★(Adam)★
Los minutos pasan como si se los llevase el viento, sus palabras son un asco y sé que si alguien dice una misera palabra fuera de lo común esto se llenará de balas por todos lados.
Gracias a Dios y Ambroce no ha dicho nada.
—Me han dicho que te has juntado con tu gente— dice Discor con una sonrisa estúpida.
Sé que me quieres destrozar gilipollas.
—¿De qué hablas? —le pregunto.
—Veo que has olvidado tu nacionalidad rusa— vuelve a hablar con diversión y mira a Ambroce.
Quiere que se desate una guerra.
—No soy ruso— contesto.
—Allí naciste— me dice.
—Pero crecí en Escocia— le respondo.
El ambiente es muy tenso y silencioso, no es dudable que por culpa del estrés todo se vaya a la mierda en este pobre lugar. Sería una pena, pero calma solía ser mi segundo nombre.
Supongo que ahora solo soy un 50%
—Eres un jodido ruso, en fin, veo que has reunido a tus putos rusos para que te hagan de perros escuderos o ¿no es así? —me dice y su comentario me hace reír.
—Admito que me has pillado, pero ya sabes, me siguen a todas partes, están en cada lugar que estoy y conocen a todos mis enemigos— ahora soy yo el que ríe y bebe de su café.
—Puede que no sean tan inteligentes— comenta.
—Eran, son y seguirán siendo unos putos militares rusos. La mayoría, pero son suficiente para clavarte una jodida bala en el culo— le digo.
Por alguna razón mi comentario le hace reír a Ambroce y calla al ver mi cara sin ninguna expresión. Es un loco de mierda.
—Hasta tu amigo cree que tu comentario es gracioso— dice Discor con diversión.
—Venga, que no me reí por eso— habla Ambroce algo alterado.
—Ambroce cállate— digo y me levanto—. Creo que es hora de irnos, espero no volverte a ver.
—No te preocupes, no lo volverás a hacer.
Nos damos una mirada de rivalidad y odio antes de dar la vuelta y salir de ese lugar. Ambroce se apresura a entrar al auto y encenderlo sin decir una palabra.
Ya veo que los rumores andan como unas jodidas gotas de agua, esparcidos por todos lados. De seguro sabe lo de los rusos desde hace tiempo.
—Oye, ese hijo de puta es un genio, todas esas personas no eran gente normales, eran su gente— ya lo sabía—, le vi el mismo tatuaje a 5 de ellos en diferentes mesas mientras pasábamos para llegar a la nuestra.
—Lo sé, reconocí a uno de ellos, no es un genio como lo piensas así que ya muévete que Sasha debe estar esperándome.
Todo fue más rápido de lo que pensé y no estoy seguro de no volverlo a ver.
No soy tan estúpido para meterme esa indirecta.
Ahora que lo pienso, si ya sabe lo de los rusos también debe saber de Sasha. Sería imposible que no lo sepa. ¡Mierda! Ahora ando metiendo a las personas en mis problemas, debería alejarla de mí, no debí aceptar ese jodido trato.
Apenas mis padres están vivos y es porque los protejo aunque no lo sepan. No les puedo decir que cambié a sus guardaespaldas por militares, ni que los vigilan francotiradores, ellos no saben en lo que estoy metido y no quiero que lo sepan.
Salgo del auto desde que las ruedas de este dejan de moverse y toco la puerta. Tengo que tocar porque ésta ya no es mi casa. Una de las del aseo me abre y entro de inmediato.
—Joven— dice la mujer.
Pero no le presto atención, no sé en donde rayos están los de esta jodida casa, pero no los veo por ninguna parte.
—¿Dónde están? —le pregunto a la mujer la cual caminaba detrás de mí.
—Eso intento decirle, pero no me deja...
—Bueno, ya hable ¿no?
La chica respira hondo y mira a Ambroce quien se sienta en uno de los muebles.
—El señor Jones y la señora Verónica salieron unas horas después de que se fuera usted, el señor fue a trabajar y dejó a la señorita aquí, pero una mujer vino, la alteró e hizo que se fuera.
—¿Qué? ¿Qué mujer? —pregunto confuso.
¿Cómo que Sasha se fue? ¿A dónde demonios?
—Ahhg no me acuerdo, era un nombre con su misma inicial... ¿cómo era? — dice sosteniéndose la cabeza.
—Joven, esta nota estaba en la habitación donde se quedan— dice otra de ellas.
Fíjate que no las había visto, ahora aparecen, pero era de esperarse. Mi padre vive solo aquí y no tiene a una mujer que le limpie y le haga la cocina, hipotéticamente porque ahora tiene más de una.
Quédate con tus zorras. Leo el escrito y joder estoy perdido.
—¿Qué demonios es esto?
—Era Sonia, si la chica dijo llamarse Sonia— recuerda la mujer.
Maldita puta, ¿cómo supo que estaba aquí?
—¿La conoces? —pregunta Ambroce.
—Si, ¿acaso escucharon lo que le dijo también?
Si, porque son muy chismosas, todos somos chismosos en algún momento como cuando una pareja está discutiendo en plena vista del pueblo, ahí estamos porque nos pisca la puta curiosidad de saber lo que pasa.
—Amm... si, pero no me acuerdo mucho— dice la primera que habló.
—No se podía escuchar bien de donde estábamos, pero pudimos ver como la señorita la sostuvo del pelo y le pegó bien fuerte que hasta la lastimó— habla la segunda.
—Mierda— dice Ambroce.
—Si, la hizo mierda, con respeto. También escuchamos sus balbuceos y decía que se iría a su país y que no lo quería volver a ver. Luego tomó sus cosas y se fue hecha fuego y antes parecía un ángel, digo que nos asustó verla así de furiosa— termina de decir la segunda chica y luego se miran entre sí.
Ahora si me va a dar un puto ataque.
—Ya el avión debió salir, ¡maldita sea!
—¿Qué pasa? —pregunta Ambroce.
—Sasha debió tomar el jodido avión y sabes lo que eso significa ¿no?
—El puto avión va a estallar— dice y de inmediato suena su celular.
—No estamos seguros, pero con el odio que me tiene DC, lo es posible todo. Vamos...