Te Prohibo No Amarme Loba. Libro 3

3. ANTONIETA

Una figura agazapada detrás de unos arbustos, mira a un lado y a otro, antes de salir a correr atravesando la calle. Mira desesperada hacia atrás. Tiene que escapar. En sus brazos, una bebé duerme plácidamente. La cubre con la sábana. De sus ojos dorados, resbalan lágrimas de dolor. Vuelve esconderse, detrás de un enorme arbusto junto a un banco, en un parque frente a un hotel.

Mira una pareja de enamorados que se besan. Los ve dirigirse, a donde ella se encuentra. Coloca al bebé en el banco. Y se queda a la expectativa.

Los ve llegar y sentarse, todavía besándose y haciéndose cariños. Hasta que la chica muy hermosa, divisa el bulto que se mueve en el extremo del banco.

— Pierre querido, ¿qué es eso que se mueve en ese envoltorio? Parece un bebé.

— Camile, sé que estás obsesionada con tener un bebé, pero hasta verlo en todas partes, es demasiado querida.

— ¡No Pierre, es un bebé! ¡Míralo, lo han abandonado!

— ¡Oh cielos, tienes razón! — dice mientras la toma en sus manos. — Es una nena Camile, y es muy hermosa.

— Déjame tomarla a mí, Pierre.  Oh, es preciosa, mira su cabello, parece de oro. Por favor querido, ¿podemos llevarla con nosotros? Lo haremos en nuestro avión, la esconderemos bien, nadie sabrá que la recogimos. Llevamos mucho tiempo fuera de Francia, diremos que es nuestra.

— Camile, ¿sabes que nos podemos meter en tremendo problema si nos atrapan?

— Dale querido. ¡Tú tienes problemas con tus espermatozoides, y yo también con mi útero! ¡Este es el único modo, de tener un hijo! Mira, Dios no las debe haber mandado. Nadie nos ha visto. Por favor Pierre.

— Está bien. No la llevaremos al hotel. Quédate aquí con ella. Iré a comprar un bolso donde meterla. Y leche para que la alimentes, y así podamos pasar por el aeropuerto.

¡Tú me haces hacer cada cosa Camile!

— Gracias, querido. No demores, no me gusta estar sola aquí.

— Ya vengo, no te muevas. Trata de que nadie vea que tienes un bebé contigo. Mételo debajo de tu abrigo.

 Lo ve marcharse, para regresar con todo lo que dijo. Por el mal tiempo que se avecinaba, no hubo muchos controles en el aeropuerto. Llegaron sin problemas a su casa. Se las arreglaron, para reconocer a Antonieta como su hija. Estaban felices con ella, hasta que una tarde, mientras estaban en el jardín con ella en su carruaje, Camile estaba observando a Antoni, que reía mirando una mariposa y sus ojos comenzaron a brillar como el sol.

— ¡Oh por dios Pierre, ven a ver a la bebé! ¡Tiene los ojos amarillos, y le brillan como el sol!

— ¿Qué locuras dices Camile?

— ¡Ven a ver! — Le grita asustada.

Pierre se acerca y comprueba que en realidad, los tiene como el sol, se queda observándola, y ve como le vuelven a su color verde. No sabe qué decir. Mira a su esposa que está realmente asustada.

— La llevaremos al pediatra ahora mismo.

— Si querido, me asusta mucho verla así. ¿No será de esos seres endemoniados, que dicen que existen? ¿Por eso, la dejarían abandonada en el parque?

— ¡Camile, no empieces con tus teorías de seres sobrenaturales! Vamos a llevar a la niña al doctor.

 Así lo hacen. Luego de interminables pruebas, el doctor no tiene una explicación, para el cambio de color de los ojos de la bebé. Camile está muy asustada. No quiere acercarse más a ella. Contratan una nana, y a partir de aquel día, nunca más se acercan a ella. A pesar de que quieren deshacerse de ella, como la enseñaron a todos como suya, no pueden hacerlo. Es por eso, que siempre la mantienen en casas solitarias, lejos de ellos. Mientras viajan como siempre, por todo el mundo.

 

Después de rescatar a Juli, están cerca del castillo de Isis. Jacking quiere averiguar si se encuentran todavía en París. Pero decide buscar primero a Antoni.

— Jacking, conviértete en Alfa Supremo, y localiza a mi Antoni. — Le pide Amet.

— Está bien.

Hace lo que le pide, comienza a partir de Amet a buscar a Antoni, la encuentra llorando en un cuarto sola, en una casa en el centro. Se traslada con Amet.

Amet, sé tele transporta a la habitación. Una preciosa, Antoni de cuatro años, lo mira asombrada, pero sin asustarse. Tiene sus hermosos ojos verdes y su narizita roja de tanto llorar. A Amet, se le contrae el corazón de dolor con esa visión. Siente a Ammyt, gemir en su pecho.

— Hola, Antoni — La saluda sonriente, desprendiendo su olor para que ella confíe en él.

— Hola, hueles rico. ¿Eres un ángel? — Le pregunta ella con una hermosa voz. Mientras se levanta, para ir a su encuentro.

— No cariño, soy alguien que te ama mucho. — Responde, agachándose para estar a su altura.

— ¿Me amas? A mí nadie me ama. — Dice Antoni, y se vuelve a echar a llorar.

— No es así linda. ¡Yo te amo, más que nada en este mundo! Por eso, cuando oí que llorabas solita, vine a buscarte.

— ¿De veras? ¿Me llevarás contigo, y nunca más voy a estar solita? — Pregunta, mirándolo con su rostro bañado por las lágrimas.




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