Tekualnesi

Capítulo 6

El funeral de Fernando fue el viernes por la mañana, la madre de su compañero quiso enterrarlo en el cementerio cercano a su casa, así que la funeraria estaba por allá. Nunca había ido a casa de Fernando y le pareció incómodo enterarse de en dónde vivía ya que el muchacho había muerto. La funeraria era pequeña, apenas dos habitaciones para velar a los difuntos, adornada con flores blancas y arreglos con frases de despedida.

Entró a la habitación que tenía el nombre de Fernando, de pronto se sintió fuera de lugar ceñida en su pantalón negro, casi todas las mujeres iban de vestido, la madre de su compañero incluida, la cual lloraba a lágrima tendida. Avistó a Tania con un suéter negro sentada junto a Samanta, cuyo vestido no era exactamente apropiado para un funeral, pero lloraba silenciosamente. Se enderezó y se acercó a ellas mientras pensaba en algo que decir.

El jueves no había ido a la universidad, sus padres estaban preocupados de que saliera de casa desde que el chismoso de Teodoro les contó con detalles lo que había sucedido en el bosque. Él no había visto el cuerpo, no había visto la mirada de terror, no había sentido el miedo apoderarse de su cuerpo. Pero los policías siempre exageraban las historias y al parecer, se la contaron toda a Teodoro quien a su vez no tuvo inconvenientes en compartirla con sus padres. Gracias al cielo se guardó el detalle de ella yendo hacia el lugar de los hechos y viendo con sus propios ojos a su compañero fallecido. Una parte de ella le agradeció el gesto en silencio.

– Buenos días –dijo a sus compañeras –. Aunque no tan buenos.

Intercambió una mirada con Tania, cuando le habló el miércoles para darle la terrible noticia entró en pánico, tardó cerca de media hora y muchas promesas de detener a la criatura, calmarla. Acordaron no decir la causa de muerte a los otros dos (aunque no eran tan idiotas como para no darse cuenta), pues ni siquiera sabían si verdaderamente la criatura era la responsable. Cinthia quería pensar que la criatura no tenía nada que ver, pero por más que lo intentaba no lograba engañarse.

“Algo interesante detectan mis hermanas” Debió prestar más atención a las palabras de esa estúpida sombra.

– Nada buenos –dijo una voz detrás de ella –. Tenemos que hablar y es urgente. Nada de excusas.

Santiago estaba completamente serio, su mirada era dura y tenía ojeras bajo los ojos. No había rastro de que hubiera llorado, pero sí de que no había dormido. Cinthia no quería meterse en una plática sobre sombras y criaturas en ese momento, pero era necesario dado que no les habían comunicado aún la información conseguida el miércoles y uno de ellos había muerto, más bien lo habían asesinado.

Sabía que una investigación se estaba llevando a cabo, pero no estaba enterada del todo, pues no era una amiga cercana de Fernando ni mucho menos. Si llegaban a interrogar a alguien, definitivamente no sería a ella y dudaba que a sus compañeros ahí presentes les hicieran preguntas.

El cuerpo de su compañero aún ni se había enfriado y ya estaban por pelear y discutir; en su opinión había que brindarle respeto primero, tomó una rosa blanca de las que estaban en un arreglo floral y se acercó al féretro. Lo siento mucho, de verdad, nunca quise que esto pasara. Mandaré a la criatura de vuelta al infierno del que salió, lo juro. Fernando había sido el que mejor le caía durante su primer semestre, pero entonces se había hartado de él y Tania se convirtió en la preferida; aunque eso no significaba que su muerte le fuera indiferente.

El sol brillaba radiante en el cielo azul y despejado; era un día hermoso, nada que ver con los sucesos recientes. No se alejaron mucho, Santiago se acomodó bajo la sombra de un alto eucalipto y se cruzó de brazos. Había poca gente por ahí, si comenzaban los gritos al debatir, los demás los oirían; recitó una plegaria para no tener que llegar a eso. Por unos escasos segundos nadie habló, se vieron entre ellos esperando al valiente que comenzara, aquel fue Santiago.

– Sé que piensan lo mismo que yo –dijo entrecerrando los ojos –. Esto es obra de la criatura, no vimos el cuerpo, pero estaba en el bosque, no creo que algún asaltante lo haya hecho.

– Hay gente muy enferma –Cinthia dijo lo primero que se le vino a la cabeza –. Existe la posibilidad de ello.

– ¿De verdad lo crees?

Iba a responder afirmativamente, pero los grandes ojos de Samanta lucían esperanzados cuando le preguntó, no quería dar falsas esperanzas; eso era muy cruel y ni ella era capaz de algo así, así que negó con la cabeza.

– Estamos de acuerdo en que fue la criatura.




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