Teoria de la Generación Espontánea

Capítulo II

 
 


El silencio de Ethan fue suficiente para que Sacha creyera que dejaría de insistir. No quería comentar más detalles acerca de ello, menos por teléfono y conocía lo suficiente a Ethan para saber que no le diría el típico "cuanto lo siento" o "es una lastima, era tan joven".

Sasha ya estaba harto de esas palabras.

Ethan conocía de primera mano el gran amor que Sasha le profesaba a Desa, y por ello sabía que nada de lo que dijera sería suficiente. Ningún pésame era válido para Sasha, viniera de quien viniera, a menos que fueran acompañadas de una revelación de que ella en realidad no había muerto y que estaba oculta de los ojos del mundo esperando que él fuera a traerla de regreso. Pero Sasha sabía que eso era tan irreal que solo podía ser digno de un libro.

Al otro lado de la línea se escucho un ruido sordo, seguido de la sensación de que Ethan volvía a tomar el teléfono. Cuando su mejor amigo hablo, su voz destilaba preocupación.

—Has estado solo desde entonces —la seguridad con la que lo dijo sorprendió a Sasha. —. Solo, hundiéndote en tu propia miseria... ¿Ni una llamada, Sasha?

Sasha omitió la parte en la que lo había llamado al último número que tenía de él, sin obtener contestación alguna.

—... Si yo no te hubiera llamado ¿Habrías —Una voz lo interrumpió. Sasha supuso que estaba demasiado lejos de Ethan para entender lo que decía pero lo suficientemente cerca para notar el timbre de voz y reconocer que se trataba de una chica. Entonces la voz de Ethan también se volvió más lejana, seguramente por que había apartado el teléfono o había hecho un intento de tapar el micrófono, pero Sasha pudo reconocer como gritaba un "¡En 5 minutos voy!". —...? Sacha. Escúchame no tienes...

Sasha notó que la frase había cambiado, tal vez para poder cumplir y dejar la llamada en cinco minutos. Un sentimiento de cólera, creado por todas las emociones del día, fue lo que lo impulso a finalizar su charla.

—Al parecer no soy el único que tenía cosas por comentar. Que buen momento para ponernos al día ¿No? Yo te digo que Desa murió y tú que ahora te tiras a alguna chica en tu departamento, por la que por cierto me tienes que dejar. Pero no te preocupes, yo entiendo, también estoy ocupado, hundirme en mi propia miseria requiere mucho esfuerzo y tiempo. Adiós.

—¡No te atrevas a...!

Y colgó.

Había sonado como una novia histérica, seguramente. Pero no le importó. Al diablo, si él quería ser dramático sería dramático.

Inmediatamente el teléfono volvió a sonar. Sasha lo desconectó con calma. No estaba siendo la persona más madura pero no le importaba. Regresó a la habitación, se sentó en la orilla de su cama y en lugar de volver a dormir, Sasha reviso el último cajón de la mesita de noche que estaba pegada a su cama. Ahí había guardado las fotos de Dessa.

Antes, verlas en su pared era algo habitual para él, pero después de que Dessa se accidentará las había escondido todas. No podía verla a ella. No lo soportaba.

Observó una con atención. Dessa estaba trepada en su espalda y sonreía enormemente y él la miraba con fingido fastidio. Se podía ver parte del brazo extendido de Desa sosteniendo la cámara instantánea como si fuera un celular y se estuvieran sacando una selfie.

Todas las fotos tenían dos cosas en común; la alegre sonrisa de Dessa, y que Sasha nunca miraba directamente a la cámara, si no a ella.

Las volvió a guardar y trató de volver a su sueño.

Una semana transcurrió con rapidez. Sasha había terminado el último libro que había podido comprar cuando aún manejaba dinero y había comenzado a matar el tiempo jugando juegos en su móvil.

Había enviado su currículum a todos los lugares posibles donde pudieran contratarlo. Editoriales, periódicos, revistas, etc...

Estaba completamente desesperado.

Había comenzado a buscar otros departamentos, más pequeños y baratos.

Entonces, así como se encontraba, con una camiseta sucia sentado en el sofá viendo a la nada, el recuerdo de la invitación de Ethan vino a su mente.

Para su yo actual, la idea parecía una solución. Exquisitamente tentadora, a decir verdad.

Irse y regresar. Tal vez una semana, o dos, o un mes.

Quizá tenía suerte y el avión sufría un accidente. Lastima por el resto de pasajeros, bien por él.

Con una pequeña sonrisa tomo su celular. Ya se estaba imaginando el alboroto que armaría su mejor amigo al contestar. Miró la hora en su móvil al tiempo que marcaba en número. Eran las once y cuarto de la mañana, en Londres serían las cinco de la tarde, seguramente Ethan estaría en casa.

Cuatro timbrazos hasta que alguien contestó.

—Aló.

Era una voz femenina.

—¿Aló...? ¿Quién habla? No tengo tiempo, Emily, si eres tú otra vez...

Sasha se tragó su molestia y cortó las palabras de la chica de acento ingles.

—¿Y Ethan?

—oh... ¿Quién habla?

—¿Esta o no?

—Si, pero si me dices quien eres yo se lo digo y capaz llega más rápido.

—Su mejor amigo.

La inglesa soltó una risa.

—Claro, claro. Espera un momento.

La línea quedó en silencio, pero Sasha la pudo escuchar perfectamente gritar el nombre de Ethan, ordenándole que se apresurará, que Sasha le llamaba. Él contuvo su sorpresa, no le había dado su nombre a la inglesa.

— Hasta que te dignas. —luego de cuatro minutos de espera, era la voz alegre de Ethan, quien por cierto, no tenía el acento tan marcado como la otra chica.

—Sobre lo del otro día... te debo una ...

—¡Espera, espera! Tú disculpándote, esto vale oro, déjame acomodarme y poder grabar esto en mi memoria.

—No me estoy disculpando.

—¿No? Una lastima, creo que tendré que darle el boleto a alguien que si sepa hacerlo.

—Ni quería ese boleto.

—¿Ah no? Entonces si no es para disculparte y tampoco quieres el boleto ¿Para que llamas, amigo? —Sasha se mordió la lengua. Ethan no cambiaba. Antes de que pudiera responderle con un comentario sarcástico, Ethan comenzó a reír. —. Antes de que te pongas ariscó, no me interesa lo del otro día, te comprendo. Mi casa esta siempre abierta para ti.



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En el texto hay: tristeza, juventud, amor

Editado: 21.07.2020

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