El regreso a casa fue silencioso; Liam se la pasó mirando por la ventana todo el camino; no tenían idea de qué estaba pensando, pero lo dejaban ser. Llegaron caída la noche e insistieron en estar presentes cuando tuviera que hablar con su padre, pero él se negó.
— Es algo que debo hacer por mi cuenta — dijo bajando de la camioneta.
Siempre lo dejaban frente a su casa, pero esta vez pidió que estacionaran el carro unas cuadras antes. Su padre habría de estar molesto después de tantas llamadas perdidas; posiblemente aún lo esperaba despierto. No quería que su padre arremetiera contra ellos, además de que sería algo muy vergonzoso.
Caminó por la acera con lentitud, observando cada detalle del asalto y las paredes de su vecindario. Había vivido ahí toda su vida, y solo ahora notaba detalles que nunca había visto.
Mientras avanzaba, la calle parecía más tranquila de lo habitual. Las luces de las farolas proyectaban sombras tenues sobre las fachadas de las casas. Los árboles se mecían suavemente con la brisa nocturna. Liam recordaba haber pasado por allí cientos de veces, pero ahora todo se sentía diferente, como si sus sentidos estuvieran más agudos. De repente, una figura se acercó corriendo desde atrás.
— Liam, espera — exclamó Olivia — Te acompaño hasta tu casa — dijo cuando estuvo frente a él.
— No es necesario, Liv. Estaré bien — dijo Liam con una sonrisa tranquila.
— Pero yo no, así que te acompaño — respondió ella.
— No te haré cambiar de opinión, ¿cierto? — dijo riendo suavemente.
— No — respondió — ¿Vamos? —
Ambos comenzaron a caminar juntos, platicando de cosas triviales, evitando a toda costa el asunto que los afligía. Aunque el camino era corto, la tensión en el aire lo hacía sentir más largo de lo normal.
— ¿Estás seguro de que estás bien, Liam? — preguntó Olivia, con un tono preocupado.
— Sí, Liv, estoy bien — Liam sonrió para tranquilizarla — Gracias por acompañarme hasta aquí —
Se detuvieron frente a la casa de Liam, al otro lado de la calle. Él miró aquella casa preguntándose si tendría el valor de cruzar la puerta o si saldría corriendo en último instante. Olivia notó su debate interno y tomó la mano de Liam para transmitirle confianza y valor, de la misma manera que lo hacía. Liam, algo sorprendido por su gesto, bajó su mirada hacia sus manos entrelazadas, para luego mirarla a ella y sonreír en agradecimiento. Justo en ese momento, un fuerte grito rompió la tranquilidad de ambos.
— ¡Liam! ¡Maldito hijo de p**a! —
El corazón de Liam se detuvo en seco al escuchar la voz de su padre. Se giró hacia el origen del grito, y su rostro palideció. Su padre caminaba en su dirección, con una expresión furiosa. Por instinto soltó la mano de Olivia.
— Papá — su voz temblaba — Déjame explicarte… — comenzó Liam, pero no tuvo la oportunidad de decir mucho más.
Un poderoso golpe se estrelló contra su mejilla, enviándolo al suelo. La sorpresa y el dolor se reflejaron en los ojos de Liam mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder. Su padre jamás lo había golpeado frente a otra persona, aun cuando sus hermanos estaban presentes; él solo usaba palabras hirientes, nunca lo golpeó frente a ellos.
— ¡No te atrevas a hablar de nuevo, Liam! — gritó su padre, con un tono lleno de desprecio, soltando otro golpe, sin darle oportunidad a Liam de levantarse — ¿Patinar, humillándonos de esta manera? —
El padre de Liam continuó descargando su furia con golpes sucesivos, ignorando cualquier intento de defensa por parte de su hijo. Cada golpe era como una afirmación de su desprecio.
— ¡Detente! — gritó Olivia horrorizada — ¡Alguien, ayuda por favor! —
Las luces de los vecinos se encendieron ante el alboroto. Algunas miradas curiosas asomaron por las ventanas, pero nadie hizo nada. Olivia buscaba desesperada a alguien que pudiera ayudar. Todo pasó tan rápido que ni siquiera notó cuando llegó Dimitri, derribando al padre de Liam con un potente golpe.
Brandon llegó después de él, se acercó a Liam preocupado. El chico tenía el labio roto, con un rastro de sangre que se deslizaba por su mentón. Aunque intentaba ocultarlo, sus ojos reflejaban el dolor que sentía en su corazón.
— ¡Liam, ¿estás bien?! — preguntó Brandon, preocupado.
El padre de Liam cayó al suelo, recuperándose de la sorpresa.
— Esto es entre mi hijo y yo — exclamó, mirándolos con desdén — Crie a un p**o maricón —
Liam, aún en el suelo, luchó por levantarse, pero la vergüenza y el dolor lo mantenían paralizado. Intentó pronunciar una palabra, y lo único que logró salir de sus labios fue un débil "papá".
— ¡Ni siquiera pienses en llamarme papá después de esta vergüenza! — rugió su padre.
La escena era desgarradora, y Olivia estaba entre la ira y la impotencia. Mientras observaba la situación, se preguntaba cómo alguien podría tratar de esa manera a su propio hijo.
Dimitri no pudo contenerse más y se acercó al padre de Liam con furia contenida. Agarró al hombre por el cuello de la camisa, levantándolo del suelo con una fuerza que sorprendió a todos los presentes.
— No merecer llevar el título de padre — gruñó Dimitri —. Las personas como tú me dan asco.
El padre de Liam se debatía entre la ira y la incomodidad en manos de Dimitri, pero este no cedía. Brandon no se apartó de Liam en ningún momento, Olivia también se acercó a él, ambos miraban a su amigo preocupados, sabían que Dimitri era capaz de matarlo si se lo proponía; de todos, él era el más enojado.
Oliver y Alexander, aparecieron justo en ese momento, miraron con asombro y miedo la escena. Corrieron hacia Liam, visiblemente consternados y furiosos.
— ¡Qué te pasa, papá! — exclamó Alexander, gritándole a su padre con indignación mientras se acercaba.
Oliver, mirando con rabia, se acercó a su hermano Alexander para calmarlo, lo que menos quería era que él también se involucrara.
Editado: 12.02.2024