Incertidumbre y estrellas.
Algo que sin duda amo de los días de verano es que las tardes son más largas porque el sol tarda más en ocultarse y por eso puedes vislumbrar sus rayos todavía a las siete de la noche. Conducimos de regreso a casa escuchando música de Coldplay. Hoy descubrí que ambos amamos esa banda y que tenemos gustos muy similares en cuanto a música. También estoy cumpliendo algo que siempre quise, aunque nadie lo sabe, ser copiloto en un auto con los vidrios abajo y que la brisa mueva mi cabello y me enfríe el rostro. Creo que todos deben vivir esa experiencia al menos diez veces en la vida.
No diré que estoy feliz porque no creo que esa palabra alcance a describir mi actual estado. Me siento flotar. Es una sensación de plenitud que me embarga por completo, no quiero que acabe. Quiero que esta carretera sea eterna y que sí tiene que terminar, nos lleve a un lugar donde estemos siempre juntos.
Cierro los ojos un momento, me dejo envolver por la melodía que suena en la radio: Sky Full of Stars. Recostada en el asiento me mantengo con los ojos cerrados permitiéndole a la música hacer su magia en mí. La canción termina y me quedo en la misma posición, siento las mejillas doler de estar por tanto tiempo estiradas. No sé desde cuándo estoy sonriendo, pero no quiero parar. Abro los ojos instintivamente cuando creo escuchar que me hablan.
—¿Dijiste algo?
Él me mira sonriente, su cabello negro cae sobre un lado de su rostro y no puedo evitar pensar lo sexy que luce al volante. A estas alturas ya no me sorprende tener este tipo de pensamientos. Es natural cuando estoy con él.
—Sí, te pregunté que en qué piensas.
—En nada —pensar es lo último que quiero ahora— solo estoy disfrutando de todo lo que siento ahora.
—¿Y qué sientes ahora? —indagó, dedicándome una rápida mirada para luego regresar la vista a la carretera.
—Qué estoy envuelta en un éxtasis de felicidad —declaro sin quitarle los ojos de encima y veo como sonríe ampliamente—. Gracias por hacerlo posible.
—No sabía que tenía el poder de lograr eso, pero me alegra que sientas lo mismo que yo siento desde que me acerqué a ti —confiesa y una mano suya toma la mía.
La velocidad del auto empieza a disminuir y nos movemos a la orilla de la vía para detenernos por completo. Daniel imita mi postura recostándose del asiento para quedarse viéndome.
—¿Qué? —intento decir y mi voz sale como un susurro.
—Qué eres hermosa —dijo sin perder el contacto con mis ojos— ¿ya te lo había dicho?
—Creo que es la cuarta vez que lo haces —hago lo que puedo para que mi voz no salga inaudible otra vez y carraspeo queriendo que la picazón en mi garganta cese.
—¿Las estás contando? —me mira sonriente, pero con el ceño fruncido.
—No, pero tengo cada momento grabado en mi memoria —respondo— creo que es lo que sucede cuando se está enamorado.
Me encanta cuando sonríe, sus ojos se iluminan y se ven más hermosos de lo que acostumbran a ser.
—Enamorada de mí —dice más como si no lo creyera que como una afirmación—. ¿Crees que estás enamorada? —no dudo en asentir— yo creo que estoy mucho más que eso —empieza a acercarse y mis ojos se cierran cuando su aliento choca con mi piel— mucho más que enamorado.
Sus labios toman los míos, se deslizan con movimientos suaves pero seguros y ya mis manos están en su nuca enredadas en el cabello negro y fuerte que le roza el cuello. Se aleja unos segundos, los que aprovecho para respirar antes de fundir nuestras bocas con más ímpetu. La sensación es cada vez mejor y apartarme no quiero. No tenía idea de lo increíble que podía ser besar a la persona que provoca que tu pulso se acelere y es mejor cuando sabes que le provocas lo mismo. Simplemente todo se olvida, nada importa en el mundo más que ese momento y esa persona.
Pero me veo obligada a interrumpir nuestro momento cuándo mi celular empieza a vibrar, no lo dejo pasar porque sé que mi madre se preocupa demasiado y aún más cuando no contesto. Normalizo mi respiración antes de atender.
—Mamá, ya vamos de camino —le informo antes de que diga cualquier cosa.
—Está bien, ¿Carrie está contigo?
—No —contesto extrañada— no la he visto hoy.
—Sí se comunica contigo me lo haces saber —hace una pausa deliberada y sé que está pensado en no decirme algo, que sabe, necesito saber— estoy con Sara, Carrie salió hace horas y no sabemos dónde está.
La noticia me aturde y me quedo en silencio porque mi cerebro no sabe que debe ordenarle hacer a mi cuerpo. Son demasiados pensamientos a la vez que me impiden accionar.
—¿Carley?
—Sí, mamá.
—¿Estás segura de que no sabes dónde está? No puedes ocultar información, debes decirme todo lo que sea de ayuda.
Dudo, sin embargo, me aterra la idea de que algo malo le suceda cuando estuvo en mis manos evitarlo.
—Mamá, Carrie estaba algo extraña cuando hablamos está mañana —tomo aire antes de continuar, de un momento a otro el ambiente se ha vuelto insostenible— creo que está siendo acosada por su exnovio. No me lo dijo, pero desde hace días ha estado recibiendo mensajes suyos de forma insistente.
—¿Crees que tenga algo que ver?
—No estoy segura, pero creo que quizás Carrie se sentía tan abrumada que quiso salir a caminar o distraerse… no lo sé.
—Entenderás que Sara debe saber esto, ¿cierto?
Lo que menos importa es que esté contando algo que Carrie no me autorizó a decir, ella no desaparece sin hablar con nadie, no es esa clase de chicas.
—Lo entiendo.
—Cariño, pídele a Daniel que te deje en casa de Sara, por favor.
—Está bien, mamá.
—Y si Carrie se comunica contigo no pienses mucho y avísanos.
—Lo tengo claro —es lo último que le digo antes de que cuelgue.
Demasiadas ideas pasan por mi mente en segundos y ruego internamente porque mi amiga esté a salvo. Por instinto le llamo y de inmediato sale la operadora diciendo que el número que he marcado esta fuera de servicio. La realidad de lo que estoy viviendo me encara y entiendo que esta es una situación real. Siento la mirada de Daniel, que pacientemente espera a que decida hablarle sobre lo que cambió mi actitud de un momento a otro. Dejo que mi espalda choque con el respaldo del asiento y miro el techo, buscando calmarme antes de repetir lo que me dijo mi madre.