Té & Café

Coffee 03

Esa misma tarde de septiembre, Danielle se encargó de mostrarle todas las cosas que se hacían en la tienda, a pesar de no tener el valor de verlo a la cara, aparte de tener una voz que fallaba en oraciones con más de quince palabras; tuvo que hacerlo de una manera simple y entendible. Aunque su jefe le dijera que lo hizo bien a su manera, tan pronto término su turno salió como alma que lleva el diablo para esperar a su amiga en un banco en la entrada del centro comercial.

 

—Esto no me puede estar pasando —estaba sentada con sus codos en las rodillas y las manos en la cabeza pronunciando por undécima vez esa misma oración—. ¿Tanta es mi mala suerte? ¿Por qué tenía que estar aquí? —ahora se encontraba moviendo nerviosamente sus rodillas—. ¿Me recordara? —pensó por un momento todo lo que escucho de él toda la tarde—. No, al parecer no lo hace, en serio espero que no —trago en seco y siguió en su fase de procesamiento—. Esto me ocurre por haber roto aquel espejo hace cuatro años.

 

—¿Qué paso, Danielle? —una voz en su espalda le hizo soltar un pequeño grito de terror.

 

—¡No me asustes Elizabeth! —esto lo hizo con un pequeño lloriqueo, ahora mismo estaba muerta de nervios gracias al nuevo empleado.

 

—Lo siento, es que te vi tan vulnerable, tan frágil, además era perfecto para darte un buen susto —lo dijo con tal seriedad que ha Danielle se le planteo la idea del porque era su amiga—. Pero eso no importa, adivina quien fue a la librería hoy —sentándose a su lado.

 

—El tipo que casi atropellamos —bufando ante su comentario.

 

—¿Cómo lo supiste?

 

Ahora las dos estaban sorprendidas.

 

✨✨✨

 

El día siguiente fue normal, un día de clases normal, con una tarde normal y en sus trabajos, todo normal; excepto por el chico pelirrojo que esta "leyendo" un comic muy cerca de donde estaba Elizabeth, la observaba detenidamente, la estaba analizando, como si estuviera curioso de algo. La noche anterior las dos chicas se habían contado todo lo que sabían, incluyendo la ansiedad de Danielle al estar cerca de cierto chico en particular. Tal vez por eso se mantenía reacia al acercarse a él, pero eso no impedía sentir como esté la miraba incesantemente durante casi veinte minutos, en donde cada que ella giraba él regresaba a su comic.

 

Ese pequeño problema persiste durante dos días, haciendo el miércoles y jueves fueran más que simples días cotidianos. Miradas fugases, casi como si a ese chico rellenito le pareciera interesante ver a Elizabeth, como si esta fuera una especie exótica. Para ella era todo menos normal, por lo que en los momentos que quería actuar normal, acababa tropezando o haciendo que los libros se le cayeran de las manos.

 

Llega el viernes 2 de septiembre con todo su esplendor. Elizabeth se despertaba con un gruñido al despertador que sonaba ruidosamente, al mismo tiempo Danielle abre los ojos sin ganas de levantarse, ese día sentía más ansiedad de lo normal. Ambas tuvieron que asistir a sus clases, estas hicieron que ambas se mantuvieran ocupadas y dejaran de pensar en la tarde, cosa que logran hasta que llegan al centro comercial, con un suspiro y una mirada se bajan del auto. Elizabeth se dirigía a la librería, preparándose mentalmente para enfrentar a ese pelirrojo y poder trabajar con normalidad, al verlo pasar enfrente se quita su delantal beige y sale. Ella sencillamente se interpone en el camino del chico, esté como respuesta alza una ceja con una expresión confundida.

 

—¿Qué quieres para que dejes de observarme?

 

—¿Un café? —con un tono particularmente de broma.

 

—No me gusta el café, un té —caminando hacia la cafetería que quedaba al frente de la librería, siendo seguida por el chico robusto de cabellera rojiza. Él paga la orden, un expreso y un té negro—. ¿Qué es lo que quieres? —tomando con delicadeza la taza de té.

 

—¿Cómo te llamas? —tomando de igual forma su taza.

 

Suspira pesadamente para posterior responder—. Mi nombre es Elizabeth James, veintiún años y soy estudiante en la Universidad de Londres —tomando un sorbo—. No seré la única en revelar su identidad, habla pelirrojo.

 

—Soy Logan Jackson, tengo veintidós años y también soy estudiante, pero en Central Saint Martins —toma un poco de su café para seguir—. No quiero dinero, el accidente fue eso, un accidente —con una pequeña sonrisa.

 

—¿El otro chico piensa lo mismo? —al terminar de formular la pregunta Logan ladea la cabeza, tenia un conflicto, su mejor amigo era particularmente un idiota—. ¿Y bien?

 

Suspira—. Conociendo a Jaden, lo más probable es que querrá algo —Elizabeth al no saber que mas decir suelta un “Genial” entre dientes.

 

—Mis 10 minutos de descanso para poder deshacerme de la molestia que me acosa se han acabado, creo que esto es todo. Hasta la vista, chico al que casi asesino —hace un pequeño saludo militar para así dirigirse con nuevos ánimos de vuelta a la librería. Después de un viernes y sábado amenos, Elizabeth piensa que Logan ya no vendrá más a la librería, “Se siente bien trabajar sin que nadie te observe” pensó para ella el sábado antes de terminar su turno. Pero su agradable sensación de liberación no duro demasiado, ya que el pelirrojo volvió a aparecer el lunes.

 

—¿Qué haces aquí? —sin ocultar su expresión de pocos amigos.

 

—¿No lo sabes? Esta es la única librería que pude encontrar esta serie de comics —mostrando la susodicha revista de comics estadounidenses, Elizabeth se quedo ahí parada con los puños apretados mientras que él se mantenía ahí sonriendo. La pequeña charla termino con un chasquido de lengua de Eliza camino al almacén de la tienda, donde pateo una caja llena de libros.




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