Tengo 20 años y no puedo decirte mi nombre (terminado 2024)

15 Años (Parte 2)

Esto lo pongo aquí por lo irrelevante que es, pero para mí a esa edad era lo más impresionante que me podía pasar.

Instagram

A esta edad comencé de verdad a utilizar Instagram, en realidad la cuenta se creó en diciembre de 2017. Pero como una persona que no utilizaba redes sociales y tampoco gritó al cielo “Alguien que me explique cómo funciona Instagram” pues hice lo que pude.

Y a eso se le llama seguir a personas, aceptar personas y pedir al universo que no me secuestren, porque los peligros de redes sociales para mí no parecían nada.

Británicos

Resulta que hablé con dos chicos británicos. Mi gusto en ese momento era el Trap en inglés, sea británico, americano o lo que sea. Todo gracias a Lil Peep y que mi hermano me haya mostrado su música.

Hablé con personas que estaban en ese camino, pero en ese momento no eran tan conocidas, se dé una persona que lo logró. También hubo drama de por medio, que obviamente no me incluía, pero como mal dicen <<chisme es chisme>> .

Entonces hice un en vivo con un chico británico, que pertenecía a un colectivo pequeño de tres artistas. Pero con quien terminé conversando fue con otro chico de ahí, en realidad vendió su cuenta y ahora ese colectivo está mas abandonado que la máquina de escribir que tiene tu abuelita en un armario. Si te sientes identificado es pura coincidencia.

Primera funa

Que buenos tiempos, recordar mi primera “funa” pública, para quien no sepa funar es…

La verdad yo no sé, tampoco sé explicarlo, pero supongo que se podría decir crítica pública, no lo sé.
Con este británico que le vamos a poner “Sad” porque todos los nombres de ese colectivo y de todos los que empienzan a hacer trap es “Sad” o “Lil”.

Sad tenía dos cuentas, en la una promocionaba su cuenta principal y en la otra su otra cuenta. Seamos serios, es un buen método y yo se lo dije.

Pero tal vez el tono no fue el adecuado y la conversación fue algo así…

Yo:

—¿Te promocionas en tu otra cuenta? —

—Buen intento—

El:

—algo en inglés británico ofendido que no recuerdo—

Toma captura, cubre mi nombre de usuario que no ha cambiado en ocho años con un tono verde casi negro, y no me acuerdo que puso.

No dije nada y tampoco hice nada. ¿Debí hacerlo? Probablemente, pero no lo hice y así fue mi primera funa pública con personas que ni saben quién soy y fin.

Ignite

Una de mis obsesiones en ese momento fue la electrónica, house y todo lo que imagines que tenga luces de muchos colores, festivales de música y Tomorrowland.

Hay un vídeo de Alan Walker, que fue grabado en Noruega (uno de los países que me parecen hermosos desde siempre).

La canción se llama Ignite, y era perfecta, era uno de mis DJs favoritos, salía el actor de mi serie favorita de siempre SKAM, y la canción es realmente buena y me propuse a seguir a todos los que salían en el video, pero no encontraba a uno y era un chico pelirrojo justo al inicio.

Busqué en etiquetados, comentarios y di con uno que decía:

Que guapo el chico pelirrojo y alguien respondió yo tengo su Instagram

¿Qué hice? Le escribí

No revisé el perfil ni nada, solo le escribí

—Hola, ¿tú tienes el Instagram del chico del video de Ignite? —

—Si, ¿por qué? ¿Lo quieres? —

—Si por favor—

—¿Por qué? —

—Porque me parece que actúa bien— Escribí esto por chat, obviamente no le iba a decir “Ey tengo una obsesión con Alan Walker y estoy siguiendo a todos los que estén en sus videos”

Después me mando el usuario, y ahí recién se prendió el foco de mi cerebro, fui al perfil y era él.

Creo que conversamos dos o tres palabras, un año después me respondió de nuevo y ahí quedó todo.

Lo único que no voy a olvidar es el usuario porque era algo que en la vida pensé que alguien podría poner, pero en ese punto de mi vida sé que todo puede pasar.

¿Qué aprendimos de esto?

Nada

Solo que, si en algún punto de mi vida pretendí escribir un libro contando mi vida, probablemente no debí borrar todo de todos lados y ese es uno de mis problemas. Siempre, pero siempre borro todo, capturas, chats, todo.

Y recordé que no tengo ni la menor idea de en donde está mi camiseta de Martin Garrix, que me quedaba gigante porque no sé escoger las tallas en tiendas en línea.




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