Te veo en Rusia

Capitulo 14

Capítulo 14

Liam inhaló profundamente, desviando la mirada para ocultar su nerviosismo y miedo. Se sentía diminuto, como si retrocediera en el tiempo y volviera a ser ese niño asustadizo.

— Estoy haciendo horas extra — respondió Liam, tratando de mantener la calma.

— ¿En la pista? — preguntó su padre, con suspicacia.

— Sí — contestó Liam, percibiendo cómo su corazón golpeaba con fuerza en su pecho.

Silenciosamente, su padre se levantó del sofá y avanzó hacia su hijo. En un instante, un golpe resonó en la sala. La mejilla de Liam ardió por el brutal impacto, dejándolo en un silencio abrumador, mientras la atmósfera se volvía más tensa, con cada segundo que pasaba.

— No espero nada de ti Liam, —dijo su padre con dureza — pero al menos no inventes excusas. Tu jefe vino en la tarde a buscarte porque no respondías las llamada. ¿Dónde carajo estabas? —

— Salí con unos amigos — respondió con la mirada gacha.

— No haces más que perder el tiempo. Tu madre y yo nos matamos trabajando para que tu y tus hermanos tengan un techo y comida en la mesa. Lo único que pido es que pongas de tu parte; pero no haces más que decepcionarme cada día — dijo su padre, escupiendo cada palabra cual veneno.

Liam no respondió, estaba acostumbrado a guardar silencio ante los regaños de su padre. Sentía como su corazón latía con fuerza y el aire se escapaba de sus pulmones. Apretó los tirantes de su mochila con fuerza para sacar su frustración. Gran error.

— ¿Qué traes en la mochila? — preguntó frunciendo el entrecejo.

Liam se tensó al instante, tratando de pensar rápidamente en una excusa.

— Son solo cosas del trabajo, papá — respondió Liam, intentando sonar lo más convincente posible. — nada importante.

El padre de Liam arrebató la mochila de su hombro con brusquedad, ignorando cualquier intento de resistencia por parte de su hijo. Al abrirla, descubrió un par de patines, y su mirada se oscureció.

— ¿Patines? — preguntó su padre con voz ruda. — ¿Otra vez con esta idea tuya? ¡Cuántas veces te he dicho que te comportes como un hombre! ¡Ya tengo suficiente con un hijo inútil! ¿Ahora también maricón? — exclamó mientras arrojaba los patines al suelo.

Liam tragó saliva, sintiendo su cuerpo temblar. Se sentía como ese niño indefenso de nuevo. Quería expresar la verdad, ser honesto consigo mismo y con su padre, pero el miedo lo dominaba. El temor y la decepción se apoderaban de él.

— Te dije que eran cosas del trabajo — respondió Liam, con fingida calma — Están estropeados, y debo arreglarlos —

Su padre lo miró con escepticismo, sus ojos examinando a Liam en busca de cualquier quiebre, un error o cualquier cosa que lo delatara.

— Mas te vale que no estes mintiendo esta vez — gruñó su padre, pero después de un momento de tensión, dejó pasar el asunto — Haz lo que quieras, solo no me avergüences —

Liam asintió, agradeciendo internamente que su improvisada excusa hubiera sido suficientemente convincente. Recogió su mochila con disimulo, deseando escapar de la presencia de su padre.

—Buenas noches — dijo subiendo las escaleras, sin siquiera esperar una respuesta. Solo quería estar en su habitación.

Cerró la puerta de su habitación tras de sí, sintiendo un alivio momentáneo al estar a salvo. Dejó caer su mochila en el suelo con un suspiro y se dejó caer junto a ella. El cuarto estaba en penumbras, solo iluminado por la luz de la luna que se filtraba por la ventana.

Liam cerró los ojos por un momento, intentando calmarse a sí mismo y contener las lágrimas que amenazaban con brotar. La decepción, el miedo, la frustración; todos esos sentimientos se mezclaban en su interior. Se preguntaba cuánto más podría seguir ocultando su verdadero yo, cuánto tiempo más podría vivir bajo las expectativas y prejuicios de su padre.

Se levantó lentamente, encendió la lámpara de su escritorio y se sentó en la silla. Su mirada se posó en los patines que descansaban en un rincón de la habitación. Eran su refugio, su escape del mundo que lo oprimía. Liam suspiró, sabiendo que, aunque las mentiras lo protegían momentáneamente, no podían cambiar la realidad que anhelaba.

Necesitaba que alguien lo escuchara, alguien que lo entendiera y no lo juzgara por quien era; mas aun, necesitaba a alguien que comprendiera su propio miedo. Tomo su teléfono y marco el número, sus dedos golpeando la mesa con ansiedad mientras el sonido de la llamada en curso resonaba en su odio.

— Hola, Liam — dijo a voz al otro lado de la línea, con calidez y alegría.

— Hola, Liv — respondió Liam sintiendo la calma llegar a su ser, mientras una débil sonrisa se formaba en su rostro.

— ¿Qué tienes? — pregunto con preocupación al notar el tono tan decaído del chico — ¿Paso algo? —

— Nada importante — mintió Liam — Solo quería escuchar tu voz —

Un silencio se formó entre ambos. Liam había tomado por sorpresa a Olivia, dejándola sin palabras ante su sinceridad; Liam rió suavemente, no tenia esa intención, pero se sintió triunfante. Tampoco había mentido, el realmente quería escuchar su voz.

— ¿Te desperté? — pregunto cambiando de tema.

— No — se apresuro a contestar — Apenas iba a dormir —

— Oh, entonces será mejor que te deje descansar — dijo dispuesto a terminar la llamada

—¡Espera! — interrumpió Olivia — Yo… en realidad no tengo sueño — dijo con una pausa, como si estuviera considerando sus palabras — Aunque posiblemente estes cansado después de la competencia y quieras dormir, así que tal vez yo debería colgar y dejarte descansar —habló con rapidez, causando en Liam una sonrisa genuina.

— Tampoco tengo sueño — dijo Liam — Además, hablar contigo es justo lo que necesitaba para relajarme después de todo. No puedo dejar de pensar en la competencia —

— Estoy igual — respondió Olivia. Liam pudo escuchar cómo se dejaba caer sobre la cama — Hace tiempo que no compito, debo admitir que estoy nerviosa —




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