Te esperé una eternidad

Introducción

Casandra

— Mi nombre es Casandra Wortzman... — murmuré mientras llenaba el formulario de ingreso al que pretendía que fuera mi nuevo trabajo.

Había llegado allí recomendada por un conocido con el que había estudiado. Aunque al principio me había resultado algo ridículo a lo que me llevaba mi rebeldía, ahora entendía muy bien la seriedad del asunto. No estaba solo postulando para un simple trabajo; era mi camino hacia la independencia.

Yo, la hija dilecta de un funcionario público y una dama de alta sociedad, mimada en todos los sentidos, tenía que demostrar que podía valerme por mí misma. Aunque estaba graduada recientemente en literatura, algo que, me gustaba, pero solo lo había estudiado porque debía hacerlo, no pretendía de ninguna manera dedicarme a ello.

Yo no era como mis hermanos: Anelis, una abogada prestigiada. Leo, un ingeniero civil contratado en las más importantes obras del mundo. Benedict, el artista. Sus obras se exponían en las galerías más caras. Pero yo, la menor, no tenía ningún logro significativo fuera de ser la pequeña, a la que todos consentían.

Ahora, habiendo terminado la universidad, deseaba vivir sola, algo que no me daría mi título universitario, pues para lo único que me servía era para trabajar en una escuela y la docencia no era mi vocación, de hecho, me consideraba alguien sin vocación. Por lo que, cuando Dewi me dijo que había una vacante en Carpathians, me presenté sin dudar.

Observé a mi alrededor, había más de veinte chicas en el pequeño salón, todas ellas más bonitas que yo, aunque llegué primera y tenía el apoyo de mi amigo, quien ya trabajaba allí desde hacía un año y medio, al ver a las demás postulantes me desanimé un poco, pues era sabido que para estos puestos tomaban a mujeres bonitas.

La vacante era para bartender y yo hacía cursos y capacitaciones de ello siempre que podía. Había comenzado años atrás cuando quise agasajar a mis amigos en casa, pero aunque solía preparar tragos a menudo, incluso tenía un blog y redes en las que trataba el tema en profundidad y me consideraba una experta, no tenía ninguna experiencia laboral.

En ese momento entró un hombre, del cual se decía que era uno de los dueños del lugar. Ya lo había visto una vez cuando fui a celebrar un cumpleaños allí y no pude dejar de reparar en semejante individuo. Aquella noche lo había visto como un hombre atractivo, pero ahora, a la luz del día, realmente podía decir que era un Adonis. Lo vi pasar como si fuera en cámara lenta, él ni me miró. Era alto de cabello rubio, con un corte muy moderno, rapado a un lado y un poco largo del otro, con mechones descuidados de color más claro que caían sobre su rostro y acentuaban un mentón firme. Sus ojos eran oscuros y, aunque parecían seguros, rehuían las miradas.

Por supuesto que no era ese hermoso espécimen quien me hacía la entrevista, no. Las entrevistas estaban a cargo de una chica rubia de aspecto delicado y dulce llamada Myriam. Debíamos dejar nuestra hoja de vida junto con el formulario que acababa de completar. Sabía que no me tomarían, pero al menos, si había otra convocatoria, me tendrían en cuenta.

Suspirando resignada, entregué mi solicitud y luego de un amable saludo me marché del lugar. En el exterior me giré y observé un momento la sencilla entrada del lugar, se trataba de un edificio de varios pisos, con la fachada pintada de negro y un letrero simple con el nombre del lugar en blanco. Nadie diría que mucha de la gente que asistía a este lugar era tan rara. Dewi había mencionado que se trataba de vampiros, por supuesto que yo entendí que eran una secta, y que tenían esta afición. Tiempo después mencionó algo de hombres lobo, y más adelante brujas, luego de un año que él trabajaba allí dejó de mencionarlo y cuando le pregunté me dijo que no le permitían hablar de eso. Y ahí comprendí que realmente era una secta.

Ahora, sabía que si entraba a trabajar allí tendría que ignorar muchas cosas, pero el sueldo era el doble del promedio y si me tomaban me permitiría vivir sola mucho antes que con cualquier otro empleo.

Me subí en mi coche y me dirigí de regreso a la ciudad, pues Carpathians se encontraba un par de kilómetros más allá de la zona urbanizada, lo que lo hacía más sospechoso todavía; sin embargo, tenía una popularidad que hacía que fuera la disco más concurrida de la región. Su dueño seguramente estaba lleno de dinero, además de ser un adonis.

***

Keran

Nova y Arami llegaron casi al mismo tiempo que yo, rara vez nos reuníamos en otro momento que no fuera el día de balance mensual. Ser socio de personas de otras especies tenía sus ventajas, pero en este momento suponía muchos dedos acusadores, pues dos de las trabajadoras del bar habían sido halladas muertas entre el club y la ciudad. El hecho sucedió al término de su horario laboral y fue un ataque de vampiros.

Ya había comunicado el hecho a la regente, Bianca Miller, ella me encomendó no preocuparme, pero más allá de sus explicaciones, tenía yo mucha más información. Pues aquellos que atentaban contra el régimen me habían intentado reclutar dos veces y yo me había negado. Consideré esto como una venganza por su parte. Ya que hacía tiempo que intentaban acercarse a todos aquellos que no estábamos directamente involucrados con los mandos vampíricos.

Ahora estábamos en la oficina, los tres, Arami, era un hombre lobo y pertenecía a una manada de la zona. Nova, era una mujer híbrida, no tenía bien claras las circunstancias por las cuales ella era así, pero era líder de un gran grupo que estaba disperso por todo el mundo. Carpathians, con sus múltiples sucursales, era solo uno de nuestros tantos negocios en común.

— Entonces, ¿esto ya está en conocimiento de Xander Akerckrivy? — preguntó Nova.

— Sí, la regente se ocuparía de ello. Al parecer esto está sucediendo en otros lugares.




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