Terrence (en proceso)

Capítulo 42 : Quiero odiarla

Trent duró unos segundos en responder el mensaje que le había enviado.

Quiero hablar contigo.

¿En persona?

Wow, tremendo día escogiste turroncito, hoy no tengo el auto, ¿es urgente? ¿Te pasa algo?

Realmente no…

Trent, ¿Cómo haces para ser como eres?

¿A qué te refieres?

Haces las cosas sin pensar, eres determinado, insistente, rebelde, un idiota a veces.

Dios, ¿me estás seduciendo o insultando?

Rodé los ojos

Lo que estoy tratando de decir es que necesito un cambio, estoy cansado de ser el chico bueno.

No creo que necesites cambiar, a mí me gustas tal y como eres.

Trent, no saltes con tus cosas raras.

Bien que te encantan.

¿Quieres cambiar? Haz cosas nuevas. Tienes que unirte al equipo de futbol como me prometiste, del resto me encargo yo.

Bien, buenas noches.

Turrón, ¿estás bien? ¿paso algo? ¿quieres hablarlo?

No.

Salí del chat, y monitoreé mi habitación, no quiero estar aquí.

Me puse los zapatos, tomé el móvil, algo de dinero y salí cautelosamente, mis padres estaban hablando en la cocina y Jessica y Joshuad ya se habían ido.

Tomé la bicicleta y pedaleé sin importarme la gran distancia de su casa a la mía.

Puse la puerta a un lado, y me dirigí a la parte trasera de la casa para entrar por la ventana. Candy se sobresaltó al verme.

—Dios, ¿Terry que haces aquí? —me acerqué a Candy y tomé su cara entre mis manos, besándola sin dejarle tiempo a reaccionar. Se apartó de pronto—¡¿Qué haces?!

No le respondí y volví a acercar mi cara a la suya, esperando el permiso para seguir besándola.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó confundida.

Dejé salir el aire de mis pulmones—No puedo odiarte.

Nos miramos a los ojos.

Verdes, mi dulce novia de ojos verdes.

Puse una mano en su mejilla—¿Por qué nos hiciste esto? Íbamos a ser muy felices.

—Podemos ser felices juntos, no tenemos que acabar de esto—dijo Candy, poniendo una mano en mi pecho—Podemos arreglarlo.

Pase mi pulgar por su mejilla y el contorno de su cara. Candy cerró los ojos sintiendo mi tacto.

—Eres hermosa, Candy. ¿Qué soy para ti? —Candy abrió los ojos.

—¿A qué te refieres?

—¿En qué punto dejaste de amarme?

—Yo te amo, Terry—negué.

—Lo dices por costumbre, no por amor.

—Quizás tu tampoco me ames entonces.

Estábamos sentados en su cama, Candy llevaba su pijama azul de flores y el pelo recogido en un moño desprolijo, hablamos despacio y bajito para no despertar a nadie y aunque vine con la intención de besarla, tocarla y dejarla, no puedo hacerlo. Solo quiero sentirme amado y no un error.

—Yo si amo con todo, no tienes idea de cómo me estas lastimando.

—¿Me dejas amarte por última vez? 

—No soy segunda opción, Candy.

—Entonces, ¿por qué estás aquí? Es tarde, hace frio afuera y probablemente me castiguen a ti y a mi si te encuentran aquí.

—Vine a terminar con esto.

—Pues termínalo bien—se acercó más al punto de sentir su respiración en mi cara y sus labios rozando con los míos—Bésame Terry.

Deslicé mis manos lentamente por su cintura —Quisiera poder besarte, tocarte y denudarte en este mismo instante, disfrutar el ser uno juntos—me aparté—Pero tú, Candelaria, perdiste esa oportunidad. Espero de todo corazón que jamás llegues a un orgasmo y siempre te quedes con las ganas, por perra infiel. Terminamos por si no te quedo claro.

—Vete a la mierda, Terrence.

—Y encontrarme contigo, no gracias.

Iba a salir por la ventana, pero se me ocurrió algo mejor.

Abrí la puerta de la habitación y salí al pasillo.

—Saludooos—toqué la puerta de la habitación de la mamá de Candy.

Ella salió confundida—¿Terry?

—Hola suegris, disculpe la molestia, no soy de hablar mucho, pero hoy me siento renovado, tengo dos cosas que decirle. Primero, si podría llevarme a mi casa, por favor y segundo que su hija y yo ya no somos ni amigos ni novios, ¿Qué pasó con el juntos por siempre? No sé, su hija se lo pasó por el orto, literalmente. Casi pierde la virginidad con un tipo en New York, la dulce Candy no resultó ser tan dulce, ¿verdad? Y nada, solo era eso. ¿Me lleva a mi casa o tengo que pedir un Uber?

*************

—Terry, pero ¡¿en que estabas pensando?! Como puedes irte así de noche, sin permiso. Deberíamos castigarte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.