Amigos son más que el oro.

Perdí la capacidad de respirar todo el tiempo que tardó en hablar y se sintió como una eternidad.

Sara aguardaba sentada que el hombre de pie en medio de la estancia le diera buenas noticias, pero eso no fue lo que recibió.

─Lo interrogamos durante horas pero nunca admitió haber visto o hablado con Carrie en los últimos días ─cada palabra la dijo como si se las hubiera aprendido a base de reprimendas.

─Pero usted vio que sí le escribió recientemente ─grité poniéndome de pie y yendo hasta él─. Yo le di las pruebas.

─No hallamos nada en su celular. Ni mensajes ni llamadas. Nada que lo vuelva sospechoso ─después de decir eso volvió a mirar a Sara─. Sus padres llamaron a un abogado y no pudimos seguir con él bajo custodia. Lo lamen…

─No te atrevas a decir eso porque no voy a creerte ─el llanto la ahoga pero eso no detiene a Sara que se levanta y empuja al padre de su hija haciendo que retroceda─. ¿Cómo fui capaz siquiera de confiar en que la traerías si nunca te ha importado?

─Tienes todo el derecho de estar enojada. Merezco que me aborrezcas, pero puedo asegurarte que hice todo lo que estuvo en mis manos y que…

─No quiero seguir escuchándote, lárgate ahora ─Sara logra controlar su llanto y por un momento solo se escucha su respiración agitada─. ¡¿No escuchas lo que digo?! ¡Quiero que te vayas de mi casa! ─sus gritos son ensordecedores y desgarradores. Richard se queda inmóvil como la primera vez y no intenta evitar los golpes que recibe en el pecho y en el rostro.

Mi madre y los Horan intervienen, las mujeres tratan de calmar a Sara y el señor Horan media para que el detective se marche, logrando que suceda.

Desde mi lugar veo todo como algo irreal. Como si yo no perteneciera a esa realidad pero aún así estuviera siendo absorbida por ella. Es cuando siento la cabeza darme vueltas que me percato de que estoy a punto de desmayarme y tomo aire llenando mis pulmones. Sacudo la cabeza y voy hasta la cocina. Todavía me cuesta respirar. Pensar que seguimos sin noticias de Carrie me resta energía.

Tomo agua y llevo un vaso para Sara. Ya no está gritando, sin embargo son evidentes la rabia e impotencia que está sintiendo, que todos los presentes sentimos.

El señor Horan recibe una llamada y nos informa que ya están revisando los videos de vigilancia de todo el residencial. Cree que pronto recibiremos noticias positivas.

Siento que la casa se ha vuelto angosta y que cada vez me cuesta más poder respirar. Así que cuando el señor Horan dice que irá a su casa le pregunto si puede dejarme en la mía y él responde afirmativamente. Mi madre tampoco pone objeción, así que nos marchamos. El viaje transcurre en silencio por ambas partes. Antes de bajarme me dice que puede llevarme de regreso cuando esté lista, si así lo quiero. Le agradezco y me bajo del vehículo.

Cuando entro a mi casa veo que todo luce igual que siempre y me pregunto cómo es posible que nada esté fuera de su sitio si desde ayer siento que mi mundo está de cabeza. Exhalo y subo a mi habitación. Lo primero que hago es darme un baño y aunque me siento fresca no está esa sensación de bienestar que hacerlo me proporciona habitualmente.

Me pongo unos shorts y una camiseta rosa que me queda un poco grande. Tirada en la cama releo los últimos mensajes que Carrie y yo nos hemos enviado. Extrañándola. Rogando que esté bien dónde sea que se encuentre.

El nombre de Ethan aparece en la pantalla del móvil y tomo aire antes de contestar, tendré que darle malas noticias.

─Hola, Carley. Ya sé qué no sirvió de nada el interrogatorio. Mi madre me puso al tanto.

─Tenía fe de que los mensajes servirían para algo ─admito sin intentar esconder la desesperanza en mi voz.

─Creo que hay algo que puedo hacer. Te llamé porque necesito tu ayuda.

─Claro, solo dime qué tengo que hacer.

─He intentado localizar el móvil de Carrie usando su número telefónico, pero no he podido.

─Creemos que está apagado, seguro por eso no lo localizas.

─Sí, es muy probable ─guarda silencio unos segundos y luego continúa─. Pero lo que quiero pedirte es el número telefónico del chico con el que Carrie salía.

─¿Piensas hackearlo?

─Pensamos que sí podríamos. Mi amigo Dylan me está ayudando.

─Entiendo. Te lo enviaré ahora por mensaje.

Pongo el altavoz y busco en la galería una de las capturas de pantalla que Carrie me envió. Ella había borrado el número de Michael por lo que se puede ver su número en la parte superior de la imagen. Decido recortarla para que solo eso se vea y se la envío a Ethan.

─Gracias, ya lo recibí. Ahora tengo que pedirte que no le digas a nadie sobre esto, por favor.

─Está bien ─respondo pero no muy segura─. ¿Cómo va a encontrarla la policía si no les decimos?

─Tendremos que pensar en una forma de pasarles la ubicación, cuando la hayamos conseguido, sin que sepan quien la envió ─la voz de otro chico que no es Ethan es la que me responde─. Hacer esto, no solo pone en riesgo nuestras carreras. Podríamos enfrentar cargos criminales por hackear la base de datos que pensamos hackear.

─¿Qué base de datos tienen que hackear?

─Es mejor que no lo sepas ─dicen unánimes.

─De acuerdo. Ya entendí ─respondo─. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudar?

─No nos vendrían mal unas plegarias ─dice Dylan─ pueden ser al dios de tu preferencia.

─Lo tendré en cuenta ─contesto siguiéndole la corriente.

─Bueno, Carley ─vuelvo a escuchar la voz de Ethan─ tengo que dejarte. Espero que la próxima vez que hablemos sea para darnos buenas noticias.

─Yo también lo espero.

Me quedo sobre la cama un largo rato, solo mirando el techo y pensando. La angustia es desgastante y dolorosa. No dejo de pensar en Carrie. En lo que puede estar viviendo. Falta poco para que se cumplan 24 horas de su desaparición y cada vez que parece haber una posibilidad de dar con ella la esperanza se esfuma y se siente como si retrocedieramos.