Te esperé una eternidad

Capítulo 4

Casandra

Desde que había hablado con Arami, toda la situación me parecía descabellada, pero al mismo tiempo, sus recomendaciones me resultaron inquietantes. "Seguimos siendo depredadores", había dicho; y que mantenga distancia con los vampiros, eso era, como mínimo, raro. Aunque yo había oído estos rumores antes, no era igual a que alguien involucrado lo confirmara, ¿entonces ellos no eran una secta, sino que eran criaturas reales? ¿Cómo me lo debería tomar? ¿Con naturalidad, como si no pasara nada? Iba de camino a Carpathians, no podía hacer un escándalo.

— Myriam, ellos... — empecé a preguntar a mi compañera, con la que siempre me sentaba en el bus, pero me detuve ante lo ridículo que sonaba en mi mente preguntar si ellos realmente eran criaturas sobrenaturales.

— ¿Sí?

— Nada, olvídalo.

— He sabido que hoy comienzas en la zona VIP.

— Sí.

— No te asustes de lo que verás allí, todo es consensuado.

— Okey — asentí lentamente.

Tal vez no era descabellado hacer la pregunta después de todo, pero me daba vergüenza hacerla.

— Seguro tendrás muchas preguntas luego de que estés allí. A mí me pasó cuando entré por primera vez; por suerte, Arami me acompañaba. Seguramente irá contigo para presentarte.

— Bien, estaré tranquila — afirmé, más para mí misma que para ella.

— Me alegra que estés dentro, una vez que has dado el paso todo será diferente para ti.

— ¿Diferente cómo?

— No sé explicarlo, es como entrar en una fraternidad, pasas a ser de su propiedad... en el buen sentido, ya te darás cuenta.

— Estoy trabajando aquí para dejar de ser la propiedad de mis padres, no quiero convertirme en la propiedad de nadie.

— No es lo que quise decir, es diferente, ya te darás cuenta.

Cuando el bus se detuvo, todos descendimos, y yo me dirigí al sector de las oficinas junto con Myriam.

— Ya tengo listo tu contrato — afirmó ella dando un toquecito en la puerta de Arami antes de que yo lo hiciera.

— Pasa — escuché e ingresé.

— Sandy, bienvenida. ¿No has cambiado de opinión, verdad?

— No, señor.

— Llámame Arami.

Myriam entró y dejó los papeles sobre el escritorio antes de volver a retirarse.

— Mira, este es el contrato de confidencialidad, puedes leerlo tranquilamente, y este es sobre el salario. Yo iré a hacer unas llamadas mientras tanto.

Odiaba leer contratos, pero vistas todas las recomendaciones que había recibido, debía leerlos. El primero era bastante corto y simplemente especificaba que debía guardar silencio sobre las prácticas o personas que viera en el lugar, no tenía mucho más, por lo que lo firmé sin dudar.

En cuanto al nuevo contrato laboral, tenía cuatro hojas, donde especificaba horarios, que no eran fijos, vestimenta, código de conducta, salud, la vivienda y muchas otras cosas, que no eran el sueldo, pero al final sí hablaba al respecto y este ascendía al doble del que estaba recibiendo actualmente.

Atontada y sin entender nada, volví a comenzar la lectura, pero en eso regresó Arami.

— ¿Has leído? — inquirió mientras se sentaba frente a mí.

— Sí, algunas cosas no las entiendo.

— Bien, déjame aclararte. Oh, este lo has firmado — dijo al ver el primer documento. — Bien, una copia es para ti.

— Gracias.

— Mira, Myriam te proporcionará el uniforme que usarás. Esto de aquí sobre los horarios es porque solo trabajarás por las noches de domingo a martes. El miércoles y el jueves seguirán siendo tus días de descanso, y viernes y sábado trabajarás por el día, según se requiera.

— Entiendo.

— El ítem "salud" está referido a tu carpeta médica, que ya la tramitaste al inicio de tu trabajo aquí, es lo mismo que en el contrato anterior. Si te enfermas o tienes un virus o algo, estás obligada a informarlo de inmediato.

— Lo recuerdo.

— Por otra parte, el código de conducta, al igual que la vestimenta, es más formal, sí, señor, no, señor, muchas gracias, señor... solo eso, sé prudente.

— Bien.

— Si tienes algún problema con alguien, busca ayuda — asentí. — La vivienda, te quedarás aquí excepto los días de descanso.

— Eso me parece algo extremo — comenté.

— Por eso el salario.

No podía refutar, el salario era muy alto.

— Entiendo, bien, no tengo objeciones, pero debería buscar algunas cosas si me quedaré.

— Mañana lo harás, no te preocupes.

Firmé el acuerdo.

— Gracias — dije sin poder evitarlo al ver la cifra escrita.

— Nuevamente, bienvenida — sonrió y en ese momento me resultó muy atractivo. — Ven, te presentaré.

Lo seguí hacia el exterior de las oficinas, cruzamos el recinto hacia la puerta de salida y allí, cerca de las boleterías, había una puerta con letras doradas que decía VIP y tenía una cerradura con huella digital.

— Cuando Myriam te dé tu uniforme, también cargaremos tu huella para que puedas entrar y salir libremente.

— Gracias — musité.

Al traspasar la puerta, ingresamos en un pasillo de unos cinco metros al final del cual había una escalera descendente.

La zona VIP, ahora casi vacía, se encontraba pintada completamente de negro. Había luces tenues esparcidas por todo el lugar. A la derecha había compartimentos, con mesas y bancos de estilo antiguo, tapizados en cuero, a la izquierda una pista de baile y más allá un escenario. En el centro del lugar, una barra circular, al fondo, los baños y varias puertas, que no quise preguntar a dónde conducían.

Arami caminaba junto a mí y por momentos su mano se posaba en mi cintura, como si con ello intentara fortalecer mi confianza.

— Chicos... — habló mi jefe a los bartender que ya estaban en el lugar. — Esta es Sandy, estará colaborando un tiempo en reemplazo de Marina.

— Hola — sonreí.

— Bienvenida — dijo uno de los muchachos. Era alto y delgado, muy blanco, de cabello negro, lacio y rebelde, que caía hacia un costado intentando meterse en su ojo, de color verde. Su sonrisa me dejó ver hermosos dientes de depredador; él me lanzó una mirada apreciativa.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.