Lo busqué, pero cada vez que nuestras miradas chocaban se alejaba lo más posible.
—Terry, ¿a dónde fuiste? —dijo Trent poniéndose a mi lado.
—Al baño.
—Te vi hablando con Marcos, ¿todo bien?
—Sí, todo bien—Le respondí automáticamente mientras me concentraba en seguir buscando a Marcos con la mirada.
—¿A quién buscas?
—A nadie.
Trent me tomó del brazo y me haló hacia la cocina.
—¡Ey! ¿Qué haces? —reclamé mientras me soltaba de su agarre.
—¿A quién buscas? —volvió a preguntar en un tono más fuerte.
—A nadie que te importe —Lo miré. Lo conozco, estaba enojado y tenso, váyase a saber por qué—¿Qué te pasa?
—Tú me pasas.
—¿De qué diablos estás hablando ahora?
—¿Qué se tienen tú y Marcos? —soltó sin más.
—Nada—no le iba a dar explicaciones.
—Terry, no me mientas.
Esto tiene que ser una broma.
Me giré levemente para salir de la cocina, pero Trent me detuve empujándome del hombro hacia atrás.
—Dime.
—Déjame en paz—Esto me estaba empezando a molestar. Miré alrededor por si había alguien cerca—Entiende de una buena vez que jamás en la vida me vas a gustar. Intenso.
Trent me empujó haciendo que impactara con la pared de la cocina. En ese momento Marcos entró topándose con la escena.
—Chicos, ¿qué sucede? —preguntó Marcos.
Trent nos miró a ambos con frialdad.
—Buena suerte volviendo a tu casa—soltó para después salir molesto de la cocina.
—Wow, alguien no está de humor—dijo Marcos.
Me froté el brazo que había tomado de lleno el impacto.
—¿Estás bien?
—Eso creo—llegó mi momento—Marcos, tenemos que hablar.
—Si es por el kiss, de verdad perdón—se apresuró a decir— Si quieres luego te explico, no quería faltarte el respeto.
—No no, no es eso—dije acercándome hacia él.
—¿Y qué es?
Los latidos volvieron a incrementarse. Tragué saliva y respiré profundamente tratando de encontrar las palabras.
—Me gustas.
—¿Qué? —preguntó Marcos un poco incrédulo.
—No me hagas decirlo otra vez.
—¿Qué te gusta?
Respiré profundo otra vez—Tú, me gustas.
Los ojos de Marcos se abrieron.
En ese momento uno de sus amigos entró a la cocina.
—Marcos, estamos esperando los platos.
—Están en la segunda gaveta, tómalos, voy en un momento—le respondió.
—Oh, hola Terry—saludó el amigo.
—Hola—chico que he visto en algún lado, pero no sé dónde.
—Aquí está.
El chico sacó los platos desechables blancos de la segunda gaveta y salió de la cocina.
Volví mi mirada a Marcos expectante.
—Terry, me has tomado por sorpresa—susurró.
—No me tienes que decir nada, solo quería que lo supieras...Creo que no debí decírtelo hoy.
—No, no. Para ese tipo de cosas, es cuando salga. Por favor, no te sientas mal por decirme. Ven—dijo tomándome la mano para caminar hacia una pequeña puerta de la cocina, la cual llevaba a un pasillo que daba al patio trasero.
—Pero, te están esperando—le dije.
—Es mi cumpleaños, que esperen más.
Fuimos al patio trasero, aunque no sé si se le pueda llamar así, ya que era un pequeño pedazo de césped que tenía en frente un muro y donde habían varias cajas apiladas en una esquina.
—Disculpa el desorden—dijo Marcos.
—¿Qué hacemos aquí?
—Aprovechando tu momento de valentía—sonreí.
—¿Me vas a robar un beso otra vez?
Marcos sonrió. Se acercó lentamente, con sus ojos fijos en los míos.
—Creo que este no va a ser robado—susurró.
El espacio pequeño y desordenado del patio trasero se sentía de alguna manera íntimo y aislado, lo que hacía que el momento fuera aún más intenso.
—¿Entonces qué? —pregunté, sintiendo el corazón latir con fuerza en mi pecho.
La distancia entre nosotros se redujo a casi nada. Marcos acercó su boca a mi oreja.
—No voy a robarte un beso esta vez. Te lo voy a pedir.
Mi respiración se volvió irregular, y sentí cómo el nerviosismo se mezclaba con la anticipación. Volvió a mirarme fijamente, con una sonrisa atrevida. Mientras un calor intenso recorría mi interior. Entonces hizo la pregunta.
—Terry… ¿Puedo besarte?
Asentí, incapaz de encontrar palabras coherentes. Marcos inclinó la cabeza y sus labios encontraron los míos en un beso suave y decidido. El contacto fue electrizante, mis manos instintivamente fueron a parar detrás de su nuca. El beso se volvió más profundo y apasionado, y me encontré respondiéndole con igual intensidad. Sus manos fueron a parar a mi espalda, lo que me hacía sentir de lleno su pecho. La intensidad fue disminuyendo mientras nos separábamos lentamente respirando con dificultad.
Marcos me miró, aún muy cerca de mí, con una mezcla de ternura y alivio.
—Gracias por ser valiente. No esperaba que hoy fuera así, pero me alegra que lo haya sido.
—Yo… yo también estoy contento de haberlo hecho —dije, todavía un poco aturdido por el momento.
—Por ahora no quiero estropear esto. Hablaremos, ¿okey? —asentí.
Él me miró de arriba abajo y se relamió los labios.
—Besas muy rico—me dio un beso rápido en la mejilla antes de volver adentro de la casa.
Cuando se fue sentí que las piernas me fallaban, trataba de regular mi respiración inhalando y exhalando para calmar a la otra parte de mi cuerpo que había reaccionado.
Me llevé una mano al pecho. ¡¿Qué acaba de pasar?!
Después de un rato volví adentro de la casa, no vi a Marcos, pero sí la hora. Tenía que volver a mi casa o mamá me mataría, solo que ya no tenía con quién volver. No podía volver en Uber o mamá me haría preguntas y aunque conozco a las personas del equipo no lo considero mis amigos como para pedirle favores.
No tenía otra opción, saqué mi teléfono y le marqué a Joshuad.
—Aló—respondió Joshuad del otro lado de la línea.
—Dime por favor que no estás con mamá.
—No, estoy cenando con las chicas.
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Editado: 16.11.2024