Terrible elección

6. Castigo

*MADIE*

 

- Madie, Madie, despierta hija.

Mi cabeza va a explotar ¿Que día es? ¿Que hora es? La luz me molesta demasiado y me siento adolorida.

"Ya recuerdo todo".

Es lunes, no tenemos clase en el Instituto y es mediodía según el reloj de mi escritorio.

- Levántate Madie. -gruñó mi madre muy molesta. Me incorporé en mi cama y mis padres me veían fulminantes.

- ¿Qué sucede?

- Dime tu Madeline ¿Qué fue lo que pasó ayer? -Reclamó papá.

- Verán, yo...

- ¡Tomaste Madeline! -habló mi madre. - Te embriagaste con Jamie, bailaste encima de una barra de bebidas, te caiste de ahí, les cobraron trescientos veinte dólares que en su mayoría era alcohol, vomitaste en el auto de George y todo por un berrinche tuyo.

- Pero...

- ¡¡NADA DE PEROS MADELINE THOMPSON!! -interrumpió mi padre. -Estás castigada.

- ¡¿Papá?!

- Ya escuchaste a tu padre, Madeline. Quiero que te des un baño y bajes lo más pronto posible ¡¿ENTENDIDO?! -asentí y me levanté a regañadientes de la cama con la cabeza a punto de explotar.

Tomé un baño de agua helada para mitigar el dolor, me puse unos shorts negros, una blusa blanca y mis converse. Tomé una aspirina para el dolor de cabeza y bajé los escalones, mis padres estaban en la sala esperando con los brazos cruzados, rápidamente me incorporé con ellos.

- Ya estoy aquí.

Mi padre me dio las llaves de un auto y una cubeta, dentro de ella tenía una manguera, shampoo de cera, un limpia vidrios, un trapo y unas esponjas.

- ¿Y ésto?

- Ya que vomitaste el auto de George y no quiere que le reembolsemos lo que pagó en el restaurante ayer, vas a lavar su auto. No quiero manchas, ni rayaduras Madeline. -Pidió mi madre. - Y cuando regresemos tu padre y yo vamos a examinar que haya quedado impecable ¿Quedó claro?-

- Si, es lo justo.

- Regresamos a las tres. -Ambos besaron mi frente y se fueron.

Entre a la cocina, para mi fortuna Sarah tenía para mi un tazón de cereal con leche y fruta, mi estómago pedía a gritos comida y desayuné.

Media hora después salí de la casa al jardín principal, dejé mi móvil en el escalón de la puerta con la música puesta, abrí la manguera y mojé todo el auto, después le puse shampoo de cera y lo tallé con la esponja repetidas veces.

- ¡Madie! ¿Que haces? -la voz de George me sobresaltó.

- Lavo tu auto, George. Lo dejaste aquí para que lo lavara ¿Qué no? -Lo miré fulminante.

- No tenías que hacerlo. Lo iba a llevar al lavado de autos.

- Demasiado tarde, además, es lo menos que puedo hacer después de lo que hice ayer. -me encogí de hombros.

- Déjame ayudarte. -se acercó a mi e intentó quitarme la manguera.

-No George, yo puedo sola.

- Vamos Madie, quiero ayudarte. -jaló la manguera y yo hice lo mismo.

- Madie...

-George...

Esto parecía no tener fin, George es mucho más fuerte que yo, sin notarlo jalé el gatillo de la manguera y una gran cantidad de agua salió disparada a él.

- ¡GEORGE! -Ambos nos miramos sorprendidos y no pude evitar reír.

- Ja ja ja, si, muy gracioso Madeline. -Sonrió.

- Lo siento pero tu comenzaste. -Reí.

- ¿Ah si, preciosa? -Se acercó a mi con la manguera y corrí para esquivarlo. -Ven aquí Madie.

George me lanzó agua, logré esquivarlo, me reí de él y la segunda corriente de agua me empapó por completo.

- ¡OYE! -soltó una fuerte carcajada, tomé la esponja con espuma y salpiqué su atuendo.

Por instinto, George se quitó su camiseta y sentí un cosquilleo en mi vientre, me quedé perdida como aquella vez que lo vi en su habitación y en su rostro sólo tiene una pequeña cicatriz de la pelea en el baile. Pero admito que luce muy bien.

- Creo que tendré que quitarme la camiseta más seguido para gustarte, preciosa. -guiñó su ojo.

"¡Oh no! Se dio cuenta"

- Idiota. -susurré y rodé los ojos.

Después de lavar el auto y la pelea de agua, nos sentamos afuera de mi casa para secarnos.

- Gracias Madie. -rompió el silencio. -Por lavar mi auto. -sonrió.

- La que debe agradecerte soy yo George, por encontrarme en ese lugar.

- Estabas ebria. -rió.

- Y lo que sigue de ebria. -solté una risita.

- Tanto que te subiste a la barra, bailaste y te caiste Madie.

- ¡Dios! ¡Que vergüenza! -tapé mi rostro. - Aún tengo el moretón. -Le mostré mi brazo. -Ambos reímos.

- Si, estuvo feo el golpe. -hizo una mueca y bajé mi brazo.

- Primera y última vez que me pongo ebria, lo prometo.

La portezuela de la cochera se abrió, mis padres regresaron antes de las tres. La vista de ambos se enfocó en el auto de George, me felicitaron y después nos observaron.

- ¿Que pasó aquí, chicos? -preguntó mi mamá señalando nuestra ropa mojada. George y yo reímos y mis padres seguían sin entender el porqué.




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