Terror Y Algo Más

La Maldición

La lluvia azotaba con furia la ventanilla del coche mientras Kate se adentraba en el bosque oscuro, siguiendo las indicaciones del mapa hacia la mansión abandonada que había heredado de una tía lejana.

La tormenta había apagado el mundo exterior, sumiéndolo en la oscuridad y el caos, y el viento ululaba a través de los árboles como un eco de lamentos antiguos.

Cuando por fin divisó la imponente estructura de la mansión entre los árboles retorcidos, sintió un escalofrío recorrer su espalda. La casa parecía mirarla con sus ojos de ventanas vacías, invitándola a entrar en sus secretos ocultos.

Kate aparcó el coche cerca de la entrada y se apresuró a refugiarse bajo el porche, pero antes de poder llamar a la puerta, esta se abrió de golpe, revelando un interior oscuro y silencioso.

Titubeante, Kate entró en la mansión, sintiendo que cada paso resonaba como un eco en la casa vacía. De repente, una voz suave y melódica la llamó desde la oscuridad, y Kate vio tres figuras jóvenes y pálidas emergiendo de las sombras. Eran trillizos, con ojos brillantes y sonrisas afiladas.

"¡Bienvenida, querida invitada!", dijo uno de ellos, mientras los otros dos se acercaban lentamente. "Somos los guardianes de esta casa, y nos alegra que hayas venido a visitarnos".

Kate sintió un nudo en el estómago mientras retrocedía lentamente, pero los trillizos la rodearon, cortándole la escapatoria.

"No tengas miedo", susurró otro de los trillizos, acariciando su brazo con una mano fría como el hielo. "Solo queremos que te quedes con nosotros para siempre".

Con un grito de terror, Kate intentó huir, pero los trillizos la sujetaron con fuerza, arrastrándola hacia las profundidades de la mansión.

Mientras la tormenta rugía fuera, los trillizos vampiros se regocijaban en su nueva presa, sabiendo que habían encontrado una compañía para toda la eternidad en la oscuridad de la mansión abandonada.

Los trillizos vampiros llevaron a Kate por pasillos oscuros y polvorientos, hasta una habitación lujosamente amueblada pero cubierta de telarañas y decadencia. La joven luchaba por liberarse, pero sus esfuerzos eran inútiles contra la fuerza sobrenatural de los trillizos.

"¿Por qué hacen esto?", gritó Kate, temblando de miedo y frustración.

"Somos vampiros, querida", respondió uno de los trillizos con una sonrisa malévola. "Necesitamos compañía en esta mansión solitaria, y tú serás nuestra nueva amiga".

Los trillizos la dejaron en la habitación y desaparecieron en la oscuridad, dejándola sola con sus miedos. Kate buscó desesperadamente una salida, pero todas las ventanas estaban selladas y las puertas cerradas con llave. La mansión parecía tener vida propia, susurrando secretos antiguos y ocultos en cada sombra.

Pasaron las horas y Kate se dio cuenta de que estaba sola en la mansión con los trillizos vampiros. A medida que la noche avanzaba, los trillizos regresaron, trayendo consigo un festín de sangre humana. Kate se horrorizó al verlos beber la sangre con deleite, y supo entonces que su destino era el mismo si no encontraba una manera de escapar.

Decidida a no convertirse en una de ellos, Kate buscó en la habitación y encontró un viejo diario que relataba la historia de la mansión y sus habitantes.

Descubrió que los trillizos vampiros habían sido humanos una vez, pero habían sido transformados por una maldición que los condenaba a vivir en la oscuridad para siempre, alimentándose de la sangre de los vivos.

Con determinación, Kate planeó su escape. Esperó hasta que los trillizos estuvieran profundamente dormidos y luego escapó de la habitación, corriendo por los pasillos oscuros y laberínticos de la mansión. Los trillizos la persiguieron, pero Kate logró llegar a la salida y salir corriendo hacia la libertad, dejando atrás la mansión y los trillizos vampiros.

A medida que se alejaba, Kate miró hacia atrás y vio la mansión desvaneciéndose en la distancia, desapareciendo como un sueño oscuro. Sabía que había escapado de un destino terrible, pero también sabía que los trillizos vampiros seguirían acechando en la oscuridad, esperando a que alguien más se aventurara en la mansión abandonada en una noche de tormenta.

Después de su escape de la mansión, Kate no pudo quitarse de la cabeza la imagen de los trillizos vampiros atrapados en su maldición. A pesar del peligro que representaban, sentía compasión por ellos y decidió investigar cómo podría liberarlos de sus destinos oscuros.

Investigando en bibliotecas y archivos antiguos, Kate descubrió un antiguo ritual de purificación que, según decían las leyendas, podía romper cualquier maldición si se realizaba con éxito.

Determinada a salvar a los trillizos, Kate regresó a la mansión abandonada, esta vez con el conocimiento y los elementos necesarios para realizar el ritual.

Los trillizos, sorprendidos por su regreso, inicialmente se mostraron hostiles, pero Kate les explicó su plan y les aseguró que solo quería ayudarlos a encontrar la paz. A regañadientes, los trillizos accedieron a participar en el ritual, sintiendo una chispa de esperanza por primera vez en siglos de confinación y desesperanza.

En una noche de luna llena, Kate y los trillizos se reunieron en el corazón de la mansión, donde se encontraba un antiguo altar. Siguiendo las instrucciones del ritual, Kate encendió velas, esparció hierbas purificadoras y recitó palabras ancestrales que resonaban en la oscuridad.

A medida que el ritual avanzaba, la mansión comenzó a temblar y a emitir un resplandor sobrenatural. Los trillizos sintieron una intensa presión sobre ellos, como si algo estuviera tratando de liberarlos de su interior. En un momento culminante, un destello de luz blanca llenó la habitación, y cuando desapareció, los trillizos y Kate vieron que estaban rodeados de una luz cálida y sanadora.




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