—Ustedes dos no pueden estar aquí—dijo Tomás sacándonos a Trent y a mí de la habitación.
—Pero nosotros también queremos jugar—replicó Trent.
—No pueden, es cosas de adultos—dijo Joshuad.
—Le diré a mamá que no nos dejan jugar con ustedes—dijo Trent.
—No le dirás nada a nadie porque sino te volver ayudar con lo que te molestan en la escuela y le diré a mamá—dijo Tomás, mientras agarraba el borde de la puerta y seguía evitando que entráramos.
—Terry, por favor salgan—dijo Joshuad.
—Pero yo también quiero jugar.
—Soy tu hermano mayor y tienes que hacer lo que diga, no importa si quieres jugar, no puedes.
—Ay ya, bye—dijo Tomás cerrándonos la puerta en la cara.
—Ya ni modo, ¿Quieres jugar con la pelota? —me preguntó Trent.
—Sí, vamos.
****************
—Cuando Tomás dijo que no te protegería de la gente que te molesta en la escuela a que se refería—pregunté mientras pateaba la bola hacia Trent.
—A nada, son unos chicos de mi escuela que me molestan, me empujan, pero es solo jugando.
—Eso no está bien.
—Lo sé, pero no importa, tengo a Ted, no soy el único, molestan a otros chicos.
—Deberías venir a mi colegio, allá no pasan esas cosas.
—Le diré a mami que me ponga.
—y Ted, ¿a él también lo molesten?
—No, es Ted, sabes que se la pasa con los libros y los videojuegos.
— ¿Crees que quiera jugar con nosotros?
—No creo, ¿Quieres ver youtube?
—Sí, vamos.
Los hermanos Gutierres eran nuestros mejores amigos, los fines de semanas salían las dos familias a comer y algunas veces Tomás y Joshuad se unían con nosotros a jugar videojuegos. El único que estaba siempre un poco apartado era Ted.
— ¿Por qué Ted nunca juega con nosotros? —le pregunté a Trent.
—No sé, hablo más con Tomás que con él, vive en su propio mundo, solo tiene un amigo y creo que habla más con él que conmigo, es del cole.
—Mi hermana Jessica tampoco tiene muchos amigos.
— ¿Tienes una hermana?—mamá me había dicho que no le dijera a los demás, pero Trent era mi mejor amigo.
—Es mi hermana de parte de padre.
—Oh, ¿tienes fotos?
—Sí, pero están en la casa.
—Entonces el papá de Joshuad no es tu papá, es tu padrastro.
—Sí.
—Pero no lo digas, a mami no le gusta que la gente lo sepa.
—Está bien.
Los hermanos T Gutierres estudiaban en un colegio diferente a Joshuad y a mí, en la escuela tenia compañeros muy divertidos, pero a ninguno los consideraba como verdaderos amigos, hasta que llegó ella.
—Terry ¿hiciste la tarea? —preguntó uno de mis compañeros sacándome de mis pensamientos.
—Sí.
— ¿Me la prestas?
—Claro, toma.
Unos minutos después empezó las clases y sin imaginarlo ese sería el día donde conocería a la primera persona que le daría vuelta a toda mi existencia.
—Chicos el día de hoy tendremos a una nueva estudiante con nosotros y antes de que se alboroten, tengo que avisarle que es un poco delicada y necesito que la traten bien, viene de otro parte del país y espero que la hagan sentir cómoda. —dijo la profesora mientras la clase murmuraba.
Pero al ver a la nueva alumna entrando por la puerta en silla de ruedas el curso entero quedó en silencio, el director estaba detrás de ella.
—Chicos ella es Candelaria Suarez, será su nueva compañera de ahora en adelante, como pueden notar, ella tiene una situación diferente a la de nosotros, pero eso no va impedir que sea una bonita experiencia todo este proceso de aprendizaje, ¿verdad que no?
—No—dijimos todos al unísono.
—Exacto—dijo el director.
La profesora le hizo un espacio a Candelaria en la primera fila muy cerca de su mesa.
Y debo admitir que cuando la vi me quedé embobado, era demasiado linda, pelo rubio, ojos verdes, su piel era como la leche y se veía tan frágil, como un ángel.
—Adiós, sigan portándose bien y estudien mucho—dijo el director saliendo del curso.
El curso volvió a murmurar.
—Silencio. Abran su libro en la página 10, hoy aprenderemos más sobre la fotosíntesis.
La niña sacó el libro de su mochica roja y movió una pieza de la silla de rueda convirtiéndola como una butaca.
— ¿Quién quiere leer el primer párrafo?
Pasaron las horas y llegó el momento del receso, la profesora se acercó a mí.
—Terry, espera.
Me detuve.
—Quiero que pases el recreo con Candy, tú eres un niño muy bueno y sé que la harás sentir bien, ¿puedes?
—Sí—tenía un juego, pero mi naturaleza me impedía decir no.
—Candy hoy Terry merendará contigo, vamos a salir afuera y tú me dices donde te quieres poner ¿sí? —Candy asintió
Salimos todos al patio, la profe nos dejó debajo de un árbol donde nos podía monitorear desde lejos, y dijo que cualquier cosa la llamaros, cuando se alejó hablé.
—Hola soy Terrence, pero todos me dicen Terry—dije ofreciéndole mi mano.
Ella me miró y sonrió—Soy Candelaria, pero nunca me llames así, simplemente Candy. —Respondió estrechando mi mano—Sabes que puedes irte a jugar si quieres, sé cuidarme sola.
—Lo sé, pero me gusta estar aquí—me senté a su lado— ¿Qué se siente?
— ¿La silla de ruedas?
—No, ser la chica nueva.
—Estoy acostumbrada a que siempre me miren. Ocupo mucha atención como puedes ver.
Candy sacó su lonchera y me ofreció una manzana— ¿Quieres?
—No, tengo una aquí.
Sonreí, era una niña muy simpática.
— ¿Cómo le fue hoy? —preguntó mamá en el transcurso a la casa.
—Bien—dijo Joshuad.
—Hoy entró una nueva estudiante al salón, sus ojos son verdes y es muy bonita, pero está en silla de ruedas.
—Oh ¿y por qué? ¿Qué le pasó?
—No sé, pero parece simpática.
—Es bonito hacer nuevos amigos, a mí también me fue bien, conseguí mi primer cliente.
#121 en Joven Adulto
#2675 en Novela romántica
amistad amor y drama, adolescencia y noviazgo, problemas familiares y autoconocimiento
Editado: 16.11.2024