Te SueÑo Y No Estas

CAPÍTULO 16

Nuevo día, nuevo amanecer y nada cambia. Sigo varado en este mismo lugar, dos días han pasado del tiempo que me di y lo único que eh conseguido ha sido aumentar más mi angustia de mi pesar, esta esperanza ciega que sigo empieza a menguar y todavía así me sigo resistiendo a dejarla ir. Esperare esos tres días más y si nada cambia, la buscare a ella.

¿Qué es más doloroso? Seguir una esperanza ciega o una esperanza real. Si me lo preguntaran a mí diría que la ciega, pues estamos a la expectativa de que sea real tal y como lo pensamos, no tenemos certeza de nada y de nadie. Nos sumergimos en el dolor y soledad esperando que todo sea revelado, que nuestra angustia desaparezca. Que nuestro dolor se acabe.

Estamos tan sumergidos en eso, recurriendo a medidas drásticas para tratar de mejorar nuestra vida, mejor dicho, para escapar de lo que nos atormenta. Unos buscar placer para compensarlo, otros se dan tiempo y cumplido toman otros caminos. Yo eh hecho ambos. Me di placer con Mónica y me di tiempo, para tomar el camino ya decidido, si todo esto no sale conforme a lo que deseo y lo único que deseo es saber si ella es real y si es real saber si ella también soñaba conmigo al igual que yo. Y siendo así trasformar ese sueño en realidad, empezar una relación juntos, pero estoy a la espera del tiempo que me di.

Mi celular timbra. Veo el mensaje de voz de Fernando. Lo abro.

–Hey ¿Dónde estás? Trae tu maldito trasero aquí –dice molesto.

Estos son fastidiosos, ya les dije que estaría ahí justo a tiempo. Odio que me presionen, cuando ya saben que siempre estoy a tiempo y por la hora en mi reloj llegare en menos de media hora. No contesto sigo viajando mirando por la ventana pasar las casas de la ciudad hasta que llego finalmente a la estación, por suerte tome un bus que pasa por la estación.

Bajo sujetando mi mochila camino hasta la entrada donde varios de mis compañeros, está caminando por todo el lugar. Llego hasta el patio y veo a Billy y Fernando acercarse.

–Ya era hora –dice Fernando con autoridad. Lo cual me enoja y lo miro seriamente.

–Ve a prepararte. Este día es muy reñido –comenta Billy.

–Sí, sí. Ya me lo dijeron. No sean fastidiosos –digo gruñendo.

Tomo la mochila y me dirijo hacia las habitaciones, para cambiarme de ropa y prepararme para la revisión de personal y equipos de la estación.

–Pero muévete, muévete –ordena Fernando.

Lo regreso a ver con mala cara no estoy de ánimos, para soportarle sus tonterías y su disque mando dentro de la estación. Billy y Fernando tienen más antigüedad que yo, solo por un año, en cierto sentido soy un subordinado de ellos, pero soy más habilidosos con los equipos y los cursos de entrenamiento. En ese sentido yo soy superior a ellos en habilidad y ellos en tiempo de antigüedad, aunque también son muy hábiles yo solo les gano por tiempos.

Dentro de la habitación arrojo mi mochila sobre mi cama, abro mi casillero y está todo en orden tal y como lo deje saco mi uniforme y me visto. Dejo guardando todo y vuelvo al patio central y todos ya están listos corriendo de lado a lado, listos para la revista. Apresuro el paso tomando formación en el pelotón formado, a mi lado están estos dos.

–Ya era hora –se queja Fernando.

–¡Quieres dejar de joder! Te pones irritante en estos momentos –digo con cansancio de su actitud.

–Déjalo. Ya sabes que el sueña con ser el capitán de la estación. –comenta Billy.

–Sí, pero para eso falta mucho tiempo. Cabrea que se ponga así –digo con enojo.

–Te estoy escuchando sabes –interviene Fernando mirándome seriamente.

–Esa era mi intensión –respondo.

–Sabes. Cuando sea capitán, no dejare que insubordinados como tú haga lo que quieran, les pondré un alto de inmediato. Para que sepan quién es el jefe.

–Ya veo que serás un buen jefe –dice divertido Billy.

Me rio y me gano la mala mirada de Fernando. –Sé que serás un buen capitán –digo con toda sinceridad y lo sabe.

–Claro que lo seré –afirma con la voz segura.  

No tengo dudas de que, si Fernando llega a capitán de una estación, lo hará de manera ejemplar. De eso no tengo la menor duda, su comportamiento, personalidad y el liderazgo que posee lo haría merecedor de esa oportunidad, incluso me atrevería decir que se convertirá en él capitán al mando de una estación más joven.

–Buenos días –llega el capitán, pasa una rápida mirada –veo que todos están presentes aquí. –se mantiene firmes en el mismo lugar –como sabrán este día tenemos la revista del personal de la estación, el equipo y vehículos para comprobar el estado de la de nuestra estación. Nuestro desempeño, ante los llamados de emergencia que puedan suscitarse en cualquier momento.

–Mismo discurso de siempre –digo bajo mientras el capitán sigue hablando –hey Fernando. Espero que tus discursos no se repitan –digo riendo.

Chasquea –Chss… cierra la boca –suelta molesto.

Rió –¿Cuál es el chiste Rodríguez? –el capitán esta frente a mí.

–Disculpe capitán –respondo.

–Pague cincuenta –ordena.




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