Te veo en Rusia

Capitulo 3

―Ya le expliqué, señorita, que no está dentro de mi poder las decisiones que toma mi cliente al cancelar nuestra reunión―, decía Dimitri intentando conservar la calma ante el teléfono, pero la mujer al otro lado de la línea no ayudaba mucho. ―No me estoy burlando de usted, señorita. Entiendo que le fue difícil agendar un lugar para hablar con su jefe, pero... sé que también tiene cosas que hacer. Lamento tener que... ¡Pues me importa un carajo! ― gritó Dimitri al teléfono. Llevaba ya un buen rato hablando con esa secretaria tan desesperante que terminó por enfadarse. ― ¡Usted y su jefe pueden irse al diablo! Además, usted debería agradecerme a mí por cancelar la reunión. ¡Así no tendrán que estar de lamebotas para tomar nuestro dinero! ―

Dimitri colgó el teléfono con brusquedad y se pasó una mano por el cabello, frustrado. La mujer del otro lado había sido completamente frustrante, y él ya no estaba dispuesto a tolerar más tonterías. Con un suspiro, se levantó de su silla y se dirigió al minibar de la suite para servirse un whisky. Estaba claro que Brandon no iba a asistir a la reunión, ya que la decisión estaba tomada.

Mientras Dimitri se servía su copa, Olivia entró en la habitación, y su mirada se posó en su amigo frustrado. ― ¿Qué ha pasado, Dimitri? Pareces furioso. ― preguntó con diversión. Dimitri era de carácter algo explosivo, de ahí su peculiar apodo.

Dimitri tomó un trago de su whisky antes de responder. ―Tu hermano tiene la culpa de todo esto. La secretaria de ese hombre es una pesadilla, y no puedo soportar más su falta de profesionalismo. ― dijo con irritación.

Olivia suspiró y se acercó a Dimitri. ―Lo siento, Dimitri. De verdad, lo siento. Estoy segura de que Brandon tenía buenas razones para tomar su decisión, y yo confío en él. ―

―Sí, lo sé, ― asintió, aunque aún estaba visiblemente molesto ―pero eso no cambia el hecho de que este proceso ha sido una completa pérdida de tiempo. ― se lamentó.

―Sabes que mi hermano puede ser un poco precipitado, pero también es muy perfeccionista. Seguro que tiene una razón válida para esto. ― trató de tranquilizarlo.

―En realidad, creo saber la razón detrás de todo esto, pero al menos hubiera visitado los demás sitios y así me ahorraba este lío― confesó Dimitri tomando un último trago y dejando atrás a una confundida Olivia.

A la mañana siguiente, en un lugar completamente distinto de la ciudad, un grupo de hermanos desayunaba tranquilamente; Liam no pudo evitar sonreír ante la linda pero caótica mañana que compartía con sus hermanos. La vida familiar podía ser complicada, especialmente con sus padres ausentes la mayor parte del tiempo, pero eran momentos como estos los que hacían que todo valiera la pena.

Luego de asegurarse de que todos estuvieran listos para el día, Liam se despidió de sus hermanos y comenzó a limpiar a paso veloz. Una vez acabado todo, salió hacia la pista de hielo. El trayecto habitual le llevó poco tiempo, y pronto se encontró frente al edificio de la pista. Sabía que hoy sería un día diferente; podía sentirlo.

Al llegar a la pista de hielo, notó que había menos actividad de lo normal a esa hora. El lugar parecía estar en plena preparación para la jornada, y muchos de sus colegas se apresuraban a poner todo en orden.

Al poner un pie dentro del lugar, Sebastián lo recibió con una mirada de desaprobación. Aparentemente, no estaba de humor; lo que no era sorprendente después de su discusión la noche anterior, aunque en realidad nunca estaba de buen humor. Molesto, le preguntó a Liam qué estaba haciendo allí.

―Solo vine a dar una vuelta‒ respondió Liam con un tono casual, tratando de no levantar sospechas.

Pero Sebastián no estaba satisfecho y, con un tono un tanto sarcástico, le pidió a Liam que pagara la entrada como cualquier otro cliente. A regañadientes, Liam desembolsó el dinero. No podía permitir que nadie supiera el verdadero motivo de su presencia en la pista de hielo.

―No quiero problemas, o dile adiós a tu trabajo― advirtió Sebastián.

Liam pasó casi tres horas observando todo lo que ocurría a su alrededor, pero no encontró ninguna pista o algo de lo que estaba buscando. Tenía pensado preguntarle a Sebastián, pero la idea se esfumó en cuanto le dirigió la palabra. Vaya que seguía molesto por lo de anoche, y sus compañeros, bueno, no eran muy cercanos a él y tampoco era como si tuvieran información. Llevaban incluso menos tiempo trabajando ahí que Liam, y si él no sabía nada, era probable que tampoco ellos.

Liam estaba a punto de abandonar la búsqueda cuando, en el momento menos esperado, vio a Brandon subir las escaleras que conducían a las oficinas de la pista de hielo. La curiosidad lo invadió, y Liam sintió que estaba a punto de descubrir algo importante. Comenzó a caminar discretamente hacia las escaleras, pensando en la posibilidad de escuchar a escondidas. Sin embargo, su plan fue frustrado por un hombre de apariencia refinada que lo miraba con desaprobación desde su lugar.

―Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación―, dijo Dimitri con una sonrisa ladina, pues de todas las personas era él quien hablaba de educación.

―Yo…― Liam se sintió atrapado sin saber cómo salir de aquella situación tan vergonzosa y comprometedora. ―No estaba… no planeaba escuchar a escondidas. Soy… trabajo aquí―, se apresuró a excusarse.

―Eso ya lo sé, niño―, respondió Dimitri levantándose de su asiento. ―Van a tardar un poco adentro, demos una vuelta―, dijo bajando las escaleras.




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