Tergiversado

El peso de la verdad.

Me levanto más temprano que de costumbre en un día sábado, la verdad nisiquiera logré dormir cuatro horas seguidas, y es qué Carrie y yo nos quedamos despiertas hasta muy tarde. Cuándo estuvo el té que preparé anoche serví cuatro porciones para mi mamá, la señora Sara para Carrie y para mí. Fui hasta la sala y las encontré a ambas allí, no sabía que la madre mi amiga estaba también en el primer piso, ya hasta me había hecho a la idea de tener que ir hasta el ático dónde había tenido que perseguir a Carrie cuando ésta huyó enojada. Pero, no sé si mi madre subió a buscarla o ella bajó por su cuenta, solo sé que me sentí mejor de no tener que subir hasta allá arriba, pero más porque ella no estaba sola, sino en compañía de mi madre.

Dejé la pequeña bandeja sobre una mesa y me retiré después de recibir las gracias por parte de ellas. Regresé a la cocina, Carrie permanecía en el mismo lugar en que la había dejado, bebiendo de su tasa con cuidado. Después de un rato mamá fue a llevar la bandeja y las tasas al fregadero y nos informó que ellas se irían a la dormir. Carrie y yo no lo hicimos hasta pasadas las dos de la madrugada. Exhaustas como nos encontrábamos, subimos las escaleras arrastrando los pies. Ese té tardó en hacernos efecto, a diferencia de nuestras madres a quienes les dió sueño casi de inmediato. Nos vestimos con ropa de cama, le presté a Carrie una pijama de diferentes tonos morados; es la que siempre usa cuando se queda a dormir aquí. Esa es su preferida de entre todas mis pijamas porque el morado es su color favorito. Carrie fue a lavarse los dientes mientras yo quitaba algunas almohadas de la cama para hacer más espacio. Entonces eché de menos mi celular, no recordaba haberlo llevado hasta la habitación así que fui hasta la cocina pensando que lo había dejado allá, pero no lo encontré. Regresé a la sala y fui hasta el mueble donde me había recostado hacía rato, y allí lo hallé entre lo cojines. Sin batería. Sentí un pinchazo de dolor al pensar que tal vez Daniel me había escrito y que yo no respondí. Subí hasta mi habitación y lo conecte rápidamente. Me quedé vigilante hasta que encendió y confirmé que efectivamente había un mensaje de él deseándome buenas noches. Contradictorios sentimientos me inundaron. Felicidad por que él me escribió y culpa por que no le respondí. Temí que pensara que lo que ocurrió entre nosotros no significó nada para mí. No lo pensé y respondí. Primero le explique que me había distraído y olvidado mi celular y luego desee un grato sueño para él, lo hice sabiendo que quizás él ya dormía y no recibí respuesta. Dejé el móvil cargando y fui hasta mi cama donde Carrie descansaba plácidamente en brazos de Morfeo.

No supe cuanto tiempo transcurrió mientras miraba el techo mínimamente iluminado por la tenue luz de una lámpara que nunca apago. No me gusta estar en completa oscuridad y siempre la dejo encendida porque su luz no es brillante como para molestarte mientras intentas dormir, pero funciona para distinguir cualquier objeto en la habitación. En algún momento no pude mantener los ojos abiertos por más tiempo y me rendí.

Y aquí estoy a las siete de la mañana, lavando mi cara para bajar a la cocina y tomar café, necesito espabilar. Me siento inquieta y ansiosa, pienso que debido a mi intranquilidad es que desperté tan temprano sin planearlo.

Abandono la habitación llevando conmigo mi celular que está completamente cargado. Estando cerca de la cocina escucho un chorro de agua y supuse que mamá estaba ahí, pero al llegar a quien encontré fue a la señora Sara. Tomé asiento tímidamente, no había intercambiado palabra con ella desde ayer en la mañana cuando fui a su casa para irnos al instituto, y después de lo que ocurrió anoche no sé cómo iniciar una charla con ella. Sigue en su tarea frente al grifo donde lava algunos vegetales, no se ha percatado de que estoy aquí todavía.

--Buenos días, Carley -- me sobresalté cuando la escuché, volteó a verme unos segundos, había una sonrisa en sus labios y parecía que había descansado.

--Buenos días --respondí rápidamente, meditando en cómo supo que era yo quien estaba ahí, no había hecho ruido al llegar. Creo.

--A tu madre la dejé arriba hace apenas diez minutos, estaba por ir a bañarse --dijo esto mientras ponía en un recipiente los pimientos, cebollas y tomates--. No podía ser ella; y Carrie, --hechó un bufido--. Ella simplemente no se levanta antes de las once de la mañana cuando no tiene que ir al instituto.

--Sí, tiene razón, Carrie nisiquiera es una opción.

Ambas reímos.

--Estoy por preparar huevos revueltos con vegetales. --dijo aún sonriendo. Es increíble que luzca tan tranquila, cualquiera no creería que esta es la misma mujer que anoche parecía una desquiciada, y no es que me parezca mal que esté feliz, al contrario, creo que es la mejor manera de afrontar situaciones como esta en las que el mal humor no solucionarán nada.

--¡Estupendo! --afirmé, dejándome contagiar de su buen humor--. ¿Necesita que la ayude con algo?

Hizo una mueca que provocó que si nariz se arrugara un poco, parecía estar pensando en la respuesta.

--Bueno, ya que estas dispuesta --resolvió finalmente--. Puedes preparar café, pensaba hacerlo después de terminar con esto --refiriéndose a los vegetales-- pero, si quieres lo puedes hacer.

--Pues, ¡manos a la obra!

Me dispuse a preparar el café, lo hice de la forma tradicional pues sabía que al igual que a mamá y a mí, a la señora Sara le gustaba de esa forma. Cuándo estuvo listo tomé dos tazas, la primera se la ofrecí a ella que se había sentado un momento dejando que se cocinaran los vegetales y los huevos. Estaba llenando mi propia taza cuando mamá hizo acto de presencia.

--Buenos días, cariño --se acercó y me besó en la mejilla.

--Buenos días, mami.

--Huele muy bien aquí --dijo olfateándo el aire--. Se les da muy bien a usted dos estar juntas en la cocina -- comentó divertida mientras sacaba un vaso de un gabinete--. Lo tendré pendiente.

--Por favor, mujer, solo es café y huevos con vegetales --intervino su amiga.

Rodé los hojos disimulando una sonrisita.

--Pero un café y unos huevos con vegetales que huelen muy bien --corrigió mamá--. Nada de restarce mérito.

La señora Sara y yo nos miramos cómplices, ella batió sus pestañas reiteradas veces y yo suprimí una carcajada.

--¿Te sirvo café?

--Sí, por favor --respondió mamá y se tomó su vaso de de agua a temperatura ambiente, como todas la mañanas, antes de ingerir cualquier otra cosa; dice que es de mucho benéficio hacerlo y ha hecho de esto un hábito.

Le entrego la taza que había llenado para mí y busco otra en su lugar.


--Carley, apaga la estufa, por favor --me pidió mamá cuando pretendía sentarme.

--Está bien --intervino la señora Sara-- yo lo hago, deja que la pobre se pueda tomar su café en paz.

--No se preocupe, yo lo hago --me opuse a que se levatara y fui hasta la estufa, le quité el fuego a la sartén -- ¿quieren que les sirva? --probé con un tenedor del delicioso guiso y me serví una porción generosa, ¡sabe exquisito!

--Terminaremos nuestro café --respondió mamá-- ya nos servimos nosotras en un momento.

Junto al guiso puse unas rebanadas de pan y agregué un vaso de zumo de naranjas.

Me senté en el mismo lugar que ocupaba antes y terminé con el café antes de comer el resto del desayuno. Observo por una ventana lo soleado que está el día y apenas son algo menos de las ocho de la mañana.

¡Será un bonito y caluroso día!

La vibración de mi móvil llama mi atención y pongo la vista en el aparato sobre la mesa.

Daniel: Buenos días, acabo de ver tu mensaje, (aunque por la hora en que lo enviaste asumo que te dormiste muy tarde y qué aún duermes) 😅 pero sino es así, ¿cómo amaneciste? 😊

Sé que una sonrisa de mensa se dibujó en mi cara mientras leía, y agradezco al cielo que Carrie no esté aquí en este momento.

Yo: Buen día. 😊
Amanecí bien, creo... No dormí mucho, pero me siento bien. 😅 ¿qué tal tú?

Tengo respirar. Estoy demasiada emocionada y eso no es bueno, mamá está muy cerca y no quiero que note mi repentina felicidad. Mejor termino con lo que queda de desayuno y trato de fingir no estar rebosante de una inexplicable alegría.

Daniel: Oh, entonces no dormiste bien, qué mal. 😟
Al contrario de ti, yo dormí plácidamente, y lo mejor fue que soñé contigo.

La impresión que me llevé hizo que un trozo de pimiento se atacara en mí garganta provocándome un ataque de tos. Tomé el zumo rápidamente y lo bebí todo.

Mi madre y su amiga me miraban preocupadas cuando abrí los ojos y las miré.

--¿Estás bien? --inquirió mamá viéndome extrañada.

--Sí, ya bajó --respondí sin más.

Ella siguió viéndome confundida y agregó:
--Come con cuidado.

Asentí y terminé con lo poco que quedaba en el plato para luego llevarlo al fregadero. Me detuve ahí unos segundos pensando en ese mensaje, no sabía cómo responder a ese mensaje. Tampoco entendía por qué me importaba tanto eso, es decir, podría responder con un "okay" si fuera otro chico, pero es Daniel, o sea, a él no le puedo responder así por que él me importa; no es cualquier chico.

Suspiro y regreso al celular, lo agarro y observo la pantalla. Tengo que responderle, hace más de dos minutos que leí el mensaje y aún no lo hago. Mi respuesta debe mostrar que estoy interesada pero no tan interesada.

Yo: Mmmm... ¿debería creerte? 🤔

Tomo asiento, y nerviosa aguardo por su respuesta. No aparece en línea, pero mi mensaje fue recibido. Tarde más de lo habitual en responder y parecería como si lo dejaría en visto, cuando en realidad no sabía qué decirle. Los minutos han avanzado y no a vuelto a estar en línea, lo cual me pone nerviosa. Trato de tranquilizarme mentalmente diciéndome que quizás fue a la cocina por un vaso de agua o que tal vez fue a darse un baño. Soy muy mala con las esperas, todavía no he aprendido a pesar de que he esperado a Carrie desde que iniciamos el jardín de niños.

Después de meditar en esas posibilidades me quedo más tranquila. Así que salgo de la aplicación de mensajería y entro al único juego que tengo, el cual descargué después de ver tanta publicidad sobre él que fui a la tienda de aplicaciones y lo bajé sin darme cuenta. La magia de la publicidad.

Al final no me arrepentí de hacerlo, me entretengo bastante con el. Consiste en introducir una o varias pelotitas en la copa correspondiente según el color. Suena sencillo y los primeros niveles lo son pero, a medida que avanzas es más complicado cumplir con la misión, a veces parece hasta imposible de hacer. En los últimos días no le había prestado mucha atención, pues en mi tiempo libre estoy en el chat con Daniel. Daniel, Daniel, Daniel. Pareciera que todos mis pensamientos giran en su entorno. Suelto un suspiro. Me siento decepcionada con migo, no puedo evitar culparme de no haber respondido a tiempo.

¿Qué estará haciéndo?

Bueno, probablemente está ayudando a su tío con alguna cosa. Daniel no me ha dicho mucho sobre el hombre que se ha ocupado de él desde que sus padres murieron, pero aparentemente pasa mucho tiempo en casa, de todos modos debe trabajar en algo o cómo podría costear el colegio para Daniel y todos los demás gastos.

Estuve tan absorta en mis pensamientos que no me enteré de cuando tocaron el timbre hasta que escucho la voz de la señora Horan acercarse junto a mi mamá.

--Buenos días --saluda amablemente. La señora
Sara y yo le respondemos de igual forma.

--¿Quieres café? --le preguntó mamá a nuestra vecina y depósito sobre la encimera una vasija de plástico que traía en sus manos, debe ser algo que preparó la señora Horan.

--Gracias, ya tomé mi dosis de cafeína de este día --respondió ésta en tono divertido.

Me pongo de pies y voy hasta donde mamá ha puesto ese envase que no sé lo que contiene.

--¿Qué es? --interrogo intentando abrirlo.

--Es pastel --me informa, al tiempo que deja los trastes sucios en el lavavajillas.

Termino de destapar el envase y efectivamente me encuentro con un pedazo de pastel de tres leches que huele a la misma gloria.

--Son apenas las ocho de la mañana y ya preparó un pastel --le digo sorprendida a la señora Horan.

Ella sonrió alegremente.

--Sí, bueno, tenemos mucho qué hacer en el patio trasero --explicó--. Hay tremendo desastre. Además, mi esposo regresa hoy, después de haber durado tres semanas fuera de la ciudad por cuestiones de trabajo.

--Y este es su pastel favorito --agrego y ella mueve la cabeza afirmativamente con una sonrisa en sus labios--. A juzgar por su olor me atrevo a decir que su sabor es delicioso --busco un tenedor para probar un bocado, lo introduzco con cuidado tomando una pequeña cantidad, luego lo llevo hasta mi boca, y tal como lo predije el sabor es exquisito; tiene la consistencia perfecta y todos los ingredientes están en punto.

--¿Y? ¿Qué opinas? --inquirió mi vecina viéndome con atención.

--Sin dudas el señor Horan estará feliz de haber vuelto a casa.

Veo a la señora Horan sonreír como nunca he visto a mi propia madre hacerlo, en sus hijos hay un brillo hermoso y que la hace ver más bonita y joven. Siento dolor al interpretar lo que eso significa, y me siento egoísta por sentirme triste por que alguien más está teniendo la felicidad que mi madre no puede tener, esa felicidad que te provoca estar junto a la persona que amas, y saber que aunque no esté a tu lado siempre, cuando se aleje regresará.

Alejo esos pensamientos de mi mente para no derramarme en llanto. Le pongo la tapa al envase dónde se encuentra el pastel y me retiro a mi habitación, pero me detengo antes de salir de la cocina.

--Señora Horan --ella me mira expectante-- podría ayudarlos a limpiar, si quiere.

Ella mira a mi madre buscando aprobación y ésta hace una mueca que yo interpreto como "sí, que busque algo qué hacer, por mí no hay problema".

--Claro, si quieres hacerlo y no tienes nada mejor qué hacer --dice ella sonriendo como siempre-- nos vendrían de maravilla un par de manos más.

--Perfecto, entonces iré a cambiarme y en un rato iré hasta su casa.

Alcanzo a ver mi celular y regreso a buscarlo, verifico si ha llegado algún mensaje que no halla escuchado pero, no. No ha respondido.

Retomo mi camino hasta mi habitación, dónde mi amiga duerme todavía o eso creía yo, porque al entrar me la encuentro sentada sobre el colchón y mirando a la nada.

--¿Estás bien?

--Sí, solo pienso --respondió y bajó la mirada.

No hicieron falta más palabras, entendí lo que ocurría y no quise insistir, asentí levemente sin emitir opinión alguna. Me recojo el cabello y camino hasta el baño.

--¿Por qué habrá vuelto? -- dijo, provocando que me detuviera en seco.

Es una situación delicada a la que se enfrenta mi querida amiga. Quizás nunca imaginó que tendría que luchar contra está realidad que hoy a tocado a su puerta. Pero así es la vida, impredecible y sorpresiva.

--Supongo que esa respuesta solo él te la podría dar --respondo cuidadosamente.

--¿Crees qué.. --ella se detiene dudando de hacer esa pregunta-- qué le importe?

Mi mente se traslada al momento preciso en que sus ojos se fijaron en Carrie, todo su semblante cambió. No fue una simple mirada vacía, pude ver tanto dolor, tanto remordimiento, tanta culpa. Pero también había un brillo de ilusión, una pequeña chispa, que podría ser una llama abrasadora si se llegaran a sanar las heridas y se olvidaran las ofensas. ¿Acaso fui la única que lo vió? Entiendo que es muy precipitado para que ella pueda pensar como yo estoy pensando, el dolor y el rencor son como altas barreras que impiden ver con claridad.

--Creo que sí le importas, Carrie -- afirmo viéndola directo a los ojos, esos que se iluminaron esperanzados aunque no movió un solo músculo de su cara. Sé que la repentina llegada de su padre le a tocado más de lo que se atreve a demostrar, la conozco y estoy segura que no lo dirá abiertamente, pero han despertado ilusiones en su corazón, si yo estuviera en su lugar estaría igual. Pero a mí no me sucederá.

--Está bien que trates de animarme, diciéndome lo que crees que necesito escuchar, pero seguiré creyendo que es un cobarde. --al terminar rodó los ojos y se metió debajo de las mantas.

--¿Te quedarás en la cama todo el día?

--Sí, así es -- afirmó con voz cantarina.

--Oh, yo pensaba invitarte a casa de Mi Vecino --hice énfasis en las últimas dos palabras-- Pero no, mejor no te molesto.

Dicho esto procedí a introducirme en el cuarto de baño sin esperar a ver su reacción. Me doy una ducha rápida sin lavarme el cabello, estaré sudando en el patio trasero de los Horan, lo lavaré más tarde al regresar a casa. Salgo de la ducha y me envuelto en una enorme toalla color blanco y abro la puerta encontrando a Carrie de pie justo en la salida. No esperaba verla ahí y me llevé un pequeño susto.

--¡Hasta que sales, mujer!

La miro indignada.

--¿Qué pasó con tu divertido plan de no salir de la cama en todo el día? --indago irónica sin apartarme de la entrada al baño.

--Cambié de opinión --dijo con simpleza--. Ahora, ¿me dejas pasar? Tengo un cuerpo al que limpiar.

Me hago a un lado dejándola adentrarse en el baño y la veo cerrar la puerta después de hacerme un guiño.

Está loca esta chica.

Ruedo los ojos mientras una sonrisa se dibuja en mis labios. Lo bueno es que ya no está triste o al menos eso parece.

Proceso a buscar ropa ligera con que vestirme, el sol está increíblemente candente y pensar que estaré bajo el por un rato es motivo suficiente para no querer llevar mucha tela encima. También busco un cambio de ropa para mi loquita amiga. Decido que unos shorts y unas franelas son la mejor elección, escogiendo para mí uno color rosa pálido y una franelas blanca y para Carrie uno negro y una franela azul cielo. Qué importa que no combine.

Me visto rápidamente y suelto mi cabello para peinarlo. Sé siente un poco áspero por todo el fijador que usé ayer, pero no tengo tiempo ahora de arreglarlo, así que me paso un cepillo para disimular el lío que tengo allí y lo ato en la cima de mi cabeza con una goma de peinar. Y lista.

Carrie sale del baño empapada de pies a cabeza destilando agua de su cabello sobre mi alfombra.

--¿Cómo pudiste lavarte el cabello en quince minutos? --pregunto con verdadero interés.

--¿Quién necesita más de quince minutos?

Nos quedamos viéndonos por unos segundos hasta que moví la mano restándole importancia al asunto.

--Estaré abajo, no te tardes --y abandoné el lugar.

Cuando llegué a la cocina la señora Horan ya no estaba ahí. Solo mi madre y Sara comían pastel en silencio. Fui y le serví a Carrie una porción del postre para que lo comiera cuando bajara. No estaba segura si querría comer de los huevos con vegetales, pero del pastel estoy segura que sí. Busco un vaso de agua y me siento a esperarla.

--Creí que irías a casa de los vecinos.

--Espero a Carrie.

--Ya está despierta --preguntó la madre de mi amiga, sorprendida.

Asentí afirmativamente.

--No solo eso, también se duchó en quince minutos --agregué.

--¿Hablas de Carrie?

--Sí, así es --dije divertida.

--No me haré ilusiones --afirmó y yo reí.

Cinco minutos más tarde aparecería mi amiga en la escena, vestida con la ropa que había escogido para ella, no porque no quisiera que la escogiera por sí sola, sino para ahorrar tiempo. Y con el cabello ya más seco y con rizos naturales.

--Carrie, qué bueno que llegaste --habló mamá-- algunas personas estaban hablando de ti hace un momento.

Carrie nos miró a su madre y a mí.

--Es costumbre cuando estas dos se juntan.

--Entonces nosotras deberíamos hacer lo mismo --sugirió mi madre.

--Estoy de acuerdo --afirmó mi amiga riendo malévola.

Rodé los ojos con fastidio.

--¿Podrías empezar a desayunar?

Carrie me miró suspicaz y caminó hasta mí.

--¿Qué ocurre? ¿No quieres probar una cucharada de tu propio jarabe?

Bufé resignada.

-- Sí, sí. Eso pueden hacerlo después. Ahora empieza a comer --señalé el pastel que había puesto aparte para ella.

Destapó el recipiente y sus ojos se iluminaron.

--¡Me serviste pastel, Carliti! --dijo, fingiendo que lloraba.

No respondí, fingiendo estar ofendida.

--Mira, yo también hice algo por ti --declaró con una vocecita cantarina.

Miré en su dirección y ví que sostenía mi móvil.

No pude seguir fingiendo enojo y sonreí abiertamente. Tomé el celular de sus manos y ella se sentó al lado mío. Revisé si había algún mensaje nuevo y en efecto, habían.

--¿Me traerías juguito de naranja? --habló Carrie justo cuándo pretendia leer los mensajes.

La miré con cara de reproche y puso ojitos de perrito triste. No pude evitar sucumbir a esos ojitos y fui a buscar jugo de naranja al refri. Lo puse frente a ella y continúe con lo que hacía antes de ser interrumpida.

Daniel: 🙈

Aparte del emogi hay una nota de voz la cual no estaba segura de escuchar ahí, delante de mi madre, estuve a punto de irme a la sala pero, algo en mí, quizás mi parte menos cobarde, me instó a quedarme dónde estába y escuchar ese mensaje sin temer que pasaría algo malo.

--"Creí que lo que dije te había hecho sentir incómoda y que ya no responderías... --lo escucho bufar-- si así fue te pido una disculpa, no quiero ofenderte o hacer alguna cosa que no te guste, pero sí quiero ser sincero, y cada palabra que sale de mi boca es verdadera, nunca te he mentido y te juro que no pretendo hacerlo; yo al igual que tú soy nuevo en esto, no tengo experiencia en relaciones amorosas, pero lo que sí tengo es un inmenso deseo de aprender a tú lado...
Claro, siempre que tú quieras --escucho su risa nerviosa -- Carley, puedo ir más despacio si tú haci lo quieres. -- terminó la reproducción.


¿Despacio después que nos besamos? No creo que eso funcione.

Esto no me lo esperaba. No pensé que Daniel se abriría de esa forma, y me siento como la mayor de las cobardes por no tener el suficiente valor para hacer lo mismo. Debo poder. Tengo que poder.

No sé a dónde me llevará esto que siento, no sé cuánto más puede crecer, desconozco si saldré con el corazón roto, pero quiero correr todos los riesgos.

--¿Nos vamos?

--Sí --le respondo a Carrie rápidamente-- adiós mamá, adiós Sara. Me despido y emprendo camino al exterior, necesito responderle a Daniel. También necesito respirar aire fresco.

-- Adiós, señoras --se despide Carrie de ambas. La escucho reír mientras camina detrás de mí--. ¡Oye!, ¿Qué sucede?

Abro la puerta principal y salgo a la calle, dejo que mis pulmones se llenen y luego los dejo vacíos otra vez.

--Tengo que hacer algo --le respondo a mí amiga.

--Pareces tensa, ¿qué es lo que harás?

--Ya lo verás.

--Sabía que pensarías eso cuando tardé tanto en responder, pero no es lo que crees, no me molestó que soñaras conmigo, todo lo contrario, me emocioné mucho y no supe qué decirte, estaba nerviosa; creía que lo estaba alucinando, porque yo también siento cosas por ti, Daniel. --y solo cuando dije todo, pude volver a respirar.

Me siento más relajada. Es bueno desahogarse de vez en cuándo. Busco a Carrie a mi alrededor y la encuentro mirándome con la boca abierta.

--Tú, no digas nada. --le censuré y comencé a caminar rumbo a casa de mis vecinos.

--Estás loca sí piensas que no diré nada --afirmó tras mi espalda.

-- No quiero escuchar. --dije decidida.

Ella corrió y me alcanzó, tomándome por un brazo cuando estaba a punto de llegar hasta el timbre de la casa de los Horan.

--Estoy feliz por ti --confesó viéndome a los ojos-- estoy feliz por los dos.

--Hablas como si fuéramos a casarnos -- me causó mucha gracia la actitud de Carrie y lo que yo dije me hizo reír más, a ella también.

--Cállate, tonta --reprochó ella y soltó mi brazo-- ¿ya ves por qué no soy sentimental?

--Perdón --dije riendo todavía--. Agradezco que estés feliz por mí, aunque no es nada formal aún.

--Ya se dijeron todo lo cursi, no falta mucho para que suceda eso --achicó los ojos en señal de que estaba recordando algo-- aunque, ahora que lo recuerdo, anoche ustedes...

--¡Ya! --la corté--. Debemos entrar, nos está esperando la señora Horan.

Toqué el timbre.

--Se besaron, ustedes se besaron anoche --la puerta fue abierta y ya no pude responderle a Carrie.

--Hola, chicas --nos saludó mi vecina--. Pasen por favor.

--Espero no haber llegado después de que ya terminaron.

--¿Terminar? Créeme, Carley, no estamos ni cerca de terninar.



•••••••



La jornada fue ardua. Había basura por todas partes, literalmente. Hasta entre las plantas habían restos de comida y envases desechables. Lo bueno de esta experiencia es que lo recordaré siempre y no se me ocurrirá hacer nunca una fiesta en mi casa.

¡Qué cochinas son algunas personas!

El señor Horan llegará a las cinco de la tarde y lo ideal es que para esa hora ya no queden rastros de basura por aquí.

Ahora estamos descansando, solo falta sacar las bolsas de basura hasta el contenedor que está en la calle. Pero hemos tomado un descanso para comer el almuerzo. Estoy esperando que Carrie termine de lavarse las manos y la cara para yo hacer lo mismo.

--Adelante, Carliti.

Me acerco al lavadero y agarro la barra de jabón para comenzar a lavarme.

--¡Uff...! Nunca había sudado tanto en mi vida --escucho decir a mi amiga.

--Te creo --respondo.

--¿Estás insinuando que soy una floja? --inquiere Carrie, y aunque no la estoy viendo puedo imaginar su cara con una ceja alzada.

Eso era lo que insinuaba pero mejor no lo decía abiertamente.

--No, solo digo que yo tampoco había estado tan sudada.

Después de enjuagar bien mis brazos y mi cara, junto mis manos formando un hueco entre ellas y las pongo bajo el caño para que se llenen y cuando lo están me giro hacia mi amiga y le tiro toda el agua en la cara. Una risa burlezca sale de mis labios después de tomar venganza.

--¿Qué fue eso? --interroga ella, batiendo sus pestañas empapadas.

--Esa es mi venganza --le informo.

Ella me mira con expresión de no creérselo.

--¿Porqué dije que tú y Daniel se besaron anoche en la fiesta? --muevo la cabeza afirmativamente--. Pero si eso es cierto --reclamó.

--Cierto o no, eres una fastidiosa.

Rodó los ojos y me hizo una mueca muy fea.

--Acérquense, chicas --nos llamó Ethan. No hemos hablado mucho con él desde que llegamos, pero estoy segura de no ser la única que notó las miradas que se dedicaban mi amiga y el castaño.

Caminamos al pequeño comedor que los Horan tenían en su patio trasero, donde la madre y el hijo disponían de diferentes platillos.

--No es que hayas hecho gran cosa, ¿sabes? --la miro sin comprender lo que quiere decir-- No hiciste nada con echarme agua porque ya estaba mojada. --rió con suficiencia mientras se adelantaba unos pasos a mí.

Nos disponemos a degustar de la deliciosa comida de la señora Horan. Está mujer es una diosa en la cocina. La manera en que comimos, tan apresurada, era evidencia de lo hambrientos que nos encontrábamos. Nos tomamos los treinta minutos de regla antes de pararnos a terminar con lo poco que quedaba. No había prisa, apenas serían las dos y el señor Horan no llegaría hasta después de las cuatro, según comentó su esposa.

--Anoche le pregunté por ti a Carlye --escuché que le decía Ethan a Carrie. Su madre había ido a llevar algo al interior de la casa y yo permanecía sola de ese lado del pequeño comedor, mientras que ellos dos estaban juntos del lado opuesto.

--¿Preguntaste por mí? --él afirmó con la cabeza y Carrie volvió su mirada hacia mí--. Ella se aseguró de no decirme nada.

Una sonrisita maliciosa se dibujó en mi cara.

--Probablemente lo olvidó --sugirió Ethan, queriendo intervenir en nuestra riña de miradas--. ¿No es así, Carlye?

Suspiré y me paré de la silla que ocupaba.

--Sí, en realidad sí lo olvidé completamente --dije, sin tono irónico ni risitas malintencionadas. Esa era la auténtica verdad.

Entonces me alejé para que tuvieran más privacidad, fui hasta donde nos habíamos sentado Daniel y yo la noche anterior. No sabía qué había respondido él a lo que le envié, porque se me había ido la señal del wifi cuando estuve lejos de casa. No tuve mucho tiempo para pensar en eso antes, pero ahora que no estoy ocupada no puedo dejar de hacer especulaciones. Lo mejor será mantener la calma, no sirve de nada que esté impaciente.

Veo a la señora Horan salir hacia el patio trayendo una bandeja. Deja dos vasos a Carrie y Ethan, entonces camina hacia mi con dos vasos más.

Me extiende uno y yo lo recibo. Limonada. Es el segundo vaso que tomaré desde que llegué a esta casa. Y me agrada mucho eso.

--Aparenteme se agradaron esos dos --comenta, después de sentarse al lado mío.

--Eso he notado --digo sonriente.

Unos segundos de silencio transcurren entre ambas, hasta que decido hacer una pregunta para aclarar una duda que me surgió anoche.

--Señora Horan...

--Carley, creo que existe la suficiente confianza como para que me llames por mi nombre --me interrumpió con una sonrisa--. Llamame Alicia.

Sonreí un poco avergonzada, tendré que acostumbrarme a esto

--Alicia, ¿cuándo yo era una niñita, solía venir aquí?

Ella sonrió ampliamente y depositó si vaso vació en la bandeja.

--Por supuesto, venías con mucha frecuencia. Tu madre solía visitarme y obviamente te traía con ella --me explicó--. Jugabas largo rato con Ethan, y cuándo ya tenían que marcharse él le rogaba a Mila que te dejara un rato más.

Reí mientras la escuchaba. No recordaba mucho sobre eso, de hecho lo había olvidado por completo.

--Supongo que en ese entonces estaba muy pequeña, porque no tengo esos recuerdos muy claros.

--Oh sí, tenías apenas dos años, y mi Ethan tenía cuatro.

--¿Qué ocurrió entonces?

Ella pareció no entender mi pregunta.

--¿Por qué se volvieron distantes?

Ella desvió la mirada y supe que probablemente ese hombre que ha estado acosando a mi madre tiene la culpa de esto también.

--No estoy segura de poder hablarte sobre eso, Carley.

--Entiendo --respondí resignada y sin intención de sacarle alguna información--. Mamá ha guardado muy bien todos sus secretos, ¿sabe? --comenté con un hilo de voz--. Pero ya decidí que encontraré la verdad acerca de la muerte de papá.

Alicia abrió sus ojos con sorpresa. No sé qué provocó esa reacción, si el hecho de que no sepa detalles sobre lo que le ocurrió a mi padre o que haya confesado que buscaré la verdad por mí cuenta.

--¿Y qué harás entonces? --preguntó mirándome a los ojos.

--¿Qué haré? Pues, estar tranquila, sin mentiras ni secretos. Merezco saber la verdad. --afirmé con seguridad.

--Asumes que la verdad te dará tranquilidad, ¿pero qué harás si no es así?

No supe qué responder a eso.

--¿No has pensado que si tu madre te ha ocultado esos detalles es por que quizás el peso de la verdad es tanto, que ella no quiere ver que tú también lo lleves a cuestas?

--Seré fuerte --quice convencerme-- debo ser fuerte.

--Carley, la verdad no siempre nos hace libres.

No tenía dudas. Esa historia era peor de lo que había pensado. Y aunque agradezco sus concejos, Alicia no tiene idea que solo a conseguido despertar más la curiosidad en mí. 



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En el texto hay: misterio romance familia amistad

Editado: 26.10.2020

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