Terrence (capítulos finales)

Capítulo 19 : David

David

Nueva casa, Nuevo infierno.

—Tu habitación es la primera al subir las escaleras, yo dormiré en la de abajo.

—Está bien.

Subí a la que sería mi nueva cueva, las paredes eran blancas, una cama en centro y un tocador con un espejo que en vez de reflejar algo estaba negro por el polvo, una ventana igual de sucia que el espejo donde las luz reflejaba las partículas de polvo flotando. 

—No te quedes parado, entra—dijo mamá empujándome levemente y poniendo la caja con mis cosas en el suelo—Ahí está, busca una escoba, un trapeador y lo que sea, pero quiero esto limpio.

—Mamá, ¿por qué está casa es tan grande si solo viviremos tú y yo?

—Porqué es la casa de mi abuela, la que se supone llenaría de niños, pero no voy a poder porque ahora estoy sola por tu culpa, por eso la casa es grande David—salió de la habitación malhumorada.

¿Por qué me sigue echando la culpa? Es culpa de papá, no mía. A quien engaño si es mi culpa.       

Me senté en la cama polvorienta. ¿Esta será mi nueva vida ahora? ¿De verdad puedo empezar otra vez?

Me quité la mochila del hombro y saqué el piano.

Sonreí.

Tocaré mejor que tú algún día.

Toqué una tecla.

—No, absolutamente no, en mi casa no tocarás esas cosas—dijo mamá entrando a la habitación nuevamente, la sonrisa en mi rostro se esfumó.

—Lo siento.

—Tienes que tener las cosas claras David, la única manera de que tu padre nos acepté de vuelta es que tú cambies.

—Pero el psicólogo dijo…

—No me importa lo que dijo el psicólogo, tú estás mal y nos alejamos de todo para que cambies tu conducta y tocando el piano no lo harás.

—Está bien.

—Olvida lo de limpiar, yo lo hago.

—Es mi habitación, yo…

—NO, yo lo hago, sal.

— ¿Puedo salir a caminar?

—No, termina de sacar las cosas del auto.

Bajé las escaleras y me dirigí al auto.

Muchas veces extrañó como mamá era antes, dulce, compresiva, me encanta que me cantara mientras me quedaba dormido en sus brazos, pero todo se fue a la mierda cuando se enteró que yo era gay.            

Es tu culpa por estar siempre mimándolo y tratándolo como si fuera un bebé. 

— ¿Mía? Tú eras el que nunca estaba en casa para servirle de ejemplo, además que tan malo es esto, ¿por qué le echas la culpa a él? Pudo ser el otro niño.

—No se la estoy echando, te la estoy echando a ti, es más—Papá se dirigió hacia donde estaba y me haló del brazo—Ven, aquí.

—José, ¿qué le harás al niño? —dijo Mamá preocupada.

—Fuera mujer, hay que empezar a arreglar lo que tú provocaste.

Me arrastró por el suelo y me tiró en la tina del baño mientras lloraba. 

— ¡Mamá! —lloraba sin cesar.

—Suelta a niño, José.

—Quítate la ropa —ordenó Papá, yo negaba en medio de las lagrimas—que te la quites te digo, cogió el grifó del agua.

— ¡Papá no!, por favor.

—Deja de llorar, David—abrió el grifo de agua en su máxima potencia y lo cambió a caliente.

— ¡Juan!

Paré de pensar en eso, estoy lejos, estoy bien, solo tengo que pórtame bien con mamá  y se dará cuenta que no necesitamos volver.   

Cogí una caja y escuché el sonido de la puerta de un auto cerrándose de golpe.

— ¡Terry!

—Perdón mamá fue la emoción.

Miré en la dirección de donde venían las voces.

¿Creen el amor a primera vista? Yo no, pero el niño que estoy viendo ahora es demasiado lindo para mis ojos.

Miró en mi dirección y desvié la vista inmediatamente.

Cuando la volví a levantar él ya no estaba.

***********************

—David, ¿por qué tardas tanto?

—Ya voy—Terminé de ponerme los zapatos y cogí un libro. Hoy es Nochebuena lo que significa que veré a mi familia otra vez, a papá y bueno con un libro no me siento tan solo.

Bajé las escaleras y miré a mamá, llevaba un vestido negro, el cabello recogido en un moño y un delineado que resaltaba sus lindos ojos cafés.

 —Estas muy hermosa mamá.

—Gracias—sonrió por unos segundos y luego volvió a su semblante frío—apaga las luces y vámonos.

Al salir, escuchamos una voz.

—Hola vecinos, feliz noche buena—era la señora de la otra casa, con el niño lindo detrás.

—Hola—dijo mi madre.

— ¿Van a salir? Lamento incomodarlos, venimos a darle la bienvenida soy Irina, él es mi esposo Henry y él mi hijo Terry.

—Un placer—dijo mi madre—Soy Isabela y él es mi hijo David. Ven saluda hijo.

Me acerqué— Hola.

—Les preparé este pastel de bienvenida—dijo la señora.

—Me encantan el pastel, venga pasen, no tengo prisa, David ábrele la puerta a los vecinos—Volví a abrir la puerta para que los vecinos entraran.

Yo me quedé afuera y el niño lindo se me acercó.

—Hola, soy Terry.

—Yo David.

— ¿Por cuál parte vas? —Lo miré confundido—Del libro—dijo señalando mi mano, había olvidado que lo traía. 

—Oh, eh apenas lo estoy empezando.

—Es un muy buen libro, lo leí hace unos días y me voló la cabeza.

— ¿De verdad?

—Sí, en una parte hay una pelea y cuando el protagonista está punto de caer por un precipicio, su mejor amiga lanza un hechizo y lo salva.

—Me acabas de spoilear el libro.

—Perdón, pero AMÉ ese libro, ya quiero que salga la segunda parte.

— ¿Tiene  segunda parte?

— ¡Obvio! ¿De verdad vas tan atrás?

—Lo acabo de comprar.

—Es genial, yo me compré el segundo libro en pre venta, está increíble, si lo terminas te puedo prestar el segundo y así no tienes esperar, créeme lo querrás leer de una para dormir tranquilo—sonreí.

— ¿Te gusta mucho leer?

—Me gusta mucho el género fantasía, antes no me gustaba, pero los libros me han enseñado muchas cosas.




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