Toda persona desea amar y que ese amor sea devuelto multiplicado por cien, pero el amor es algo que brota de la nada? o ¿aparece por decisión propia?
Las personas se enamoran o deciden enamorarce.
Nunca nadie hubiera imaginado que dos chicos Dipper y Pacifica llegarían a ser más que amigos, tan diferentes y con gustos tan distintos cualquiera que los viera pensaría que no se entenderían y en efecto así fue al principio.
Cuando Dipper conocio a Pacifica y está lo conocio a el prácticamente se odiaron en ese mismo momento, pero el destino es misterioso y las personas lo son aún más.
Dipper un chico listo y educado, Pacifica una chica indiferente sin mencionar egoísta tuvieron que pasar por muchas cosas solamente para conocerse.
Mabel miraba a su hermano con envidia, se había enamorado de Pacifica y ella le correspondió.
Que podría ser más gratificante que amar y que ese mismo amor que das se te devuelva multiplicado por cien.
Mabel soñaba con unicornios y príncipes aunque los unicornios no existen si se trataba de príncipes era un asunto diferente.
Mabel no soñaba con un príncipe de sangre azul, dueño de tierras o castillos, tampoco que tuviera sirvientes ante el, lo único que deceaba era conocer un chico del que pudiera enamorarce.
Quería ser amada de tal manera que se sintiera la única niña del planeta alguien que en verdad la hiciera sentir que la única que importaba era ella y nadie mas.
Será que León era ese chico que tanto había anhelado será que en verdad el era el príncipe que siempre había deseado conocer.
Si lo era o no ya no importaba pues ya era demaciado tarde los chicos ya se habían encargado de lastimar a Mabel de tal modo que ya no confiaría en estos.
—Dipper puedo preguntarte una cosa —hablo Mabel desde su cama al otro lado de la habitación llamando la atención de Dipper el cual se encontraba sumergido en un libro.
—Que sucede Mabel puedes preguntarme lo que quieras — dipper trato de ser suave con sus palabras desde aquella cita con Pacifica, Mabel se había quedado mucho tiempo sin decir una palabra.
—Pacifica es una chica linda, tu la amas eso lo puedo entender pero no puedo dejar de pensar por qué te dejaste enamorar.
—¿Enamorar? —Pregunto Dipper con duda — No lo sé simplemente paso y ya pero por que me preguntas algo como eso pensé que estabas feliz por mi.
—No es eso — se disculpo Mabel—Es solo que cuando éramos pequeños solo nos teníamos el uno al otro nunca tuvimos a nadie más.
— Recuerdo que tú en especial pasaste por muchas cosas, te enamoraste varias veces pero a diferencia de mi que siempre me rechazaban, las chicas querían estar con Tigo.
— Aunque fue peor verdad todas y cada una solo te utilizaron para jugar y reír nunca te vieron como una persona sino como un juguete pero tú nunca les guardaste recentimiento.
Recentimiento hacia mucho que Dipper no saboreaba esa palabra. Todo cuanto decía Mabel era verdad Dipper nunca conocio a una niña que no le hiciera daño, todas y cada una solo lo utilizaron como un juguete para su diversión.
Tanto dolor y tristeza pero por en sima de todo eso Dipper nunca guardo ningún rencor o eso es lo que Mabel pensaba.
— Claro que guardo rencor —respondio Dipper con un tono de melancolía en su voz—Pero eso ya ha pasado ya no somos unos niños cada vez que pasamos por malas experiencias maduramos un poco más.
Cualquier chico que hubiera pasado por las mismas experiencias que Dipper no hubiera reaccionado de la misma manera.
Cualquiera hubiera sentido odio mezclado con furia y dolor y con el paso del tiempo sería difícil olvidar o perdonar.
Dipper fue capas de hacer eso mismo pudo deshacerse del odio que estrangulaba su corazón, gracias a eso pudo abrir su corazón a Pacifica.
Ante la respuesta de su hermano Mabel llego a tener más preguntas que respuestas era de acmirar que por sí solo su hermano fuera tan fuerte y Maduro.
Mabel siempre fue la niña pequeña Dipper queriendo ser un adulto lo más pronto posible y ella deseando ser una niña para siempre.
deseaba ser como su hermano tener esa fortaleza de olvidarse de su odio y su recentimiento solo para darce la oportunidad de intentarlo una vez más.
Con tristeza en los ojos miró su oso de peluche tan lindo y hermoso como sus otros peluches pero este era diferente por que ella no lo había comprado.
Este había sido un regalo de León. Pero por que se lo había regalado no eran amigos tampoco eran familia, podía ser que León quería ser amable, lo que estaba claro es que Mabel no lo veía como un acto de amabilidad.
Lo único que podía pensar es que sería como todos esos casos de todos esos chicos que conocía siempre intentando y siempre sin poder hacer por lo menos una amigo sincero.
El destino parecía gritar a los oídos de Mabel que aquel chico que le había dado tan hermoso presente sería diferente a todos los demás que ya había conocido.
Todo apuntaba a que Leon no era como los demás pero como podía siquiera pensar en darle una oportunidad.