★(Adam)★
Lo ha hecho, lo tuvo que decir, porque es bien terca. Pude ver como la cara de mis padres se iluminaron cuando ella dijo esas palabras, pero es que ni siquiera es verdad.
¡No es verdad! Y no me deja hablar y desmentirla porque ellos le creen.
—Y ¿cuándo piensan cazarse? —dice mi madre, y es que por eso no quería que les dijera esas palabras.
La reacción de Sasha es de una ligera sorpresa y al mirarme se alarma más porque sabe que cometió un error.
—Es muy rápido para pensar en eso— digo mientras corto mi carne.
—Es cierto, pero ya en dos meses más podrían empezar a armar los planes ¿no creen? —vuelve a decir mi madre.
Está más atenta a nosotros que a la comida.
—No cariño, ellos deben de conocerse mejor— esta vez habla mi padre tratando de ayudarme, pero es que no lo hace.
—Eso estamos haciendo, su hijo es muy terco y todo, pero no es tan malo como lo parece. Lo pude dominar y traer aquí— les comenta Sasha.
Con que no soy tan malo como lo parezco, esto si me interesa.
—A ver...— digo y soy interrumpido por una de sus manos.
Paciencia señor, dame paciencia.
—Pero fue a malas ganas que lo traje— les dice y luego se toma todo el vino que tenía su copa.
—Eso lo sabemos querida, hacía dos años que no lo veíamos y te lo agradecemos— le dice mi madre Verónica junto a una sonrisa.
—Tiene razón, nos anda huyendo— le perfecciona mi padre.
—Pues, es muy malo de su parte— ahora habla Sasha y es increíble lo que come.
Es pequeña, delgada y tragona, pero no sé a donde carajos se le va toda esa comida. Aunque creo que puede que a la cabeza, es muy sabia.
—¿Se les olvida algo? —ellos niegan— Estoy aquí, dejen de hablar de mi como si no estuviera.
Todos me miran y de repente Sasha se lanza hacia mí y me da un beso en la mejilla.
—Lo siento— dice esas palabras como si las estuviera fingiendo y para colmo, vuelve a poner su mano en mi miembro y me sonríe jodidamente macabro—. La tienes caliente.
Me lleva.
—Te dije lo que harías si sigues provocándome, ¿te acuerdas?
—Tal vez por algo lo hago, ¿no crees? —se endereza y les dedica una de sus simpáticas sonrisas a mis padres.
Es increíble su energía, su forma de decirme las cosas, creo que hasta su manera de respirar es increíblemente hermosa. No, creo que me estoy volviendo loco y creo que mi demencia me está llevando tan lejos que hasta le acepté el trato.
Sinceramente, ya mi cabeza no da más.
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—Les está enseñando mis fotos de pequeño ¿verdad?
—Si, creo que si— me responde mi padre mientras vemos a Sasha y a mi madre reírse por cada foto que ven.
Ríete con esas porque jamás te enseñaré las que tengo, Sasha Meyer o sería mi fin.
—Es hermosa, ¿dónde la encontraste? —me pregunta mi padre refiriéndose a Sasha.
—En Londres y no es mi novia— me tomo un trago de mi Wiski y veo como Sasha me da una mirada provocativa.
—Lo sé, se me hacía muy raro que tengas novia en tan poco tiempo— me sirve más Wiski y se acomoda en su sillón—, pero algo te digo, y es que lo intentes, se ve que es buena y además te pone nervioso que eso nunca lo había visto.
—Ese es el problema, no lo quiero intentar y no me pone nervioso, ella está loca y me obliga a hacer cosas que no quiero.
—Veo que aprendió a controlarte ¿cómo lo hizo? —pregunta.
Es gracioso pero no me da risa.
—Tiene 18 y yo por más de los 25, ¿qué crees? No me falta mucho para llegar a los treinta y ella es una manipuladora, así que elegí venir para no convertirme en un violador, pedófilo y estúpido que se cogió a una adolescente hermosa sin su consentimiento. ¡Fácil!
—Si que te puede controlar— dice con unas pequeñas risas.
Hasta mi padre creé que es absurdo que una chiquilla de 18 años me haya obligado a venir hasta aquí y todo porque metí la cabeza donde no debía.
—¿Tienes Tequila?
—¿Aun sigues con eso?
—El Wiski es bueno, pero no me sacia— dejo el vaso en la mesita—. ¿Tienes o no tienes?
Él me sonríe y se levanta. Es un viejo con secretos.
—Ven, te enseñaré.
Camino detrás de él hasta una habitación que yo suponía que era, hasta ahora que lo estoy viendo. Siempre supe que esa necesidad de alcohol lo había heredado de él, totalmente.
—Aquí guardo todo tipo de alcohol, menos el que tu madre usa para las curitas, sería el colmo.
—Si... muy gracioso.
—Mira, es uno de los mejores.
En su mano está uno de los mejores tequilas que he probado, el Qui Platino Extra Añejo. Eso sí que me emociona.
—Es fuerte y demasiado bueno como para que lo tengas contigo— le digo y se lo quito de las manos, destapándolo y oliéndolo— Es increíble.
—Lo sé, y así no querías venir a verme— me reprocha.
—Por Dios, sabes que lo puedo conseguir en muchos otros lugares.
—Si, pero no gratis.
—Otra vez con tus burlas baratas— le digo.
Con unas pequeñas risas camina hacia donde están tres clases de bebidas y saca un vino levantándolo hacia mí.
—Es mi favorito, Lewis Cabernet.
—¿Qué no era el Barbaresco? —le pregunto.
—Estás equivocado hijo.
Sasha entra y se queda parada en la puerta, se ve feliz, pero algo no anda bien porque se cruza de brazos y me mira fijamente.
—¿Me lo podría prestar un momento? —le dice a mi padre.
Lo miro y él camina hacia ella, le sonríe y se va. Me odia demasiado, sé que me odia.
—¿Ya terminaste de burlarte de mí yo pequeño? —ella camina hacia mí y me toma de la cara.
—No me burlaba de ti, aunque ir disfrazado de monja no era tan adecuado para ti.
Ya vio la foto de Halloween de cuando tenía 15 años, que vergüenza.
—Para ese entonces era cool— quito sus manos de mi cara y camino hacia el estante para servirme un vaso de tequila.