Tequila

Capítulo 5: Recuerdo.

(Sasha)

Nunca pensé que iba a conocer a alguien como él, pero me doy cuenta de que apenas y existe la palabra "nunca".

—¡Eres un maldito! ¡Suéltame! —exclamo alterada y enojada.

—Pero si ni siquiera te tengo agarrada— dice tras una risita estúpida.

Se hace el tonto.

—Desata mis manos— no hace caso y me mira súper divertido—. ¡Desátalas!

Estoy amarrada con cinta adhesiva, sentada en una silla frente a una mesa llena de frutas y comida deliciosa. Creo que es una jodida cena, lo tenía todo preparado.

Él levanta las manos y se levanta de la silla en donde esta, camina hacia mí y toma unas tijeras para quitar la cinta pero no la quita, se queda mirándome.

—¿Me tienes miedo? —le pregunto.

Pero solo causo que se ría y que empiece a quitar la cinta.

—No, tengo miedo a perder ante una mujer solo porque no la quiero lastimar— me responde.

Ohh, hasta caballeroso es después de lo que pasó hace rato.

Por fin mis manos están desatadas y lo primero que hago al sentirlas libres; es coger unas uvas y una manzana verde para luego pararme de la silla mientras me las como e ir hacia la puerta de la cocina.

—¿No me vas a detener? —le pregunto.

Se que es loco, pero es raro que se quede quieto después de todo lo que hizo para traerme aquí.

—Si sales serás una gallina por no aceptar tu derrota— dice.

Ahg, cuanto odio que me digan gallina, porque no lo soy.

—Mira, no sé lo que intentas hacer pero recuerda que apenas te conozco y que al igual que tú puedo tomar decisiones.

—¿Y cuáles son tus decisiones? —dice mientras se come una uva.

¿La verdad?

—Me quedo— camino de vuelta a la silla y empiezo a comer de todo lo que hay en la mesa— y te diré dos cosas; una, no me gusta que me digan gallina y dos, me quedo porque esto se ve delicioso. Hiciste esto para mí ¿no?

Le digo comiéndome las uvas de a dos, pero él me quita la vasija en donde están las uvas con rapidez para que no me las coma.

—Si, pero no te la comas todas— me dice.

¿Qué? Las personas también elegimos equivocarnos para disfrutar. Me comeré todo esto y luego me voy, él me trajo aquí así que, ¿qué más da?

No desperdiciaré una buena comida.

—A ver— digo con la boca llena— ¿qué edad tienes?

—Es un secreto.

—¿Qué? No...— trago y luego tomo la manzana de hace un rato— la edad no se puede convertir en un secreto, yo tengo 18 y no tengo porqué ocultarlo.

—No pensamos iguales— wou que seco dice las cosas este man.

—Lo sé, nadie piensa igual así que, me puedes decir tu edad, prometo no juzgarte.

No sé por qué, pero mi comentario le da risa y decide cortar su carne y probar su arroz.

—Si te lo digo, no seguirá siendo un secreto— me contesta.

Esa frase.

Trago grueso y mastico mucho más lento, esa frase la escuchaba mucho. "Si lo digo, no seguirá siendo un secreto".

—Necesito ir al baño.

Su mirada cambia, sabe que algo cambio. Eso es lo malo de nosotras las personas; podemos sentir un mal momento y no tanto eso, nos pica saber. La curiosidad nos desespera.

—La última habitación a tu derecha— dice señalando el pasillo.

Me levanto y camino hacia ese lugar. La casa está decorada elegantemente, posee rinconeras con fotografías, al parecer él no es el único que vive aquí o tal vez no sea de él. Entro a la habitación y es como si viviera en un jodido hotel. Todo está muy ordenado y limpio, aparte de elegante.

Visualizo toda la habitación y logro dar al baño, entro y me encierro allí. Realmente no me hizo muy bien escuchar esa frase, todo lo que pasó entre él y yo solo fue un simple juego. Él no iba en serio, pero yo sabiendo que era así, fui incapaz de no enamorarme.

Ahora Asdrick está lejos y yo aun sigo aquí, como una gilipollas llorando porque lo ha vuelto a recordar.

Debería estar disfrutando esto como una loca sin sentimientos y valiéndole una putada lo que haya pasado, pero saben que es difícil de olvidar a alguien que hizo historia en tu vida.

Es muy difícil.

Me encuentro sentada en el piso mientras las lágrimas brotan de mis ojos por cada cosa que recuerdo de él. Quisiera tener una botella de vino en mis manos.

Ahora que lo pienso, a mí solo me siguen los chicos malos porque ese tal Tequila como lo llamó James, no se le ve que sea muy bueno. Para nada.

—¿Estás bien? —rayos.

Me limpio las lágrimas, me pongo de pie de inmediato y me dispongo a lavarme la cara.

—¿Sasha? —me nombra.

—Si, estoy bien, solo déjame en paz.

Busco algo para secarme la cara, pero no encuentro nada así que salgo y lo miro directo a los ojos, luego miro su camiseta y me inclino para secarme con ella. Me vale una mierda si se moja, a fin de cuenta él tiene toda la culpa de todo lo que pasa.

—¿Qué haces? —pregunta dejando que me seque.

—No encontré nada para secarme.

—Escusas— dice sacudiéndose la camiseta.

Y luego nos miramos por unos momentos. Se ve tan malo como inocente, es como un mar de colores; puede ser como quiera, pero solo hace ver el color azul en la mayoría.

—¿Tienes un cigarrillo? —si nos quedábamos así más tiempo, cualquier cosa podría pasar.

Y no quiero que pase ese "cualquier cosa".

—De los buenos— dice.

Se revisa los bolsillos mientras camina hacia el balcón. Al seguirlo, visualizo todo a mi paso, ¿de quién será este departamento?

Al recostarme de las barras de hierro, Tequila porque así le voy a llamar y porque no le queda el de Adam, solo si fuera otra persona muy diferente, me pasa un cigarrillo y de inmediato lo llevo a mis labios y él lo enciende con el mechero.

—No comparto— le digo después de probarlo.

Él se ríe y saca uno para él.

No es perfecto, nadie lo es, aunque él tiene algo que lo hace ver perfecto, pero no sé qué es. ¿Tal vez su mirada? O...



#32539 en Novela romántica
#20815 en Otros
#3329 en Acción

En el texto hay: amor, enemigos, amor humor sentimientos pasion

Editado: 12.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.