Te esperé una eternidad

Capítulo 8

Casandra

Tal como él lo dijo, estaba fuera esperándome, apoyado en un automóvil deportivo negro, que seguramente era suyo. Keran era un hombre atractivo. También un vampiro, pero... ¿Los vampiros podían andar en el día? Quizá eran una secta después de todo...

Él me abrió la puerta y yo subí al coche y me coloqué el cinturón. Me quedé callada, mientras él emprendía la marcha, preguntándome toda clase de cosas.

— ¿Qué revista es...? — indagué para cortar el silencio y acallar mi mente.

Nuit Noire, la puedes encontrar en internet.

Otra vez silencio. Silencio. ¿Por qué no podía dejar de pensar en eso de los vampiros y demás criaturas? Él pareció leer mi mente.

— Puedo responderte si quieres — anunció mirándome de soslayo.

— Tal vez otro día — contesté cobardemente, desviando la mirada hacia el exterior.

— En ese caso será el mes entrante, ya que luego de dejarte iré al aeropuerto.

Era lo que hacía todos los días desde que trabajaba allí, esperar al mes siguiente para volver a verlo. Me gustaba, sin duda, pero sus extraños hábitos me daban miedo. Trabajar de bartender en un club nocturno era la máxima valentía que me permitía mi mimada educación. Por lo que no dije nada, y continuamos el camino en silencio. Solo al llegar noté que él sabía dónde vivía yo, sin que se lo dijera. Una cosa más para mi lista de temores, aunque, si él no se había presentado en mi casa nunca, seguramente no lo haría.

— Gracias — dije, disponiéndome a bajar del vehículo.

— Haré que te depositen las horas extras — declaró.

— No es necesario, solo fue un momento — rechacé sin descender.

— Claro que sí.

Debía bajarme de su auto, pero por algún motivo no lo hacía.

— Gracias — volví a decir. — Debo ver a mis padres hoy — hablé de manera distraída, mientras descendía del coche con esfuerzo.

— Gracias a ti, nos veremos pronto — sonrió y encendió el motor para alejarse, mientras yo lo miraba con pesar. ¿Pesar de qué?

Tonta, cómo no lo invitaste, cómo no le preguntaste... tonta, tonta, tonta...” Entré a mi departamento y me dispuse a dormir un rato antes de tener que visitar a mis padres.

Por supuesto que no pude dormir nada, solo podía pensar en él, su perfume, su voz diciendo “Cassie”. Y su mirada intensa sobre mí, parecía que me estudiaba.

Después de una hora de dar vueltas, me levanté, me di un baño y fui a visitar a mis padres. Era miércoles, probablemente papá estaría en sus trabajo y mamá de compras o algo así. Yo les había prometido que iría para almorzar, pero vería qué hacer en casa.

Al llegar, mamá salía.

— Qué temprano, ¿acaso no tuviste tu noche de juerga en ese lugar donde dices trabajar?

— Sí, trabajé. El lugar se llama Carpathians y mi trabajo no es una juerga.

— Eso dices.

— ¿A dónde vas?

— A ver el organizador de eventos para el cumpleaños de tu padre.

— Te acompañaré.

— No vestida así

Yo observé su ropa, un impecable traje de saco y falda, con camisa de seda y tacones. Y yo, jogging…

— Si me esperas, me pondré algo de lo que dejé aquí.

— De todo lo que dejaste, no creas que no me di cuenta de que solo te llevaste la ropa vulgar.

— Sabes qué, vete sola — gruñí y me metí en la casa.

***

Keran

La semana había pasado y no podía dejar de pensar en Casandra. Aunque hubiera deseado insinuarme aquel día, no tenía sentido insistir, ella no estaba preparada, y su dulce aroma había quedado sepultado debajo del acre olor de su miedo. Quizá lo mejor sería olvidarme de ella, después de todo había muchas cosas de las que debía preocuparme antes que de cualquier amorío que probablemente no duraría nada.

Decidí no pensar tanto en ella y concentrarme en lo que era realmente necesario que era la protección de mis empleados. Visité los distintos establecimientos e hice cambiar la dinámica para disminuir al mínimo el riesgo de ataques, contraté transportación, tal como habíamos hecho en Carpathians y también ordené que se habilitaran lugares en los cuales los empleados pudieran alojarse en caso de necesidad y advertí de la situación a todos los que no eran humanos.

El día de reunión con los líderes llegó, y la mayoría de nosotros nos presentamos, y también los lobos, algunas brujas y parte de los Obscuros, una facción de renegados dirigida por Nova. El evento se llevó a cabo en la nueva sede de América, en Groenlandia. Y al frente de todos se encontraban Xander, Aren, Sein y Meribeth.

Esta asamblea fue muy diferente de aquella en la que se formó nuestra actual sociedad. Tenía el recuerdo de que cada quien tomaba un lugar de acuerdo a su rango o edad, mientras que ahora todos estaban mezclados. No solo no había un orden entre los vampiros, sino que no había distinción de razas. Cada uno se juntó a sus amigos según su comodidad, sin importar el estatus de cada quien. Yo me acerqué un poco aquí y otro poco allá, para saludar a todos, pues mi trabajo se basaba en las relaciones sociales.

No nos dieron grandes avances, a excepción de que anunciaron que ya había un nuevo líder en Oceanía. Sin embargo, la reunión parecía tener otro objetivo y era el de generar camaradería. Luego de la corta charla, hubo una cena, al estilo humano, en la que todos degustamos algo, incluso nosotros engullimos alguna fruta. Esto se debía a que éramos de variadas especies, entonces para no desairar ni favorecer a nadie se utilizaban las convenciones humanas. Si hubiéramos sido solo vampiros, la cuestión sería otra, pues habría un desfile de personas jóvenes poniendo sus cuellos a nuestra disposición. Pero eso seguramente sucedería en privado.

— El nuevo local debe estar mejor equipado que el resto... — comentaba Arami.

— Ya realicé ofertas a los edificios vecinos, algunos aceptaron, otros dijeron que lo pensarán, creo que es cuestión de tiempo.




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