Terror a la media noche

LA SOMBRA DE LA MADRASTRA

La Sombra de la Madrastra

Había una vez un chico llamado Daniel que vivía con su padre y su nueva madrastra, Amelia, en una antigua casa en las afueras del pueblo. Desde el día en que su padre se casó con Amelia, Daniel sintió una extraña presencia a su alrededor, como si una sombra lo estuviera observando constantemente.

La sombra se aferraba a él en cada momento del día. En la escuela, durante las comidas, incluso cuando se bañaba o dormía, siempre estaba presente. Al principio, Daniel pensó que era su imaginación, pero pronto se dio cuenta de que no podía ignorar esa sensación inquietante.

Una noche, mientras todos dormían, Daniel decidió investigar. Sigilosamente se levantó de la cama y siguió a la sombra que se movía por los oscuros pasillos de la casa. Lo llevó hasta la habitación de Amelia, donde la vio sosteniendo un extraño libro con símbolos y runas desconocidas; al verlo, la sombra se desvaneció.

Intrigado y asustado, Daniel volvió a su habitación sin que nadie lo supiera. Al día siguiente, decidió buscar información sobre las extrañas apariciones que lo atormentaban. Encontró viejos libros de leyendas y supersticiones en la biblioteca local.

En uno de los libros, leyó sobre la existencia de brujas y cómo podían manipular sombras para espiar y controlar a sus víctimas. Cada pieza encajaba en su mente, y supo que debía seguir investigando. La sombra que lo perseguía estaba relacionada con su madrastra.

 

Mientras profundizaba en sus pesquisas, descubrió que Amelia era descendiente de una antigua familia de brujas, conocidas por sus oscuros poderes y malevolencia. La sombra que había estado acechándolo era el resultado de un hechizo siniestro que la nueva esposa de su padre había lanzado sobre él desde el momento en que se convirtió en su madrastra.

Daniel comprendió que debía enfrentar a Amelia y deshacer el hechizo para liberarse de la sombra que lo seguía. Se armó de valor y esperó el momento adecuado para confrontarla. Un día, cuando estaban a solas en la casa, Daniel la encaró y le reveló todo lo que sabía.

Amelia, sorprendida por la valentía de Daniel, intentó negar su participación en el hechizo. Sin embargo, la sombra volvió a aparecer como una prueba incuestionable de su culpabilidad; finalmente, Amelia admitió ser una bruja y confesó sus malvados planes.

Daniel le suplicó que deshiciera el hechizo y pusiera fin a la sombra que lo atormentaba. Amelia, sintiendo la mirada acusadora de la sombra, no tuvo más opción que liberarlo. Pronunció palabras mágicas y la sombra desapareció lentamente, dejando a l joven en paz.

Con la sombra finalmente desaparecida, Daniel pudo volver a vivir sin el peso constante de la vigilancia y el miedo. Amelia prometió no volver a utilizar su magia para dañar a nadie y aceptó que su pasado como bruja no podía ser ignorado.

A partir de ese día, la relación entre Daniel y su madrastra cambió. Aunque nunca fueron realmente una familia unida, aprendieron a respetarse y coexistir en paz. Daniel sabía que debía mantenerse alerta, pero también descubrió que tenía el coraje para enfrentar cualquier oscuridad que se cruzara en su camino.

Y así, el chico que una vez fue acosado por una sombra siniestra, encontró la fuerza en su interior para enfrentar la magia negra que se escondía en la familia que ahora llamaba suya. El camino hacia la confianza y el perdón fue largo y difícil, pero Daniel sabía que, al final, siempre había una luz que brillaba más fuerte que cualquier sombra.

 



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Editado: 11.03.2024

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