Terrence (capítulos finales)

Capítulo 36 : Mi turno

Trent

Bienvenidos a su capítulo favorito, porque habla de mí, Trent Gutierres, ustedes y yo sabemos que no soy tan malo como me pitan, pero hace tiempo que dejó de importarme lo que las personas piensen de mí.

Como todos saben, me gusta Terry, ¿Cuándo me di cuenta? Siempre me ha gustado, solo no sabía lo que sentía, pero cuando entramos a la nueva escuela la psicología me ayudó a darme cuenta de mis verdaderos sentimientos. Sí, de la vez que nos llevaron a la dirección por pelear.

—Trent siéntate.

— ¿Por qué a Terry si lo dejó ir a mi no?

—Tú lo provocaste, él solo se defendió.

—Como sea—me crucé de brazos.

— ¿Por qué no te agrada Terry? Leí sus historiales, también lo molestabas en la otra escuela.

—Es insoportable, no me gusta tenerlo cerca, es tonto, demasiado buena persona y tiene una familia perfecta de cuento de hadas—estaba dando demasiada información.

— ¿Por qué crees que es insoportable?

—Siempre está feliz y todo el mundo lo quiere, le gusta una chica súper dulce y sus hermanos lo defienden a morir, es un mimado, no me agrada.

—Estas celoso.

—Claro que no. Lo odio.

— ¿Qué pasó en la otra escuela Trent?

—Hágame el reporte o llame a mis padres, usted no me va a cambiar—dije con simpleza, mi papá decía que los psicólogos eran personas que trataban de manipularte la mente y robarse tu dinero, pero papá siempre decía muchas cosas que no siempre eran ciertas.

— ¿Y quien dijo que te quiero cambiar? Solo estoy tratando de entender que te hizo Terry para que lo trates así, eres su bullying, dices a odiar a Terry, porque algo te quitó, algo quieres de él, su felicidad te molesta demasiado.

—No quiero su estúpida atención, no quiero que vuelva ser solo mi amigo, no quiero que vuelva a ser mi mejor compañía y tenerlo cerca, no quiero nada de eso de él—noté que me había clavado las uñas en mi pierna izquierda—me puse de pie—Su estúpida psicología no va a funcionar conmigo—salí prácticamente huyendo de ahí y me dirigí a la cancha de futbol, la cual estaba vacía.

Terry es malo, Terry es malo, Terry es malo, repetía una y otra vez en mi mente.

No quería que volviera a suceder de nuevo, no quería que apareciera en mis sueños, no quiero volver a tener ganas de besarlo, no quiero.

—Hey—abrí los ojos, era Ted.

— ¿Qué haces aquí? Estás en clase.

—Lo mismo te pregunto, hermano. No quiero que nos expulsen de esta escuela también.

—Tranquilo, solo fue un inconveniente con Terry.

—Y sigues con eso—Ted subió un par de peldaños—Ya déjalo en paz, te cambió, acéptalo.

—No entiendo Ted, me molesta tanto verlo, es como si no pudiera evitar molestarlo.

Ted respiró profundo—Si puedes, solo quieres tener su atención de cualquier  manera, Trent tú y yo sabemos que está mal, pero mientras nadie se entere estarás a salvo.

— ¿De qué hablas?

—Sabes de que hablo.

—Hey, chicos, ¿Qué hacen aquí? Vayan a sus aulas—nos dijo uno de los monitores del orden.

—No quiero más problemas, Trent—dijo Ted antes de irse.

No tenía ganas de volver al aula, Dios, ¿por qué me importa tanto Terry?

Esa semana decidí dejarlo en paz, observándolo a lo lejos, volví donde la psicología a disculparme y le pedí ayuda para saber qué era lo que pasaba conmigo.

Porqué sí, quería entenderme, me sentía perdido y pues no sé, la piscología se veía simpática.

—Trent, ¿Qué sucedió en tu casa?

—No lo diré, hablemos de mí.

—Eso tiene que ver contigo—negué.

—No es importante.

—Ahí está la base de todo, ¿Qué lo que te da tanto miedo?

—Usted dígame, ese su trabajo.

—Trent.

—Disculpe, doctora—la psicóloga se acercó a su librero y sacó un libro.

—Toma.

—¨Como aceptar quien eres¨—leí el titulo—Ay no doctora, la basura motivacional no funciona.

—Ya que no quieres darme los detalles importante, quizás que el libro te hable te ayude, tómalo y léelo—lo tomé dudoso.

—Bueno—el timbre sonó.

—Ve a clases Trent, y recuerda pedirle perdón a Terry.

Pedirle perdón a Terry, que suceso.

No lo hice en ese momento, llevé el libro a casa, la fría y solitaria casa. Desde que papá se fue, todo cambio por aquí. Mamá poca veces estaba en casa, por ende era como si viviéramos solos Ted y yo, Thomas nos pasaba a recoger de vez en cuando para llevarnos a su apartamento o al colegio, a veces me daba las llaves del auto que papá dejó, la casa ya no era decorada con llamativas luces y flores, así que todo se veía gris, pero algo si sentía bien, ya no sentíamos miedo.

Ted se encerró en su habitación como de costumbre y yo en la mía, me tiré en la cama mirando al techo, ¿Ted querrá jugar?

Tomé mi teléfono para enviarle un mensaje, porque no quería moverme.

Hermanito, ¿quieres jugar?

No.

Diablos, que directo, miré el libro que puse en la mesita de noche, bueno ni modo, vamos a ver qué tan cursi está esto.

Comencé a leer el libro sin ganas y sus letras terminaron cambiando mi manera de ver la vida.

—Doctora, creo que me gusta Terry.

— ¿Tú crees?

—Sé que está mal, que estoy enfermo y todo esto, pero ya todo cuadra.

—Trent, siéntate—estaba emocionado, había encontrado la respuesta.

— ¿Por qué piensas eso?

—Terry yo éramos amigos me encantaba estar con él, todo iba a bien hasta que Candy apareció, entonces me puse celoso y no celos de amigos, sino celoso en verdad, odiaba cuando estaba con ella, sentía que me lo iba a quitar, que me estaba remplazando, así que quería su atención otra vez y empecé a atacar a Candy para que se alejara de él y luego él se enteró y se enojó y  me mandó al demonio y yo me enojé porque me di cuenta a Terry le gustaba ella y …a mí me gustaba él. Molestarlo es mi mecanismo de defensa para ocultar lo que realmente siento.




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