Teenage Dirtbag (terminada)

Capitulo 23.— Parte II ✔️

 

(Soundtrack: Louis Tomlinson — Two Of Ya)

(Soundtrack: Seafret — Atlantis) 

 

Arcoiris.— Depresión, aislado y tristeza

Daniel paso un mes en su casa encerrado, incluso no quería salir a su patio. No quería dibujar, cantar o escuchar música, tan solo quería el silencio... La primera semana lloraba día, tarde y dejaba de llorar hasta que se quedaba dormido. La segunda semana el llanto paró un poco, pero seguía sin dormir bien, seguía sin sonreír, apenas hablaba. En la tercera solo se dedicaba a caminar dentro de su cuarto... Las pocas veces que Daniel llegaba a sonreír eran cortas y se podía notar aún la tristeza en sus ojos. 

Ed llegaba todas las tardes como acostumbraba, tocaba la puerta durante unos minutos y al no recibir respuesta se iba a casa. Miraba anhelando que Daniel saliera a su patio, pero no lo hacía. Todos estaban sufriendo en esos momentos. Daniel no había aprendido a decir adiós... No había mucho claridad en su mente... Tomó todas sus cosas y las guardo en una mochila... Tal vez planeaba irse... 

Pasaron los días y Daniel comenzó a comer bien, ahora se reía y sonreía, tiempo después salió al patio a disfrutar del Sol, Ed lo visitaba y le preguntaba sobre su estado de ánimo, a lo que el respondía "estoy bien". 

 

12 de Octubre... 13:56 p.m. 

—¿Daniel? 

—¿Sí?...

—¿Quieres saber un secreto? —Daniel asintió— Hace tiempo, yo estuve en depresión... Fue antes de empezar a hablar contigo... —suspiró— intenté suicidarme... en cinco ocasiones —tragó en seco— por esa razón comencé a visitarte. Daniel no quiero que pases por ésto solo, como yo lo estuve... 

—¿Por qué no me lo dijiste aquel día? El día en que nos sinceramos

—Porque tenía miedo... Cuando te conocí traté de buscar una manera en la que pudieras ser feliz... 

—No tenías que hacerlo...

—No. Pero quería. Angie... Ella, se que la querías... Pero no puedes dejar todo por su muerte... Debes seguir riendo, seguir con tu vida, ser feliz, sí? 

—Entiendo... Lo sé. —suspiró— Debo de dejarla ir... Y aunque prometimos esperarnos en el cielo, debo de dejar esa promesa... Aún debo de vivir, debo de cumplir otras promesas...

—Ella entenderá... —le sonrío

 

Era de tarde y Daniel entro a su habitación, todas sus pinturas y dibujos estaban guardados en una carpeta... Daniel tomo la carpeta y la abrió —todos eran dibujos de árboles, bosques y ocasos—. Tomo un poco de cinta y comenzó a pegar a cada dibujo en su pared, durmió hasta la madrugada, pero al terminar toda su habitación estaba repleta de sus pinturas. Se recostó en su cama admirando todo. 

Al día siguiente Ed llegó a la casa de Daniel...

 

13 de Octubre, 15:00 p.m.

 

—¿No ves nada, cierto? —le preguntó a Ed que mantenía los ojos cerrados y él negó. Estaban en la habitación de Daniel, el pelinegro le iba a mostrar lo que había hecho con sus dibujos— Está bien, abre tus ojos

—Oh... Vaya... —Se quedó admirando cada dibujo, de cierta manera eran diferentes y los ocasos eran perfectos. Pero un dibujo le llamo la atención. Era una bosque con una casa pequeña y un jardín— ¿Sueñas con esa casa, cierto?

—Ultimamente la he pensado demasiado... Me iré de aquí

—¿Te irás? 

—Si... Yo no pertenezco aquí... No soy del todo feliz. Y si me voy será lo mejor para todos 

—¿Y por qué pegaste todos los dibujos si te vas a ir?

—Quiero que tengan un pequeño recuerdo de mí... Aún no han visto mi habitación... Ya he pasado algunas cosas, ropa, algunos muebles... Me iré en poco tiempo... 

—Quieres decir nos iremos... 

—Sí. Nos iremos pronto... Debemos de ir por tus cosas, así podremos irnos tranquilamente...

—Tienes razón debo empacar...

 

Los dos tardaron dos horas empacando las cosas de Ed. Después de eso salieron en camino a la pequeña casa... Al llegar Daniel abrió la puerta, al entrar Ed pudo ver qué la casa ya tenía las cosas escenciales, —camas, mesa, un par de sillas, algunos utensilios de cocina, estantes pequeños, y las ventanas tenían cortinas, un pequeño armario, etc—. Al entrar Daniel dejo las cosas de Ed en la que sería su cama, mientras el castaño miraba la casa detenidamente...

—¿Nos crees que es algo pequeña?

—Realmente, no... Tenemos un baño, una habitación, un comedor y cocina y eso es todo, además solo somos dos... Tenemos lo necesario...

—¿En dónde guardarás tus pinturas y demás?...

—Eso es fácil... Tendremos que sacar tu cama... —bromeó

—Eres un tonto.

—Haremos estantes, ya los tengo en casa... Solo necesito ponerlos y listo...

—¿Cómo vamos a pagar la casa? ¿Y además que comeremos? No tenemos empleo... O dinero... 

—Oye... Tranquilo yo me voy a encargar... Tengo ahorros, y sobre el empleo conseguí uno... Trabajaré en la tienda de Cd's. Hace días hablé con el chico que me atendió el otro día, le dije que sí el dueño estaba contratando, y me digo que sí... Todo estará bien

—¿Trabajarás con el chico?

—No. Voy a reemplazarlo. Dejará de trabajar en la tienda...

—¿Y yo que haré?...

—Bueno, tú estarás aquí en la casa... A menos de que consigas un empleo... 

 

Los dos salieron de la su pequeño hogar y fueron a la casa de Daniel, para ser exactos el patio de Daniel...

 

—¿Quieres saber de lo que hablé con Angie, sobre la muerte? —Ed asintió— Dijimos que no nos importaba morir, nuestra muerte no importaba, pero nos dolería si alguno de los dos moría, al igual que alguien de nuestra familia... A mí no me importaba morir, no porque odié mi vida, no por mi depresión o ansiedad. Sabíamos que la muerte no nos importaba porque habíamos vivido una vida, porque lo hicimos todo, incluso encontramos el amor, no el amor superficial, el amor que estaba entre dos almas... Por esa razón a mí no me importaba morir... Pero sabía lo mucho que me dolería y rompería por dentro si ella moría... Antes de morir dijimos que haríamos una lista de invitados —rió— no queríamos ver a gente hipócrita en nuestra muerte.



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En el texto hay: adolescencia, amistad, relatos breves

Editado: 01.10.2020

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