínica me avisaron de que cree que estoy enfadado de alguna manera con él. Que ha hecho algo de lo que no se acuerda y estoy molesto y por eso estuve un mes sin llamarlo y sin contestarle la llamada que le concedieron por buen comportamiento.
— Ahora vengo. – las aviso.
— ¿Estás bien? – asiento a la pregunta de Marie.
Salgo del estudio y me quedo en el pasillo con el dedo en la tecla de llamar. También querría hablar con Killian, que entendiese todo por lo que pasé pero sé que él primero tiene que aclarar sus ideas, aunque no es todo su culpa, tampoco es inocente. Él nunca se aseguró de lo que nuestra madre decía sobre mí. Solo le creyó. Dejo de pensar en él y llamo a la clínica.
— Señor Taylor. – me recibe la cantarina voz de la recepcionista. – Me sorprende su llamada.
— ¿Puedo hablar con mi padre?
— Por supuesto, espere un momento a que lo llamen.
No tarda mucho, unos diez o quince minutos en que escuche la pesada respiración de mi padre, él no dice nada, espera a que yo diga algo. No quiere equivocarse, desde que lo interné, siempre lleva cuidado, o al menos desde que ya no está tan drogado y la abstinencia va cada vez siendo menor.
— Papá. – lo llamo. – ¿Cómo estás?
— Yo… yo estoy bien, ¿hice algo para molestarte?
— En absoluto. – suspiro. – Estuve en coma, tengo diabetes y no lo sabía. Stella llamó a Aura cuando me desmayé y salí hace no más de una semana y media del hospital.