Te SueÑo Y No Estas

CAPÍTULO 20

Tomo una ducha rápida saliendo para la formación de la mañana, nuevamente esta rutina de los días lo hago de inmediato, hasta el mediodía en lo que me dirijo hasta la oficina del capitán para hablar y conseguir un permiso por unas horas. Aunque pensándolo bien. Me detengo a medio camino hasta su oficina, para pedir permiso me lo debe al comprometerme a una fiesta sin preguntar por mi opinión.

Doy media vuelta saliendo de la estación mirando la calle a ambos lados. Tomo una fuerte respiración y empiezo mi camino por el lado derecho de la calle, en mi sueño ella me dijo que está más cerca de lo que yo pienso. Con esa idea en mente, camino sin rumbo por las calles de la ciudad, con la ilusión de que sea el destino quien nos encuentre al fin en esta realidad y no en los sueños.

Nunca creí en el destino, pues sencillamente significa esperar algo incierto y de cierta forma es darte por vencido sin siquiera haber empezado. Ese era y es mi pensamiento acerca del destino, sin embargo, hay otros personajes que lo tienen en otro concepto. Dicen que es sabio ya que es el encargado de poner a las personas correctas en tu vida, personas destinadas a quedarse contigo o simplemente para dejarte grandes lecciones.

En este momento de mi vida estoy dejando de lado mi pensamiento, estoy abandonando aquel pensamiento solamente por ella. A pesar de tener los ojos abiertos en este momento, estoy caminando ciegamente anhelando encontrar aquella mujer. Anhelando un suspiro, un abrazo, un beso de ella en esta travesía sin sentido.

–¿Dónde estás? –pregunto al vacío. –¿Dónde está la mujer de mis sueños?

Los minutos avanzan tranquilamente, sin ninguna preocupación yo por mi parte empiezo a desesperarme. Eh caminado por un largo tiempo, una larga distancia y sigo sin encontrar nada.

Y sin darme cuenta llego hasta la comisaria. Me sorprendo al notar que llegue aquí, mi intención era encontrarme de casualidad del destino con ella, o talvez solo quería llegar aquí para tomar un atajo para llegar más rápido con ella. Parado frente la comisaria, veo las personas entrando y saliendo. Reviso mi bolsillo sacando el dibujo que hice de ella, echándole una mirada solo para darme más ánimo y dar el primer paso directo hacia la comisaria.

Dentro está más agitado, veo a los oficiales moviéndose de un lado para otro, teléfonos sonando.

–¡Vaya! ¡Que complicado es aquí! –digo bajo.

–Buenas tardes. ¿Puedo ayudarlo? –escucho una voz fémina.

Dándome la vuelta encontrándome con una oficial, lleva un pantalón de tela una camisa azul con su placa colgando de su cuello y el arma en su muslo derecho. Su cabello recogido en una cola de caballo alta sus ojos de un color caramelo, es muy bella y que se dedique a esta profesión me asombra. Es una mujer de mucho carácter por lo que puedo ver en su postura y su mirada penetrante. Sí que intimida. Me gusta.

–Buenas tardes. Eh, si… –muevo la cabeza –quisiera que me ayude a encontrar a esta persona –enseño el dibujo.

La oficial se queda mirando el dibujo y luego a mí –¿De qué conoce a la señorita? –pregunta. Me quedo sin palabras, no se prácticamente que responderle si le digo que la eh visto en mis sueños. Directo al manicomio. –Acompáñeme ¡por favor! –La sigo esto por lo menos me dará tiempo para pensar en algo creíble, pero. ¿Qué puede ser creíble? Toma asiento en su silla –bien lo escucho.

Demonios no se me ocurrió nada. –Me gusta dibujar –voy a mentir con la verdad –la vi una vez en el parque y… –la oficial se me queda mirando.

–No me diga. Se enamoró de ella –lo dice divertida.

Si supiera que esto es muy importante para mí, aunque tiene razón en lo último estoy enamorado de ella, de lo contrario no estaría aquí intentando buscarla.

–Probablemente –respondo. Mi respuesta no es del agrado, de la oficial que me mira como si fuera un psicópata –escuche. Solo, quiero encontrar a esta mujer. Es muy importante para mí. No tiene idea de cuánto.

La oficial se reclina sobre su silla y regresa a mirarme con seriedad –¿Cómo sé que usted es una persona íntegra?

Meto mi mano al bolsillo, entrego mi identificación y mi carnet que me identifica como miembro de los bomberos –eso lo comprueba.

Ella los revisa y los coloca sobre el escritorio y toma el dibujo –será algo complicado. Este dibujo no, nos llevara a ningún lado. A pesar de lo bien dibujado –me mira.

–Con tal de que me dé una pista es suficiente para mí. Solo pido eso una pista, una señal que me indique donde encontrarla –acabo de sonarme desesperado y es que lo estoy.

–Veré que puedo hacer, pero si logro encontrarla usted vendrá conmigo –dice seria.

Sonrió –como quiera oficial. Gracias por su tiempo –digo levantándome saliendo de la oficina.

Vuelvo a las calles nuevamente en mi brusquedad de ella, en la casualidad del destino de encontrarnos de cierta manera. Ya he recorrido más calles, eh revisado mi reloj a cada instante, miro a las personas caminar por la vereda, las nubes pasan, la brisa choca contra mí. Hasta que se produce una fuerte brisa que me retiene. Exhalo y camino hasta el parque, tomando asiento en una de las sillas me reclino hacia atrás mirado el cielo que empieza a tornarse naranja.

–David –reconozco la voz de Lizbeth. Bajo la mirada –¿Qué haces ahí? –tiene una sonrisa al ver mi posición con los brazos extendidos.




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