Terror Y Algo Más

La Luz En La Oscuridad

"Continuación de la historia Seraphiel"

Seraphiel descendió a la tierra, envuelto en una luz celestial que iluminaba la fría noche invernal. Su misión era clara: proteger a los humanos de las fuerzas oscuras que acechaban en las sombras. Era el Arcángel de la Protección, y su deber era sagrado.

La ciudad a sus pies estaba sumida en un silencio inquietante, sus habitantes dormían ajenos al peligro que se cernía sobre ellos. Seraphiel desplegó sus alas, irradiando una luz cálida y protectora que se extendía por las calles desiertas. Sentía la paz momentánea, pero sabía que algo oscuro se acercaba.

De repente, una nube negra comenzó a formarse en el horizonte, avanzando con rapidez. Las estrellas desaparecieron, engullidas por una oscuridad densa y tangible.

El aire se volvió pesado y helado, y un grito de desesperación rompió el silencio. Seraphiel sintió una presencia malévola: Azazel había llegado.

Azazel, el ángel caído, emergió de la oscuridad, su figura imponente envuelta en sombras. Sus ojos rojos brillaban con malevolencia mientras avanzaba, dejando a su paso un rastro de miedo y desesperación. Los humanos empezaron a despertar, sus corazones llenos de terror sin saber por qué.

- Seraphiel - dijo Azazel con una voz que resonaba como un trueno - ¿Realmente crees que puedes protegerlos? El miedo es más poderoso de lo que imaginas.

Seraphiel se plantó firmemente, su luz intensificándose.

- Mientras yo esté aquí, tus sombras no prevalecerán. Los protegeré, aunque eso signifique enfrentarte una vez más.

Aquello enfureció a Azazel, ya que le hizo recordar su gran derrota del pasado, cuando él intentó poseer a Seraphiel siendo este tan solo un ángel débil. Pero Seraphiel logró derrotarlo a él, uno de los demonios más poderosos. Y encima ascendió siendo ahora un arcángel. Demasiada humillación sentía Azazel y ahora lo haría pagar.

El escenario se volvió lúgubre. Las edificaciones, antes sólidas y seguras, se retorcieron bajo la influencia de Azazel, transformándose en ruinas góticas y tétricas. La luna, cubierta por nubes negras, apenas iluminaba el paisaje sombrío. Seraphiel desplegó sus alas, su resplandor luchando contra la oscuridad que se cernía sobre la ciudad.

Azazel lanzó un rugido y extendió sus propias alas, negras como el carbón, lanzándose hacia Seraphiel con una velocidad cegadora. El primer impacto fue brutal, sacudiendo el suelo y creando ondas de energía que resonaron por toda la ciudad. Los humanos, sintiendo el conflicto, se refugiaron en sus hogares, rezando por la protección divina.

La batalla entre luz y oscuridad se desató en medio de las ruinas. Seraphiel esquivaba los ataques de Azazel, respondiendo con ráfagas de luz que cortaban a través de las sombras. Sin embargo, cada vez que la luz de Seraphiel tocaba a Azazel, este retrocedía, soltando gritos de dolor y furia.

Azazel, frustrado, alzó sus brazos invocando más oscuridad. Un vórtice de sombras se formó alrededor de Seraphiel, tratando de sofocar su luz. El arcángel sintió la presión aplastante, pero no cedió. Canalizando todas sus fuerzas, expandió su luz con un estallido brillante que disolvió el vórtice y envió a Azazel volando hacia atrás.

La tierra temblaba, mientras ambos seres celestiales se enfrentaban. Seraphiel golpeaba con precisión y determinación, mientras Azazel respondía con ferocidad y rabia. La lucha parecía interminable, cada uno luchando con todo su ser por lo que creían.

- ¿Por qué insistes en proteger a estos humanos? - gritó Azazel, sus ojos llenos de intenso odio - Son débiles, corruptibles. La oscuridad siempre prevalecerá. Y eso a tí te consta mejor que a cualquiera. No te habrás olvidado del humano que te traicionó en el pasado ¿Verdad?

Seraphiel, aunque cansado, respondió con calma.

- No protejo su fuerza o su pureza, protejo su capacidad de amar y de encontrar la luz incluso en la más profunda oscuridad. Es esa esperanza lo que vale la pena defender. Y tal como dices tú, eso sí que me consta.

Con una última arremetida, Azazel intentó dominar a Seraphiel, sus sombras envolviendo al arcángel en un intento de apagar su luz por completo, tal como lo había intentado en el pasado. Pero Seraphiel, con una fe inquebrantable, invocó todo su poder.

Una luz cegadora emanó de él, tan intensa que iluminó la ciudad entera, disipando las sombras y lanzando a Azazel a los abismos de donde había venido, venciendolo una vez más.

El escenario cambió. Las ruinas volvieron a ser edificaciones normales, la noche recuperó su serenidad, y el aire se volvió cálido y acogedor. Los humanos, sintiendo el cambio, comenzaron a salir de sus hogares, encontrando consuelo en la luz de Seraphiel.

El arcángel protector, exhausto pero victorioso, observó a la humanidad con una sonrisa serena. Sabía que Azazel volvería, que la lucha entre la luz y la oscuridad era eterna. Pero mientras él estuviera allí, mientras la luz y la esperanza existieran en los corazones humanos, siempre habría una razón para luchar.

Y así, con sus alas extendidas, Seraphiel desapareció en el horizonte, listo para proteger una vez más cuando la oscuridad intentara reclamar su dominio.

FIN
 




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