Te SueÑo Y No Estas

CAPÍTULO 11

Siento algo de frio sobre mi pecho y me remuevo un poco, cubriéndome con las mantas girándome de lado abriendo ligeramente los ojos encontrándome con un espacio vacío. Mónica se ha marchado dejándome solo en esta solitaria habitación, no la puedo culpar por su acción, obviamente se sentiría usada y prefirió irse sin decir nada.

Honestamente me siento como un canalla, nunca hice algo como esto. Acostarme con una mujer solo para olvidar a una mujer que ni existe. Puedo considerarme una basura en este momento, me siento en el borde la cama mirando alrededor con la ilusión de que me haya escrito una nota, pero no hay nada lo único que hay son mis prendas tiradas por el suelo. Exhalo recorro mi pelo hacia atrás con mis manos levantándome.

Recojo mi ropa y me visto, arreglo un poco mi cabello desordenado y salgo de la habitación del hotel dirigiéndome hasta mi casa a descansar. Me recuesto nuevamente en mi cama con mis manos tras de la nuca y recuerdo la noche de ayer y me cuestiono. Talvez debería intentar con una mujer, que si es real y no con alguien ficticia. Quisiera intentarlo, pero estoy seguro que Mónica no estaría de acuerdo con esto sintiéndose utilizada.

En la noche pude olvidar a esa mujer, aunque sea por unas horas, en los brazos de Mónica y ahora nuevamente esos sueños vuelven a mi cabeza. La solución que Billy y Fernando me propusieron a un inicio, no sirvió de nada, talvez lo logre por unas horas, pero no para siempre. Estar acostado no me favorece, me levanto y salgo a caminar por las calles frías el cielo esta nublado y como dije me gusta este ambiente, para mi es el más relajante y va conforme a como me siento en estos momentos.

Camino y sigo caminando veo a parejas juntas de todas las edades, tomados de la mano caminando otros sentados en las bancas y solo hace que mi resentimiento crezca a cada momento al ver esto. Aprieto con fuerza mi puño, mientras que mi sangre hierve alejándome de este lugar llegando a un área despejada, arrimándome a un monumento deslizándome hasta quedar sentado apoyando mi frente en mis nudillos.

–¿Dónde estás? ¿Quién eres? –pregunto aun sabiendo que no tendré respuesta al encontrarme solo –si existes y estas ahí afuera dame una señal para encontrarte, o tu destino has que esa mujer sea real y nos encontremos. Para saber que siento y decirle tantas cosas las cuales quiero liberar de mi pecho, haciéndome sentir oprimido y asfixiado.

No tengo respuesta ni siquiera una señal. Lo único que siento es el viento helado chocar con mi rostro, y una mayor impotencia al no tener respuesta de lo que quiero.

–Señor –recurro a él en estos momentos donde me siento derrotado impotente –se bien que no soy un hombre correcto y soy igual a muchas otras personas que solo te buscan cuando necesitan un favor. –Porque así son los seres humanos buscamos a nuestros, amigos, nuestra familia, buscamos a Dios cuando necesitamos algo y queremos sea atendido –¡Por favor! Dame una señal para saber si aquella mujer es real o no. Solo una señal te pido –digo suplicante.

–¿Qué señal? –mis ojos se abren al escuchar la voz de Lisbeth.

Levanto mi mirada conectando con la de ella. No verdad no esperaba esta señal, además no sé si es esta una señal. Tal parece mi petición no fue escuchada, sintiéndome como burlado. Siento como si se rieran de mí en la maldita cara, talvez solo deba resignarme a aceptar de que no es real.

–Lisbeth –digo su nombre.

Ella avanza hacia mi tomando asiento junto a mí –hola –dice con la voz suave, aun siento esa misma melancolía de ayer.

–¿Me estas siguiendo? –pregunto.

La verdad es rara encontrarla dos días seguidos, no es algo normal o solo sea coincidencia y francamente no creo en eso talvez en la ironía. Es lo más lógico en estos casos.

–Talvez si o talvez no –responde.

No me quiero poner a conjeturar sobre su respuesta, me provocaría más dolor de cabeza del que ya tengo y no necesito más de esto.

–Dos veces seguidas. Ni siquiera en el colegio ocurre esto –respondo.

Ella permanece en silencio, abraza sus piernas y oculta su rostro en ellas –ayer si fue casualidad encontrarte –noto aflicción en su respuesta –hoy… –se queda en silencio y lo confirmo –debo parecer una loca.

–Estas confundida. No quiero lastimarte –respondo.

Levanta su mano y limpia una lagrima que escapa de su ojo –¿A qué señal te referías? Por lo que vi, estabas desesperado hablando contigo mismo.

Esbozo una risita –debí parecer un loco verdad. Hablándole a la nada.

–No lo veo así. ¿Cuál es la señal que querías? –pregunta.

Necesito desahogarme, liberar algo de tensión. Aunque no sé si deba hablar de esto con ella, apenas y la conozco, además parece estar desarrollando sentimientos hacia mí es lo que puedo notar con su comportamiento. Aun así, necesito hablar con alguien, necesito que alguien me escuche unos minutos.

–Una que me diga que existe –respondo.

–¿Existe? –repite con duda.

Levanto la mirada hacia el cielo y soplo aliento helado –alguien que no se si existe, se ha convertido en una obsesión para mí. He buscado respuestas, pero nada me dice algo concreto de lo que ocurre en mis sueños –explico y es la explicación más trivial que dicho en toda mi vida. 




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