Liam se despertó con el mismo peso en el pecho que había sentido en los días anteriores. A pesar de que el sol brillaba a través de las cortinas, no lograba disipar la nube oscura que lo envolvía. Se forzó a sí mismo a levantarse, a fingir que todo estaba bien, como si el mundo no se hubiera desmoronado a su alrededor; como si su mundo no se hubiera marchado.
Ignoró los mensajes no leídos en su teléfono. Brandon, Olivia y Dimitri habían intentado contactarlo repetidamente en los últimos días, pero él se había negado a responder, especialmente a Olivia. No quería saber nada más de lo que había pasado; no tenía energía para eso.
Decidió que necesitaba un cambio. Su trabajo en la pista solo lo haría sentir peor. La competencia, que antes lo impulsaba a mejorar, ahora solo le recordaba los aspectos más oscuros de su vida. Así que se propuso buscar un nuevo trabajo, uno que le permitiera empezar de nuevo, alejarse de los recuerdos dolorosos.
En casa, las cosas se mantenían tensas. Su padre posiblemente ni siquiera sabía que él había regresado a casa; lo evitaba más que antes, y sus hermanos posiblemente no le habían dicho nada. Al fin y al cabo, Liam solo era un accesorio más para su padre; si estaba o no, no lo notaría.
Esa tarde, Liam se encontraba en casa con sus hermanos. Los pequeños estaban posiblemente en su cuarto haciendo desastre. Los mayores miraban el televisor sin atreverse a hablar; los últimos días ninguno se atrevía a hablar más allá de lo necesario. El teléfono de Liam estaba en la mesita de centro cuando vibró y la pantalla se iluminó mostrando el nombre de Dimitri. Liam suspiró y apagó el teléfono.
— ¿Seguirás ignorando todo? — cuestionó Alexander.
— No lo estoy ignorando — negó Liam, mirando el televisor. Sus hermanos intercambiaron miradas.
— Entonces, ¿qué haces? Tu teléfono ha estado sonando como loco estos días — dijo Oliver. Liam no respondió.
— ¿Qué pasará con la competencia? — preguntó Alexander. Liam apretó los puños con fuerza — No soy experto, pero faltan días para la final, y no creo que hayas estado practicando. Hace unos meses estabas brillando de alegría y ahora pareces muerto en vida. No te lo tomes a mal, hermanito, pero algo pasó y no nos has dicho nada. Al menos dinos qué pasó… — Liam se puso de pie bruscamente, callando a su hermano, quien lo miró preocupado.
— Se acabó, está bien — dijo con un nudo en la garganta — Toda esta estupidez del patinaje, la competencia, todo; todo se acabó —
— Liam… — comenzó Oliver, pero Liam le pidió que parara con la mano.
— No quiero hablar de eso — dijo desviando la mirada, sus ojos comenzaban a arder — Cometí un error. Jamás debí participar en esto, papá jamás debió enterarse, y yo… jamás debí conocerla —
— Liam…— murmuro Alexander.
— Lo siento —respondió el — Necesito estar solo un momento —
Liam salió de su casa, con la mente llena de pensamientos confusos y el corazón cargado de emociones. Mientras caminaba por las calles conocidas de su vecindario, su celular comenzó a sonar. Miró la pantalla y vio el nombre de Sebastián, su exgerente. Posiblemente llamaba para reclamarle por no presentar su renuncia formal y faltar tantos días al trabajo, dudó por un momento antes de contestar, pero finalmente deslizó el dedo sobre la pantalla para aceptar la llamada.
— ¿Hola? — dijo Liam, con voz neutral.
— Liam, necesito hablar contigo. ¿Podrías venir a la pista esta tarde? — la voz de Sebastián sonaba urgente.
Liam titubeó por un momento, pero luego asintió, aunque Sebastián no podía verlo a través del teléfono.
— Está bien, estaré allí — respondió antes de despedirse y colgar.
Con el corazón acelerado, Liam se dirigió hacia la pista ¿Por qué acepto? ¿Por qué regresar a aquel lugar? Las emociones se acumulaban en su interior con cada paso que daba, entre más se acerba a la pista más sentía su corazón desquebrajarse.
Al llegar a la pista, Liam noto que había un cartel afuera que decía cerrado; tomo aire antes de abrir las puertas. Las sorpresa y desconcierto invadió su rostro cuando las serpentinas y confeti caían sobre él.
— ¡Felicidades! — gritaron varios de sus compañeros mientras lo rodeaban, ofreciéndole palmaditas en la espalda y sonrisas genuinas.
Confundido, Liam miró a su alrededor, tratando de entender lo que estaba pasando. Entonces vio a Sebastián acercarse con una sonrisa radiante en el rostro. Eso fue lo que más lo asusto ¿Sebastián, sonriendo?
— Liam, me alegra que hayas venido — dijo Sebastián, extendiendo la mano para estrecharla con la de Liam. — Tenemos una sorpresa para ti, en realidad queríamos felicitarte antes, pero ya no te presentaste a trabajar —
La incredulidad lo invadió mientras era arrastrado por Sebastián y el resto de sus ex compañeros de trabajo hacia el centro de la pista.
Se detuvo frente a la mesa decorada con globos de colores y el pastel adornado con la frase "FELICIDADES POR LLEGAR A LA FINAL". Observó el muñeco con traje negro y patines, sosteniendo un trofeo en su mano derecha, y sintió que había sido trasportado a un realidad alterna. ¿Qué estaba pasando realmente?
Sus emociones se confundían entre ellas, intentando comprender lo que estaba sucediendo. No podía evitar preguntarse si todo esto era una broma cruel o si de alguna manera había sido malinterpretado. Se frotó los ojos, como si quisiera despertar de un sueño, pero la escena frente a él seguía siendo real.
— Debiste decirnos que participarías en una competencia. —habló uno de sus compañeros — Hubiéramos ido a apoyarte —
—Siempre supe que era bueno patinando, pero no creí que tanto — dijo Sebastián. Liam lo miro con una mezcla de asombro, confusión y miedo.
— Como… —quiso decir Liam, pero Sebastián lo interrumpió.
— Se que como jefe son un asco de persona, pero tampoco soy el diablo. Sé que has usado la pista desde que entraste a trabajar aquí —
Editado: 12.02.2024