Todavía recuerdo su sonrisa. Fue el sol de la estación más gris que me tocó atravesar.
Era mágica y misteriosa la curva de sus labios, sus ojos achinados y sus pómulos rosados.
No podía dejar de mirarlo. Recuerdo repasar en silencio cada gesto, y atesorar cada segundo a su lado.
Todavía recuerdo su sonrisa. ¿Y cómo no recordarla? Si fue él quien me salvó mil veces. Fue él quien me enseñó sobre pérdidas y dolor. Fue él quien me enseñó sobre amores y pasión.
Él fue todo.
Y su sonrisa me atravesó el pecho recién sanado, recién curado, renacido.
Hace más de una década que no vuelvo a encontrarme con esos labios que me sonreían todo el tiempo. Hace tanto tiempo que dejé de verlo que ya olvidé hasta su olor.
Hoy somos personas separadas por la vida. Tuvimos mil historias y quisimos muchas veces. Quizás demasiadas. Pero él no sabe que sigo aferrada al recuerdo de sus labios cada vez que me pierdo y olvido encontrarme.