Ten Piedad De Nosotros [bl]

Capitulo 3. PRIMERO ENCUENTRO.

 

 

       A veces uno no es consciente de como el temor a algo puede llegar a cambiarnos según los vayamos alimentando, así como de niños temíamos a la cosa aterradora que habitaba en nuestro armario o el temor de ver alguna figura de pie observándonos en medio de la oscuridad o aquel tonto miedo en las noches de tormenta cuando el viento golpeaba nuestra ventana e imaginábamos como si algún monstruo deseaba apoderarse de nuestra habitación; puede que en nuestra infancia sea la cosa más terrorífica que nos pueda pasar, pero al observar bien, nos damos cuenta que solo son cosas que nuestra imaginación crea sin saber que es algo tan insignificante comparado con el verdadero temor a las lecciones de la vida.

       Aquellos temores pueden llegar a ser demasiado despiadados en nuestra vida si dejamos que se apoderen de nuestra mente, hasta el punto de perder nuestra identidad en el camino, de olvidar quienes éramos en realidad. Y Orestes Cox lo sabía bien, y no es que mostrase ser una falsa persona ante quienes lo rodeaban ahora, de hecho, estar ahora con ellos, sobre todo con Simone era estar libre, ser lo que siempre estuvo reprimiendo a ser, disfrutar de los placeres de la libertad al vestirse con falda, vestidos, usar maquillaje disfrutar de la investigación era algo de lo que siempre soñó en su vida, pero aquello, esa magnífica libertad lo ocultaba con mentiras, estúpidas mentiras de la cuales no estaba orgulloso de decir, siendo el chico que siempre hablaba de frente sin miedo a nada para decir la verdad.

       ¿Pero cómo ser sincero ante personas que están totalmente cuadradas a una moralidad regida por un Dios? ¿Cómo decir la verdad sin ser juzgado de la peor manera por sus propios padres? Puede que los comentarios de gente desconocida valieran un pito para él, pero viniendo de sus padres… Aquello no sería nada bueno. El miedo, el temor ha sido testigo de ver a muchas personas caer en mentiras por no expresar sus sentimientos, a gritar lo que llevan dentro por miedo a no ser entendidos, a que, en lugar de eso, solo reciban piedras de desprecio por parte de sus padres, lapidándolos en la pared del rechazo y la vergüenza.

       Orestes Cox los tenia, y aquella llamada de su primo en la tarde, le hizo que su mente volara en lo que ahora pensaba, había dejado de pensar un poco en la posibilidad que algún día sus padres se enterasen de lo que ahora es en realidad, o más bien de lo que siempre había sido pero por miedo a una religión había dejado de lado para no ponerlos en vergüenza, sin embargo, trataba de pensar que aquellos temores sobre que algún día se descubriera todo eran malos sueños que seguramente no se harían realidad, por eso le daba rabia siquiera recordar a su familia santamente católica, en su moralidad; porque era pasarlo mal por profecías de citas bíblicas que quien sabe si solo eran cuentos.

       —¿Halo? 1, 2, 3… Tomando línea— escuchó de pronto la voz de su amiga bajo la fuerte música que sonaba en el bar, mientras veía como la mano llena de pulseras y un reloj en ella se agitaba frente a su rostro con el fin de llamar su atención —¿Llegó la conexión o aun estas tomando señal? — Orestes respiró hondo mientras giraba los ojos tomando su copa de John Collins una bebida famosa a base de Whisky.

       —¿Ahora qué? — contesto ante la mirada de Simone esperando una respuesta, pero ¿Qué respuesta? Seguramente la había dejado de nuevo hablando sola mientras pensaba mierdas que no debía —Ahórrate la mirada porque no llegara una respuesta—

       —¡Genial! He desgastado mi maldita saliva por nada— exclamó en una falso enojos mientras golpeaba la mesa con la palma de su mano —Igual sabía que no estabas poniendo una puta atención desde hace ratos, ¿Qué pensabas? — al igual que Orestes, ella tomó su vaso de Highball una versión americana del famoso Mizuwari japonés, una mezcla potente de Whisky y agua mineral con gotas de limón. Bebió el último trago dejando por ultimo una hojita de menta.

        Orestes se quedó mirando la copa sin saber que decir, ella sabía todo de él menos esa parte que ocultaba sobre el miedo al rechazo de sus padres, siempre se había mostrado fuerte y seguro tal cual ella le había enseñado. Simone era alguien de admirar para él, nunca tuvo una pisca de temor a ser rechazada por ser como era, alguien firme, el tipo de persona que siempre daba su opinión sin miedo a que la vieran mal, esa mujer siempre tenía una respuesta para todo, incluso contestaciones para aquellos que osaban en querer humillarla por su apariencia, la chica a la que muchos confunden con un chico, justo ahora las jóvenes de la mesa de la par no dejaban de verla, su cabello rubio con la raíz oscura peinado hacia arriba un poco desbordando dándole una apariencia rebelde y salvaje no pasaba desapercibido para nadie, su tatuaje en la parte baja de su brazo que apenas se podía ver por el blazer color azul negro que llevaba puesto le daba más estilo del que ya tenía. Sin embargo, aquello no tenía el valor de contárselo, no después de mostrar quizás, una falsa seguridad que era desmoronada ante el pensamiento de su familia. ¡Maldito Yeudiel! ¿Tenía que arruinarle la noche?

       —No pensaba nada— dijo por fin dejando de lado aquella mirada nostálgica para poner la de siempre, el chico decidido a todo —Solo quede perdido en el lugar, jamás imagine estar en esta zona del bar— recorrió el lugar con su mirada, sin embargo, Simone no se tragó aquello fisilmente, pero no quiso indagar más, esperaría a que saliera de él aquello que su mirada reflejaba.  —Por cierto, ¿Cómo conseguiste las entradas a la fiesta? —

       —Bueno, Un investigador jamás revela sus estrategias— sonrió divertida contrastado aquella expresión con sus ojos adormilados y serios.

       —Maldita— susurró llevando de nuevo su bebida a la boca.

       —Para que lo sepas Ottis, estamos en la zona Golden del Kaner— Orestes levantó las cejas en señal de asombro haciendo que el trago le pasase con dificultad mientras que Simone sonrió más como si aquello fuese una victoria —Si, se lo que estás pensando señor Cox, ¡Digo! Señorita Cox— se corrigió rápidamente, pues en aquel bar, siempre trataba de esa manera a Orestes sobre todo cuando se vestía así de lindo.



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En el texto hay: muerte odio, gay love, blasfemia a dios

Editado: 29.08.2021

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