Terror Y Algo Más

Seraphiel

Había una vez en los vastos cielos un ángel llamado Seraphiel, cuya inocencia y belleza eran legendarias. Su misión consistía en proteger a los humanos, guiarlos hacia la luz y el amor eterno. Sin embargo su bondad sería su perdición.

Un día Seraphiel fue enviado a la tierra para ayudar a un hombre llamado Jonathan, quien se encontraba al borde de la desesperación. Jonathan, en su intenso sufrimiento, había invocado a Seraphiel piendiendole ayuda. Lo que el ángel no sabía era que Jonathan había sido corrompido por las promesas de poder de un demonio de alto rasgo llamado Azazel.

Jonathan, manipulado por Azazel, atrajo a Seraphiel a un lugar aislado, un viejo edificio en ruinas. La trampa estaba preparada. Al entrar, el ángel fue recibido por un silencio inquietante y una oscuridad que no era para nada natural. Seraphiel, con su resplandor divino, iluminó el lugar, pero no pudo ver más allá de las mismas sombras que parecían moverse por su cuenta.

De repente,.el aire se volvió espeso y un frío aterrador llenó el ambiente. Seraphiel sintió una presencia ominosa que lo observaba. En ese momento Jonathan apareció,.con una sonrisa torcida y ojos vacios de humanidad.

- ¿Por qué? - preguntó Seraphiel, pero no recibió respuestas.

Antes de que puediera reaccionar, Azazel emergió de las sombras. Su figura era imponente, con alas negras y ojos que parecían pozos sin fondo, llenos de maldad. Con un movimiento rápido, el demonio se lanzó hacia Seraphiel. Las garras de Azazel perforaron el aura luminosa del ángel, y un grito de dolor desgarrador salió de los labios de Seraphiel.

El angel sintió cómo la oscuridad empezaba a envolverlo, empezando por su corazón. Era un dolor indescriptible, como si miles de cuchillas ardientes perforasen su ser. La luz que emanaba de él comenzó a parpadear y a oscurecerse. Cada fibra de su existencia resistía, pero la oscuridad era demasiado poderosa.

Azazel comenzó a fundirse con Seraphiel, invadiendo su esencia pura. El dolor físico era solo una fracción del tormento que sentía el ángel. Su mente estaba siendo corroída por visiones de terror, imágenes de destrucción y caos que Azazel había traído al mundo. Los gritos de almas condenadas resonaban en su cabeza y la desesperación se apoderaba de su ser.

Seraphiel luchó con todas sus fuerzas, pero la traición de Jonathan y la astucia de Azazel habían sellado su destino. Su voz, que solía ser un canto celestial, se transformó en un eco de sufrimiento continuo.

El ángel hermoso y radiante estaba siendo consumido, transformado en algo opuesto a su naturaleza sin su consentimiento. Finalmente la luz de Seraphiel se apagó y lo que quedó fue una criatura deformada por la maldad de Azazel. Sus alas,.antes blancas y puras, ahora eran negras y violetas. Sus ojos que reflejaban el amor divino con un tono dorado intenso, se convirtieron en pozos de un violeta oscuro lleno de odio y desesperanza.

El edificio se derrumbó a su alrededor, reflejo del alma destruida del ángel. Jonathan, horrorizado por lo que había desatado, trató de huir pero fue atrapado por la nueva entidad. Azazel, ahora en control total del cuerpo de Seraphiel, sonrió con una crueldad inhumana.

- Gracias por tu ayuda - susurró con una voz que era una mezcla del eco celestial de Seraphiel y la malevolencia de Azazel. Jonathan gritó, pero ya era demasiado tarde para él.

Seraphiel había caído en una trampa, traicionado por un humano y su pureza había sido encapsulada por la oscuridad más profunda. El ángel hermoso e inocente yacía prisionero dentro de su propio cuerpo y en su lugar una abominación recorrió la tierra, extendiendo el caos y el terror donde quiera que iba.

Dentro del oscuro abismo de su propia mente, Seraphiel aún no se había rendido. Encadenado en un rincón profundo de su ser, luchaba con todas sus fuerzas para retomar el control de su cuerpo.

La presencia de Azazel era una sombra abrumadora, pero Seraphiel no dejaba de resistir. Cada momento era una batalla titánica contra la corrupción que amenazaba con consumirlo por completo.

Azazel, confiado en su victoria, comenzó a desplegar su poder a través del cuerpo del ángel. Las criaturas de la oscuridad fueron atraídas por su presencia, y el mundo humano empezó a sentir los efectos de su malévola influencia. Donde antes había luz y esperanza, ahora había desolación y miedo.

Dentro de su prisión mental, Seraphiel buscaba cualquier resquicio de su antigua fuerza. Recordó las enseñanzas del Cielo, la luz pura que una vez lo definió.

En un acto desesperado, concentró su voluntad en un punto brillante, un recuerdo de su misión original: proteger y amar a los humanos.

Azazel sintió una resistencia inesperada. Dentro del cuerpo compartido, una chispa de luz empezó a brillar. Seraphiel, con un esfuerzo que parecía imposible, comenzó a reconectar con su esencia divina. La luz crecía, y Azazel sintió una punzada de dolor, algo que no había experimentado en eones.

En un lugar olvidado por el tiempo, el cuerpo poseído se detuvo. Azazel rugió, su voz resonando con furia, pero la luz continuaba expandiéndose. Los recuerdos de Seraphiel de todas las almas que había ayudado, de los momentos de compasión y sacrificio, alimentaban esa luz.

Azazel luchó para sofocarla, pero Seraphiel encontró fuerza en su amor por la humanidad. El dolor era excruciante para ambos. Azazel intentó desplegar más de su oscuridad, llenando la mente de Seraphiel con visiones de terror y desesperación. Pero cada imagen horrenda solo servía para fortalecer la determinación del ángel. En lo más profundo de su ser, Seraphiel se aferraba a la idea de que incluso en la mayor oscuridad, una chispa de luz podía encenderse.

Finalmente, en un esfuerzo supremo, Seraphiel proyectó toda su luz hacia Azazel. El demonio gritó en agonía mientras la luz celestial lo quemaba desde dentro. El cuerpo compartido temblaba, las sombras y la luz libraban una batalla feroz. Los ojos de Seraphiel, que habían sido pozos de oscuridad, comenzaron a brillar con un resplandor dorado otra vez.




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