Tensión Textual

13. Hada madrina

Narrado por Holly

Mientras veo a mis colegas inmersos en proyectos emocionantes, me siento atrapada en una espiral de tareas menospreciadas y desafiantes hasta bien llega el momento de volver a casa solo con un break de tres horas para estar enseguida en la reunión organizada por Chris.

La puerta se cierra tras de mí con un suspiro aliviado. Finalmente, estoy de vuelta en mi pequeño reino, mi santuario en medio del caos diario así sea de modo breve. Dejo las llaves sobre la biblioteca de la entrada y me dejo caer en el sillón con una mezcla de alivio y agotamiento.

El apartamento, aunque modesto, me abraza con su familiaridad reconfortante. El suave murmullo de la ciudad fuera de las ventanas parece transformarse en una melodía relajante tras tanto caos de papeles, máquinas y sobresaltos. En este momento, todo lo que necesito es un respiro que me durará menos de tres horas.

La queja contra Jordan brota de mis labios como una cascada de frustración al ser consciente de que no tengo descanso siquiera habiendo llegado el anhelado fin de semana. Es como si cada célula de mi ser gritara en contra de ese hombre, un explotador de primera categoría, un canalla con maestría en arruinar existencias. Su presencia en mi vida se ha convertido en una pesadilla constante desde el primer minuto que nos conocimos y no puedo evitar lanzar una retahíla de quejas silenciosas cada vez que su nombre resuena en el aire.

Es un tipo terrible, con una habilidad innata para complicar cada aspecto de mi existencia. La broma que me hizo hoy casi me desestabilizó en todos los sentidos, ¿es que su objetivo es quebrarme emocionalmente?

Y lo peor de todo es que Chris califica de “tensión sexual” lo que sucede, ¡qué locura más grande!

A pesar de todo el desprecio que siento por él no tengo miedo en decir la verdad, hay que admitirlo: tiene un atractivo innegable. Es como si la misma fuerza que lo hace tan despreciable también lo envolviera en una suerte de aura magnética. Sus modales arrogantes y su sonrisa maliciosa pueden irritarme hasta la médula, pero no puedo negar que hay algo hipnótico en su presencia.

Es una contradicción frustrante. Mi mente grita "¡mantente alejada de ese pensamiento!", mientras que una parte más irracional de mí reconoce la atracción que nunca podría admitir en voz alta, pero que es puramente superficial, con esa sonrisita linda y los músculos que le consumen el cerebro de seguro gana estar en el lugar donde está ahora.

Un largo suspiro se mezcla con una sensación de paz cuando cierro los ojos en el sillón. No obstante, mi mente, traicionera y caprichosa, decide llevarme a un lugar inesperado.

De repente, me encuentro en un escenario paralelo: mi oficina, las luces tenues que aún persisten, y Jordan, de pie frente a mí. Una tensión eléctrica flota en el aire mientras sus ojos se encuentran con los míos y el mundo parece detenerse. ¿Otra vez aquí? ¡No tiene que ser verdad!

De manera completamente inesperada, Jordan se acerca, su presencia va intensificándose al estilo suyo que grita con un solo vistazo “¡arrasaré con todo!”. Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, siento sus labios contra los míos… en un beso apasionado que me deja sin aliento. El escritorio se convierte en un testigo silencioso de este encuentro impensado mientras me empuja contra el borde.

La sorpresa se mezcla con una extraña excitación mientras me dejo llevar por la intensidad del momento en un estallido de fuegos artificiales que se desata en mi interior. Aunque mi mente intenta resistirse, él sigue su curso, deslizándome más profundamente en esta fantasía inesperada. Arroja los papeles al suelo, me sigue besando más y más fuerte, sus manos me rodean cuando…

Cuando despierto de sopetón.

La imagen del beso persiste, como un eco de un sueño que no debería haber sucedido. Me encuentro en el sillón, desorientada y con una mezcla de emociones confusas. Mi mente se aferra a la imagen de Jordan, pero la realidad choca con fuerza cuando recuerdo que es el hombre que ha complicado cada aspecto de mi existencia.

El timbre del portero eléctrico interrumpe mis pensamientos, sacándome abruptamente del peculiar sueño con Jordan. Confundida y aún aturdida, me levanto del sillón, tratando de reunir mis pensamientos mientras me dirijo hacia la puerta. 

Sacudo la cabeza, tratando de alejar los vestigios de ese sueño. No puedo permitir que una fantasía nocturna nuble mi juicio sobre él. Jordan sigue siendo el mismo canalla, el mismo explotador despiadado. Solo mis pensamientos tremendamente agotados acaban de jugarme una mala pasada como sometidos por el Síndrome de Estocolmo.

Al atender el portero y checar la cámara, veo a…

–¡¿Christine?!–pregunto, atendiéndola y me apresuro a ver la hora, cielo santo, no sé cuánto me he dormido.

–¡Hola, Holly! Espero que no te importe que haya encontrado tu dirección en los documentos compartidos, corazón. Pensé que podríamos tener una pequeña sesión de belleza–dice con entusiasmo directo a la cámara de seguridad, sosteniendo un arsenal de maquillaje que rivaliza con el de una tienda multinacional de cosméticos.

La confusión se mezcla con una pizca de incredulidad mientras proceso la situación. Veo que me he dormido, pero no tanto como para impedir alistarme para el evento de esta noche.

Cielos, realmente quisiera faltar, pero no quiero romperle el corazón a Christine tras lo increíblemente buena que ha sido conmigo desde mi llegada a la oficina.

–Pasa, adelante–le digo, abriéndole con el timbre eléctrico y escucho su grito antes de colgar:

–¡Te dejaré como toda una reina, bebita! ¡Una reina bien perrona, claro que sí!

Cielo santo, esta hada madrina me da un poco de horror respecto de la versión de mí misma que podría conseguir esta noche.

¡¿Alguien me puede ayudar esta noche?!

 




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