Te puedo asegurar que no soy hetero.

࿓EL INICIO...

Se iniciaba abril y con el mi vida, yo me encontraba a una semana de tomar el desafortunado examen de admisión a la universidad de mi ciudad. A diario mi familia me hacía estribar tanta presión, presión poco soportable para un adolescente de mi edad, está era tanta que a menudo ocasionaba que me preocupara mucho más por mi incierto futuro. Pase toda la semana estudiando día y noche, en esa semana no llegue a conocer lo que se sentía descansar, hasta que llego el infortunio día, día que tuvo como objetivo principal definir el rumbo de mi vida.

Eran las cinco de la mañana, que de por sí ya era un martirio, escuchaba a mi abuela llamando hacia mi cuarto, con la intención de que me levantara, pues ante tan evidente situación era lógico que mis ojos vieran el levante de ese día.

-Emiliano! ¿Podrías levantarte?, se te hará tarde para tu examen.

   -Ya voy! - dije con un tono de enojo, pero se podía percibir también lo asustado que estaba.

Me aliste como mejor pude, al salir de mi cuarto y bajar las escaleras, note que toda mi familia estaba reunida y eso me puso aún más nervioso. Entonces mi teléfono empezó a sonar y note que era una llamada de mi madre.

-Te deseo suerte hijo! Se que lo vas a lograr, te amo mucho. Cuídate.

Y colgó el teléfono.

Ni siquiera tuve tiempo de responder, pero aun así eso me dio un poco más de seguridad. Al rato mi abuela me llamó para subir al auto e ir a la universidad.

- ¿Quién te llamo? - Me preguntó al cerrar la puerta del auto.

 -Era mi madre, me llamó para desearme suerte. – Respondí.

Vi la expresión en su cara y cualquiera que la viera podría darse cuenta que no fue algo que le agradó.

-Se atreve a llamar luego de irse y dejarte abandonado?, ¿Qué tipo de madre hace eso?

 -No quiero hablar de eso, no arruines mi día más de lo que ya está. – Dije exaltado.

Ella me miró y siguió manejando.

Al llegar a la universidad, el miedo se apodero de mí y mi abuela al darse cuenta me abrazo y me dijo.

-Se que lo vas a lograr, has pasado por mucho para llegar aquí, y todo eso habrá valido la pena al salir.

Solo sonreí y fui hacia la puerta de ingreso.

Pasaron tres horas desde entonces y yo estaba terminando ese maldito examen que tenía el poder sobre mi vida y mi futuro. Cuando de pronto por el altavoz se escuchó que el tiempo había acabado. En ese momento sentí mucho más temor que antes de salir de casa, mi cuerpo empezó a temblar y salí corriendo hacia la salida.

Había gente por montones y no lograba ver a ningún familiar mío, entonces simplemente cogí camino y fui caminando hacia mi casa. En el trayecto iba revisando una y otra vez el examen para poder asegurarme las repuestas que había acertado.

Al llegar a casa, quería que mi familia estuviese esperándome, pero no fue así. Subí los escalones y me encerré en mi habitación, puse un poco de música, me acosté en la cama y me quedé dormido.

Al despertar eran las seis de la tarde. Entonces escuche que tocaban la puerta, baje y al abrir era Camila, una amiga con la que fui a la preparatoria, hasta incluso postulamos a lo mismo en la misma universidad.

-Emiliano!, justo venía a verte. ¿Cómo te fue en el examen?

 -Supongo que bien, la verdad no quiero ver si fui admitido o no. Pero, ¿Y cómo te fue a ti?, ya que te veo muy contenta.

-Supongo que bien, de todas formas, no importa. Vine a verte para ir a cenar y luego ver los resultados del examen juntos.

 -No tengo ánimos de salir. – Dije con una voz perezosa.

-Por favor solo un rato, ¿sí?

 -Está bien, pero debemos venir temprano, seguro mi familia no demora en llegar para oprimirme con sus preguntas sobre el examen de la universidad.

Fuimos por unos tragos y comida, ella estaba muy ansiosa por saber si fue admitida o no, por lo que abrimos la página de la universidad, para que dejara de molestar, buscamos su nombre y los resultados no fueron los esperados.

<NO ALCANZÓ VACANTE>

Al ver eso, Camila rompió en llanto y pidió retirarnos del lugar.

Fui a dejarla a su casa mientras la consolaba y animaba. Luego me dirigí a la mía y noté que mi familia ya había llegado.

Mi cuerpo empezó a temblar de nuevo y al tocar la puerta, veo que mi abuela sale con los ojos llorosos a recibirme y yo no sabía que había pasado cuando de pronto me abrazo y me dijo.

-Lo lograste hijo! Fuiste admitido.

Yo no podía creerlo, mis ojos empezaron a derramar lágrimas por montones, al pasar, mi familia estaba esperándome con una gran cena. Por primera vez me sentí querido por ellos.

Note que todos habían estado llorando y simplemente me heche a reír.

Todos mis familiares vinieron a felicitarme y a darme apapachos. Pero a mí eso no me importaba, yo solo esperaba la llamada de mi madre, la cual nunca llegó.

 

Las clases de la universidad iniciaban la semana siguiente, por lo cual decidí relajarme toda la semana que me quedaba. Sali a pasear, fui al cine, invité a mi mejor amiga, llamaba a Esther para hacer una maratón de series. Hice tanto que sin darme cuenta ya era domingo y al día siguiente iniciaban mis clases en la universidad. Procure no ponerme nervioso, ya que no conocía a nadie y Camila no había sido admitida. Estaba solo es esta nueva etapa.




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