Marie
No necesito siquiera ver el calendario para saber que fecha es hoy, mi corazón se lo sabe de memoria y llora su pérdida aún más en su día. En el día en que me lo arrebataron, el día en que lo mataron, el día en que su padre y la novia de este asesinaron a mi pequeño, a mi hijo. Al niño que tuve siendo aún una adolescente. Se fue tan pronto, y no se fue por una enfermedad sino por el egoísmo de dos personas que deberían permanecer toda su vida en la cárcel por un infanticidio.
Sé que Liam y Aura no tardaran en llegar, sin ellos dos hace tiempo que me hubiese rendido. Nathaniel era mi razón de vivir, la persona por la que sonreía todos los días al levantarme, era lo más importante de mi vida y me lo arrebataron abruptamente. Él, su propio padre lo mató sin remordimientos. Debía estar seguro con ese asesino, y no lo estuvo.
Me cabeza duele de los sollozos, pero no más de lo que duele mi corazón, él que siempre llora su pérdida pero que hoy más que nunca la siente. Echo en falta sus sonrisas, sus ojos oscuros mirándome desde los pies de mi cama para que le hiciese el desayuno, sus ansias de ir al parque después de dormir su siesta. Nathaniel desprendía vida allí donde fuese, era un niño feliz y divertido. El niño que todo padre desea.
Escucho golpes en la puerta, Aura siempre tan buena que necesita avisar de su llegado para no invadir mi privacidad. No me muevo sigo llorando mientras de seguro ella pasa por la casa hasta que algo de luz entra por la puerta y ella entra. Aprecio su esfuerzo, en otra circunstancia me levantaría a ayudarla a salir de su silla de ruedas pero hoy no tengo fuerzas ni para respirar. Ella se acurruca a mi lado cuando consigue salir de su silla.
En cuanto se acuesta a mi lado la busco, abrazo su delgado cuerpo con mis brazos, sintiendo la calidez que ella desprende. No pensé jamás que me apoyaría tanto en alguien que no fuese mi padre. Liam y Aura me demostraron que si era capaz. Ella acaricia mi espalda, intentando reconfortarme.
— Estoy aquí Marie. – su voz es algo carrasposa pero dulce, muy dulce, como si le hablase a un niño pequeño.
— Quiero a mi bebé Aura, quiero oler su olor infantil.- lloro aún más fuerte, con el corazón roto. – Quiero ver sus ojos oscuros mirarme como si fuera su todo, quiero a mi bebé Aura. Solo lo quiero a él. – grito desgarrando mi garganta.
— Lo sé Marie, sé que lo quieres.- besa mi cabeza, como hice yo con ella cuando lloraba.- Y lo tienes, en tu cabeza y en tu corazón.
— No, yo lo quiero aquí, conmigo. No quiero que él me cuide desde el cielo. – creo que deseo lo que cualquier madre desearía: que su hijo viviese más que ella. – Yo debería ser quien lo cuidase desde el cielo, ¿Por qué se fue antes? No es justo Aura. – golpeo su pecho.
— No lo es Marie, es demasiado injusto lo que te pasó y lo que le pasó a Nataniel. – sollozo más fuerte al escuchar el precioso nombre de mi bebé.
No pasa mucho cuando la puerta de la entrada y de mi cuarto vuelve a abrirse, la delicada fragancia de Liam inunda mis fosas nasales cuando se acuesta a mi lado y nos abraza a mí y a Aura. Él me susurra que nada fue mi culpa, que todo tiene un culpable o dos en este caso. Me susurra cuanto Nathaniel querría ver a su mamá sonriendo y no llorando, pero que no pasa nada si lo hago. Me dice que tengo que llorar su pérdida tanto como lo desee y que no importan los años que pase, siempre puedo llorar su pérdida.
— Chicos, quiero ir a ver su tumba. – suelto la bomba, no veo sus expresiones, las lágrimas nublan mi visión, pero es la primera vez que lo pido.
— ¿Estás segura? – escucho el miedo de Liam al hablar, es el miedo a que me destruya, a que me haga más daño.
— Si, quiero hacerlo. – miro a Aura, sé que ella no me negará nada si yo de verdad lo deseo. – Quiero ver su tumba, no la he visto desde que murió. – sollozo, casi ahogándome.
— Entonces vamos. – intenta sonar tranquila aunque no lo consigue del todo. – ¿Trajiste tu coche? – se gira hacía Liam.
— No, Mario se lo llevó.
— Llama a Asher. – le digo con urgencia.
— ¿No te importa que él lo sepa? – niego, solo quiero ver la tumba de mi niño hermoso. – Yo no le he contado ni lo mío.
— Da igual, llámalo. – no discute conmigo, sabe que no hay caso en hacerlo.
Liam ayuda a Aura a bajarse de mi cama y ella me elige la ropa para que no vaya al cementerio con el pijama lleno de lágrimas y mocos. Con una pequeña sonrisa de consuelo ellos salen para que yo pueda cambiarme.
Me siento lenta, entumecida y creo que tardo más de lo necesario en cambiarme y ponerme la bonita ropa que ella ha elegido por mí. Cuando salgo veo las muecas de ambos al verme, están preocupados por mí, casi tan destrozados como yo lo estoy. Aura no conoció a mi niño, no físicamente, pero lo conoció a través de mí, Liam si lo conoció y lo adoraba, era su tito Liam.
Escucho que Aura habla con mi padre, no tengo las fuerzas para ver o hablar con él. Mi padre sabe que él me recuerda a mi niño y por eso evita verme este día a o ser que sea muy necesario. Ellos se parecen tanto que puedo imaginarme a mi bebé de grande y eso rompe aún más mi corazón porque nunca pasará. Él nunca será grande, nunca tendrá más de tres años.
Al poco de la llamada Aura nos avisa de que Asher ya está abajo y cuando llegamos no mira muy bien a Liam, lo entiendo y no se lo reprocho. Luego me mira a mí, veo la misma mirada que me dan siempre los padres de Aura cuando me ven con lágrimas en los ojos. Es la preocupación que sientes al ver a alguien que fingi no sufrir pero que está rota por dentro. Asher es buen hombre, como Mason. Aura merece a Asher y yo merezco a Mason, solo que somos más lentos.
— ¿Está bien? – intenta preguntar en voz baja pero lo escucho a la perfección,
Aura le dice algo que no logro escuchar, ella si que sabe susurrar, debería enseñarle a su novio pero entiendo su curiosidad. Desde hace dos años estoy bien, sonrío y soy feliz hasta que llega esta fecha. No puedo simplemente es imposible.