Marie
Descanso en la cama de Mason, estoy hecho una bola de mantas y dolor. El sol se cuela por la ventana que hay en el cuarto pero no le doy importancia. Solo sigo ahí, con el dolor latente en el pecho. Aura tenía razón, no había que decirle la verdad a Liam, él aún no estaba preparado para escucharla. Pero no le he echo la culpa a mi mejor amiga, ni a mí, el único culpable del dolor de Liam fue su asqueroso hermano. Él debió decirle la verdad, no debió mentir.
Liam amaba a Mario incondicionalmente mientras que para Mario solo era la marioneta que siempre podía utilizar. Liam siempre estaría dispuesto a hacer lo que Mario le pidiese sin cuestionar si estaba bien o no, y Mario se aprovechaba porque lo sabía. Para su hermano él jamás fue alguien importante, y para Liam era su modelo a seguir.
Mi mejor amigo estaba roto desde hacía mucho, y enterarse de que su hermano era como la persona que más despreciaba era algo superior a su amor por él. No puedo imaginar como se sentía en esos momentos, cuando decidió tomar la decisión que lo apartó de mi vida. Mis motivos para querer irme del mundo eran diferentes a los suyos, pero puedo entender que para él fue una decisión difícil.
Lo voy a echar de menos todos los días de mi vida, Liam tenía sus defectos pero era uno de mis mayores apoyos. Lo amaba como el hermano que jamás tuve y hubiese deseado tener mucho más años con él, y ya no es posible por culpa de Mario.
— Marie. – me llama la atención la voz dulce de Mason. – Tienes que cambiarte.
— ¿Es hoy?
— Sí. – algunas lágrimas salen de mis ojos antes de que me ponga de pie. – Marie. – miro al hombre que amo. – Sé que es duro, joder, ni siquiera puedo imaginar por lo que estás pasando, pero siempre me tendrás a tu lado. Y si algún día falto, siempre estará Aura.
— Me encargaré de cuidar tu salud para que nunca faltes. – me acerco a él y lo abrazo. – Gracias por estar a mi lado, Mason.
Él me devuelve el abrazo con delicadeza, sé que parece que vaya a romperme en mil trozos. Estoy en pleno duelo, estoy intentando aceptar la marcha de Liam. Nunca pensé que llegaría a verla, pero al menos mi niño estará en el cielo con alguien que conoce. Ya no estará solo.
— Te quiero Mason. – agarro su cara con mis manos. – Mucho.
— Yo también te quiero, Marie. – me da una de sus preciosas sonrisas.
No puedo evitarlo, me pongo de rodillas y le doy un delicado beso, nuestro primer beso. Esperaba que fuese antes pero las cosas entre nosotros se complicaron, luego empezaron a arreglarse y entonces todo a mi alrededor se derrumbó.
Al separarnos él tiene una sonrisa preciosa, me encanta, es muy parecida a la sonrisa de Stella. Son sonrisas que iluminan, esas que quieres ver eternamente hasta que ya estés muy mayor.
— No te quiero Marie, te amo. – sonrío a pesar del dolor.
— Te amo.
Mason me da algo de privacidad para que me cambie. Stella agarra mi mano, dándome fuerzas, cuando salgo de la habitación. La tomo en brazos antes de salir del apartamento. Algunas pequeñas lágrimas escapan de mis ojos cuando llego al lugar donde me voy a despedir oficialmente de mi amigo.
— ¿Es usted Marie? – se acerca un hombre muy trajeado, asiento. – Soy un agente de la policía, Liam dejó esto para usted. – me da una carta.
— Gracias. – tomo mucho aire para no llorar. – ¿Puedes guardarla? – Mason asiente.
Me adelanto a todo el mundo y ando detrás del ataúd de Liam junto a sus padres y su hermano. Miro con desagrado a Mario, no parece haber llorado mucho. Aura ha llorado el doble que él y en estos años la relación entre mis mejores amigos fue bastante tensa. A mi amiga le duele mucho más la muerte de Liam que a su propio hermano y eso es doloroso. Liam era mucho más de lo que una basura como Mario merecía.
Cuando el ataúd descansa encima de la una mesa, y ya se han dicho muchas cosas, decido que es mi hora de hablar, de despedirme por última vez de Liam.
— Sé que muchos de los aquí presentes no eran conscientes de mi amistad con Liam. Pero él era mi mejor amigo, estuvo a mi lado en los peores momentos de mi vida y hubiese deseado estar en todos sus peores momentos. – me detengo, tengo un enorme nudo en la garganta pero no quiero llorar. – Vivir sin él va a ser muy difícil, pero sé que a Liam le hubiese gustado que viviese por ambos. Y tengo una promesa que cumplir. – al final algunas lágrimas rebeldes se acaban escapando. – Voy a echarte de menos, pero espero que allá donde estés seas muy feliz.
Me acerco por última vez al ataúd y le susurro unas pocas palabras, algo entre él y yo, que al resto del mundo no debe de importarles ni un poco.
— Cuida de mi niño. – me separo de su ataúd sintiendo un gran dolor en el corazón.
Me pongo al lado de Aura, está destrozada, sé que se siente algo culpable por la decisión que Liam tomó. Espero que pueda hacer la paces con su dolor, sé que Asher la ayudará. Ella aprieta mi mano ligeramente, dándome fuerzas de la misma manera que Stella y yo le doy una pequeña sonrisa. No quiero que se preocupe más de lo necesario.
En el fondo de mi corazón, sabía que Liam no viviría, tomó las suficientes pastillas para asegurarse de que así fuese. Estuve llorando su pérdida cada día que mi amigo estuvo en el hospital, y aunque aún queda dolor y lágrimas, yo ya he aceptado que no volverá.