Título: Te esperaré diez mil años
Autor: Oronguin-sensei
Capitulo 1: Una camarera o un ángel.
Te esperaré diez mil años
Un sonido reconfortante de la lluvia cayendo de manera rápida puede escucharse dentro de una cafetería.
Dentro de la cafetería se encuentran dos mujeres y un anciano, los tres sentados mirando al televisor.
Un sonido de campanas se escucha y hace que los tres salgan del trance, al voltear miraron a un joven alto de complexión atlética, utiliza unos anteojos de montura negra y tiene un cabello negro desordenado rizado.
El joven se sonroja un poco al mirar la atención no deseada y con una voz calmada, pero fuerte les hablo — Buenos días, me gustaría un poco de café con un pan — dijo el joven con una sonrisa tímida y leves movimientos con los brazos que claramente dejan ver la timidez.
El anciano evaluó la cara del hombre joven y sonrió con arrogancia, para después entrar a la cocina y no se olvidó de decirle — ¡Siéntate! ¡Te llevaremos tu pedido en breve! — dijo aquel anciano con una voz gruesa, alguna vez fue un marino ahora un jefe de una cafetería.
La mujer más joven de al menos unos veinte años miro de reojo al joven que parece un poco más joven que ella y no pudo evitar negar con la cabeza al sentir las mejillas calientes. La mujer mayor miro está escena y sonrió con una risita coqueta para acercarse a la más joven y susurrarle — No te lo recomiendo, los jóvenes no sirven para nada. Mejor buscate aún hombre mayor que te mantenga— dijo con los ojos serios y mirando sin aquella sonrisa.
La joven se sintió muy triste y enojada, no sabía porque está mujer le daba esa clase de consejos, ciertamente es un chico guapo. Aunque fue la primera vez que se vieron, dudaba mucho que volvieran a recontrarse.
La voz del anciano y jefe de la cafetería llegó a sus oídos y de inmediato se acercó para recoger la orden del cliente.
Acercándose a la mesa miro más de cercas la cara del joven y se sintió muy tímida, además esa sensación de amabilidad que lo rodeaba le gustaba. Se calmo y dejo en la mesa la orden servida del joven, quién rápidamente sonrió para agradecerle, pero no fue lo único que pasó. Antes de que se diera media vuelta fue detenida por la voz suave del joven quién le llamó — D-disculpa, mi nombre es José, me gustaría saber tú nombre. Sólo si no es mucha molestia y así, no pienses nada raro— dijo José con una mirada tierna y sonrojada.
La mujer sonrió un poco y contesto — Me llamó Camila, tengo veinte años. José es un gusto en conocerte y espero que vengas más a menudo— dijo Camila con una sonrisa radiante y feliz.
José abrió un poco los ojos al mirar aquella hermosa sonrisa de la chica, parece la sonrisa de un ángel. Sintiendo la cara sonrojada asintió en respuesta y de manera robótica tomó la taza de café para darle sorbos.
Camila al ver esto, se sintió divertida y miro una vez más al carismático chico que por lo que había adivinado apenas tenía dieciocho años.
José se terminó la taza de café y con una cara seria recordó los recientes problemas que habían ocurrido, lo primero fue que los familiares no le permitieron asistir al funeral de sus padres, fue hechado a patadas por aquellos a quien siempre apoyo. Como resultado el juez miro que aquel hijo poco filial no asistió al funeral y sin dudarlo acepto la propuesta de la familia del difunto, dando como resultado que todo lo material fuera heredado para sus tías y primos.
Se quedó en la calle al día siguiente, al menos tenía está ropa y un poco de dinero para obtener café.
Camila miro la cara devastada y triste de José, camino con algunas dudas para sentarse en la otra silla. Al hacerlo miro con una sonrisa preocupada. José sintió que algo había cambiado y al levantar la mirada vio a la misma mujer hermosa llamada Camila. Se sintió un poco tímido, pero saludo con amabilidad.
Editado: 19.11.2024